.🏖️. ¡CINCO! ($ᴗ$) .🏖️.

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─El rico cree que con una monedita puede comprar al pobre.

─¿De qué hablas, Jinko?

─Estoy siéndole útil a la sociedad por medio del trabajo.

─¿Qué haces mendigando?

─…

─…

─¡Solo me dio una mísera monedita!

D´´:<

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🌅

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─¡ESTO ES UN ESCÁNDALO, UNA FARSA! ¡DEBERÍA DARLES VERGÜENZA! ─gritaba un encolerizado Chuuya Nakahara mostrando el dedo del medio a los trabajadores que lo observaban perplejos al no poder entender la causa de su enojo debido al idioma.

─Chuuya-san, tranquilízate. ─intentaba calmarlo Atsushi sin mucho éxito.

—Eso, amor, esto es un ultraje. Demuéstrales que a Chuuya Nakahara nadie lo estafa y sale vivo para contarlo.

─¡Tú, cállate! ─Nikolai le da un puñetazo por la cabeza que lo deja tendido en el suelo como una alfombra fea y pasada de moda─. ¿No ves que está a punto de darle un infarto, cucaracha inmortal?

─¿Otro infarto? ─preguntó Poe con la voz temblorosa, le sudaban las manos y estaba intentando ocultarse detrás de una lámpara de la lujosa sala de estar del hotel─; pero el médico dijo que Nakahara-san debería aprender a controlar su ira pues su corazón no resistiría otro infarto.

─¡Nakahara, dime las flores que quieres en tu funeral, pues! ─como Fyodor solo le gusta (le encanta, le prende) echarle leña al fuego, decidió que ese era el momento ideal para decir aquel comentario.

Chuuya dio un grito de rabia, mas no parecía haber escuchado a ninguno de sus amigos, pues él seguía en una discusión encarnizada con el señor de la recepción del hotel, quien ya había dejado de sonreír y hasta había soltado una oración entera donde repitió como cinco o seis veces la palabra obscena que había aprendido a decir Fyodor.

Akutagawa y Sigma estaban sentado en un sofá beige que se encontraba junto a una amplia ventana que daba vista al Malecón y, por ende, al mar; ambos decidieron deliberadamente ignorar todo aquello y charlar de algo más trivial con tal de no participar en aquella carnicería.

─Ah, qué clima más bonito hace hoy. ─dijo Sigma y un rayo cayó en el horizonte.

─Sí, y se respira tanta paz. ─dicho esto, Akutagawa recibió una sandalia por la cabeza, que rebotó como si fuese plastilina para después volver a caer al suelo.

─Mmmm mmm mmmm mmm mmmmm. ─dijo Ranpo masticando una fruta redonda de cascara verde e interior rosa. Veía todo aquello sentado de piernas cruzadas sobre la mesita de café que había frente al sofá que ocupaban aquellos dos.

─¿Qué dijo? ─preguntó Sigma sin cambiar su expresión de haber alcanzado la iluminación.
Del mismo modo y con una expresión idéntica, recibió la respuesta de su compañero:

─Que cuántos infartos había tenido Chuuya-san… ─repitió, parpadeó. Una copa de vidrio le rozó la oreja para ir a estrellarse en la pared del fondo─. Ranpo-san, la respuesta es dos.

Un día de PLAYA... o eso creo |•| Bungo Stray Dogs |•| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora