Capitulo 3

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Diana le sostiene la mirada, jamás vio unos ojos de un gris tan intenso.

—Bueno, creo que no valen ya las presentaciones, teniendo ya mi informe, ¿no cree señor Maxwell?. —dijo con un deje de ironía—. Le doy la bienvenida a mi aburrida vida.

—Algo me dice que no estaría aquí si fuera tan aburrida, señorita Gran.

Adam, deja el maletín y la bolsa sobre la isla de la cocina y comienza a hablar con los aurores que estaban en la estancia.

—¿Es muy necesario, Adam? —pregunto Diana incorporándose en el sofá—. Soy muy buena con lo encantamientos en eso tengo mucha agilidad podría irme contigo hasta que todo...

—termine— se aclare Adan.

Hay consternación en los ojos del hermano de Diana. Estas semanas atrás era un hombre de cuarenta años exitoso y vital, hoy el temor lo envejecía.

—pequeña—su voz es un susurro —, tengo que asistir a la confederación internacional de Magos en Alemania. El viaje está programado para dentro de dos días, no puedo faltar, Diana —Suspira, agarrándola de las manos—. Insisto. Aunque te llevara conmigo, tendrías a un auror pegado a ti las 24 horas.

Diana asiente, entendiendo que solo quería lo mejor para ella, aceptando que el señor Maxwell era lo que necesitaba ahora mismo, por más incómodo que pueda resultar.

— ¿Recuerda? No voy a permitir que nada te pase esta vez.

Diana se refugia en sus brazos y deja que la consolara como si aún tuviera doce años.

– Esta bien, hermano.

—Estarás bien. —Besa su cabeza—. Aclararemos este asunto rápido. Confía en Maxwell, Diana. Los seguidores del señor tenebroso están casi localizados, tienes agentes del ministerio que vigila la zona a demás, Connor el supuesto fiel de Voldemort, está encerrado, se pudre en una celda. Tiene que ser alguna broma de mal gusto...

—O la obra de alguno de sus fanáticos.

—Diana...

Busca la mirada de ella, pero Adam no puedo ver el terror en sus ojos. —Adam tu sabes muy bien que el señor tenebroso no dejara... no se rinde tan fácilmente. —Diana aprieta los párpados cerrándolos con fuerza, y apretando su mejilla contra el pecho de Adam—. Cientos de ellos. Van a visitarlo a Azkaban... Son ellos, lo sé. Es él. Otra vez, es él.

Cada palabra que salía de la boca de ella aceleraba el ritmo de su corazón.

—No te adelantes, Diana. Sabes que puede ser una broma, no sería la primera vez. —intenta tranquilizarla—. Necesito que mantengas la calma, ¿puedes hacerlo?

Diana asiente.

—Señorita Gran, no quiero molestarla, pero ¿ya puedo retirarme?

Mira hacia abajo al pobre Daf, el elfo de la familia miraba con una cara aterrorizado. —Claro que sí, Daf. No te preocupes, descansa.

—Gracias mi señora. Cualquier cosa llámeme, señorita Diana.

Diana Le regala una sonrisa cansada.

—Gracias, Daf.

El elfo hace una pequeña inclinación y se va hacia la puerta para retirarse, pero una voz lo detiene.

—Me gustaría hablar un momento con usted, Daf, a solas.

Diana miro al auror l cruzar la sala, y se levanta de un salto.

—Daf, ya dio sus declaraciones por unos de sus compañeros del ministerio señor Maxwell.

Dylan la observa con el semblante rígido, inexpresivo.

Obsesión de un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora