Capitulo 13

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Hace dos días que la señorita Diana no le habla. El lunes por la mañana, la señorita se levantó, desayunó, salió del departamento, y sin decir nada se fue con los polvos Flu, entró al a su departamento y continuó con su día sin decirle ni una sola palabra, ignorándolo. Por la tarde se encerró en su habitación, y no salió ni siquiera para cenar. La tensa rutina se repitió casi toda la semana...

El señor Maxwell sabia que sería hipócrita si dijera que le da igual si la señorita Gran reconoce su presencia o la ignora. Sabía que él estaba con ella, pero una de las razones por las que acepto este trabajo fue el hambre de conocimiento, saber cada detalle, intentar comprender. No puede desentenderlo ahora.

Maxwell mira la hora en su reloj de muñeca, son las cinco en punto de la tarde. Suspira, vuelve a apoyar los codos sobre las rodillas y se paso las manos por el pelo.

—Kayla, necesito ayuda con este documento.

En ese momento Maxwell aprovecho el momento—La señorita Johnson está en la otra punta del departamento. Creo que decidió que no quiere ser su secretaria.

Silencio...

Maxwell la observa detenidamente.

"Vamos, señorita Gran hábleme."

—Si quiere, puedo ayudarla. —No responde, sigue castigándole—. La señorita Johnson acaba de alejarse aún más, parece que está viendo la sección de artefactos misteriosos, no creo que vuelva rápido.

Nada. Silencio total...

De repente su mirada se clava en el, una mirada fría y sin sentimientos.

Diana se coloca en frente del enorme espejo.

Como si el tiempo no dictara nuestras vidas contemplo su cuerpo de pies a cabeza.

—¿Esta usted tan misteriosa, señorita Gran?

Sus miradas se encuentran en el espejo.

—Tenga cuidado, señor Maxwell.

Maxwell le muestra una media sonrisa.

—No imagina cuánto extrañé su voz, señorita.

Desvía la mirada, vuelve a privarle de su elocuencia.

—¿Qué puedo hacer para que me perdone, señorita Gran?

Maxwell se fija en el movimiento inconsciente del mano de ella, acaricia la falda negra, demasiado corta. Observa sus piernas, largas y torneadas, pálidas y delicadas. Afloja su corbata, sintiendo que la temperatura subió desde que puso un pie en esta habitación.

—Solo... ayúdeme con ese articulo y manténgase fuera de mi vida personal. —Sus ojos vuelven al espejo, a él—. ¿Puede hacerlo, señor Maxwell?

—Claro que puedo hacerlo, señorita Gran.

—Bien, pues necesito que me junte estos documentos. —explica como si no estuviera repasando su cabello, sus labios...

Cuando acerco los dedos a su dorso de la mano, las agujas del reloj se detienen y su pulso se acelera. Diana es suave.

—Así... —Carraspea Maxwell, poniéndose mas nervioso—. ¿Así está bien? —pregunta, mostrándole los papeles.

Diana lo observa sosteniendo los papeles que el le mostraba

—te falta otro más.

En ese momento se observan muy detenidamente.

En ese momento, aire, Maxwell necesitaba aire. Necesitaba salir antes de hacer algo muy estúpido.

De pronto...

—Dana, encontré los otros documentos que me pediste, creo que seré una...

Kayla se detuvo en seco, en su rostro aparece una sonrisa pícara.

—Ustedes dos...

—Estaré esperando fuera, señorita Gran —hace un breve saludo a Kayla y desaparece de la estancia.

Obsesión de un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora