»10|Alejandra«

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»Desde la secundaria Jack se enamoró de Alejandra Garrido, una chica venezolana de piel morena. Estos han salido desde que Jack tenía 17 años y sería a los 20 que finalmente se casarían en una hermosa boda«

»Boda 1/2«

Murmullos se escuchaban por todo el salón, amigos y familiares expectantes aquel día. Algunos estaban emocionales, otros no tanto, pero absolutamente todos venían con sus mejores vestuarios para una ocasión como aquella.

Entre todos los que estaban allí, el que más estaba nervioso y emocional, con toda razón; su prometida y él habían estado meses enteros solamente planeando la boda hasta el último detalle, querían que todo fuese completamente perfecto para ese día, pero el azabache siempre supo que, no importa cómo terminase, si al final podía convertirse en su esposo sería feliz por el resto de su vida.

El piano empezó su melodía, llamando la atención de todos, quienes voltearon al pasillo. Lo primero que se diviso fue a una pequeña niña morena lanzando hermosas flores al suelo; la pequeña y tierna hermana de Alejandra, feliz de ayudar en un momento tan importante para su hermana, esa niña era un sol.

Y, mientras en cámara lenta se revelaba la apariencia de la novia, el pelinegro dio su mirada a Simon, su hermano y padrino que estaba parado justo detrás de él. Simon le sonrió y el mayor no pudo evitar sonreirle de vuelta. Recordaba aquel día en que le propuso matrimonio, después de una cita en patinaje sobre hielo se habían quedado a ver las estrellas, acostados tranquilamente en el techo de la casa que compartían. El hombre había podido, finalmente, decir cual era Andrómeda. Entre besos, bromas y risas finalmente se había dado la valentía como para arrodillarse y proponerselo con el anillo que le había costado una fortuna que ahorró durante meses.

- ¡Oh por Dios! - Alejandra se había llevado las manos a la boca y sus ojos se cristalizaron. - ¡Sí, sí, sí! - Se lanzó a los brazos del pelinegro entre lagrimas de emoción, ocultando su rostro en el hombro de este.

Ahora el hombre apretó sus manos con nerviosismo mientras la veía llegar escoltada por el señor Garrido. Ella se veía tan hermosa y tan elegante en aquel vestido blanco, parecía un ángel, su ángel.

Una vez su suegro la dejó en el altar este le lanzó una mirada que solo podía interpretarse como un "Cuídala bien", mirada que fue respondida por el azabache con un leve asentimiento, para después ver cómo el hombre se alejaba y dejaba a su hija frente a él en el altar.

- Te ves hermosa. -

Susurró el más alto hacia su mujer, lo suficientemente bajo como para que nadie excepto ella lo escuchase. Sus hermosos orbes verdes se posaron en él y una sonrisa llena de amor le fue mostrada, enamorándolo por milésima vez. Las manos masculinas tomaron las de su prometida, un tacto suave, acariciando el dorso de cada una con sus pulgares en un lento movimiento circular.

- Bienvenidos. - Habló el sacerdote, llamando la atención de todos en el salón. - Estamos aquí reunidos en presencia de familiares, amigos y Dios todopoderoso para celebrar el matrimonio entre estas hermosas almas y escuchar los bellos votos que marcarán el inicio de esta sagrada unión.

Los novios se miraron el uno al otro y la atención de los testigos volvió a ellos. El varón miró a aquellos orbes verdes que siempre le habían enamorado, las palabras no le salían, pero se forzó a ello, a expresar lo mucho que amaba a la mujer que estaba en frente de él.

- Alejandra, cuando veo a tus ojos y tú ves en los míos todo se siente diferente, me siento más fuerte y más débil al mismo tiempo. Me siento emocionado y al mismo tiempo aterrorizado. Es como si hubiera alcanzado lo inalcanzable y no se qué sentir excepto que se qué tipo de hombre quiero ser y ese hombre es tu esposo. -

Simon entregó el anillo a su hermano mayor, quien con suavidad lo puso en el dedo anular de la latina. Esta misma no era tan buena como su pareja para contener sus emociones y eso se delataba en su mirada conmovida y llorosa, pero aún así y con un nudo en la garganta, tomó aire para calmarse y habló.

- Se que al principio nuestra relación fue difícil y pasamos por muchos errores, pero te elegí y tú me elegiste a mi. Así como superamos dificultades las seguiremos superando en el futuro, porque te amo y porque sin ti no se qué sería de mi vida. Tú eres mi camino y siempre vas a ser mi camino. Estaré a tu lado por el resto de nuestras vidas. -

El hombre seguía acariciando las manos de su mujer, calmándola con una suave sonrisa llena de amor por aquella quien le había traído tanta felicidad. Ella, por su parte, rompió el contacto momentáneamente, tomando el anillo que le ofreció su madrina, el cual puso con leves temblores por la emoción en el dedo anular del pelinegro.

- ¿Frank Payne, acepta usted a esta mujer para ser su esposa, para vivir junto en sagrado matrimonio, para amarla, honrarla, consolarla y cuidarla en la salud y la enfermedad, guardándole fidelidad hasta que la muerte los separe? -

- Acepto. - Respondió el que entonces se llamaba Frank, sin apartar su mirada de su futura esposa.

- ¿Alejandra Garrido, acepta usted a este hombre para ser su esposo, para vivir juntos, para amarlo, honrarlo, consolarlo y cuidarlo en la salud y la enfermedad, guardándole fidelidad hasta que la muerte los separe? -

- Acepto. - Sin dudas en su voz, un ángel que se casaría con quien se convertiría en el cadáver de un hombre.

- En virtud de la autoridad que me conceden las leyes del Estado de Texas, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia. -

Y Frank lo hizo, la besó con tanto amor como si se le fuese a escapar o se iría de su lado, lástima que no estuviese equivocado.

»Jack's Facts«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora