III

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El silencio profundo del alrededor era lo único que se percibía durante los largos minutos que llevaba en ese lugar frío e imponente que solo recibía visitas importantes, citas debidamente encaminadas a un fin importante para la humanidad y existencia de ambas razas. Era la única ocasión en todos los años de su existencia que no se encontraba sentado sobre su curul, en cambio, su posición denotaba la crucial situación en que se encontraba.

Las miradas vigilantes de cada miembro del parlamento era, por sí dura y fría, ahora era aún mayor ante la problemática a la que fue arrastrado.

Los miembros vampiros y humanos le miraban con desaprobación, algo en lo que estaban siempre de acuerdo; juzgar con sus propios problemas morales a cada individuo que llegaba a esa instancia.

— .. es imposible pasar por alto una conducta de esa magnitud y que no se digne el presentarse cuando es requerido.

Mantuvo la calma ante cada reclamó de los presentes y la falta de cordura de su hijo, la especial atención a sus palabras para argumentar en defensa de su primogénito, quien no quiso que se presentará por el momento. Se negó a mostrar a su hijo ante aquellos hombres que no perderían ni un segundo en arrastrarlo a la prisión sin una resolución correspondiente.

Al estar presente el Baroneto Kim era complicado proponer alguna "resolución" externa y evitar todo ese circo del que parecía solo se hacía más largo y distorsionado. Si su hijo hacía acto de presencia no hay forma de asegurar que saliera sin rasguños de ahí.

No permitió que su hijo fuera arrastrado ante esa sala que tenía la intención de provocarlo y hacerlo ver cómo el único villano ante la dura crítica de los humanos que, proponían castigos severos ante los reyes para que fueran considerados y analizados para la próxima citación en la que dictarían una sentencia al delito que se le imponía a su hijo.

— La siguiente ocasión va a estar presente, su sentencia será dictada en base a las solicitudes del Baroneto Kim, quien es el padre de la víctima.

Presentes a su alrededor se pusieron de pie dando sus respetos a la decisión del rey de los vampiros, al menos todavía tenía la posibilidad de mover sus cartas y evitar que el castigo fuera mayor. Tenía el favor del rey de los vampiros.

Podría, en ese lapso de tiempo, buscar la forma de hacer que el Baroneto Kim desista de su propuesta; ordenar su arresto en el monte Ki era lo peor de lo peor, no soportaría saber que su único hijo y heredero fuera encadenado a la tortura y arresto por décadas.

Él mismo fue uno de los guardias de ese lugar oscuro y macabro por largas décadas, siendo aún peor que la guerra. Ahí no había muerte; solo dolor, sufrimiento, tortura en cada nivel menos ético de la vida humana, sin pizca de dignidad ni de misericordia.

No permitiría que tocaran un sólo cabello de su hijo, así tuviera que revelarse contra la orden de los reyes y hacer uso del los mundanos que le pertenecían.

Esperó paciente con los pies firmes en el suelo bajo sus pies a qué cada miembro humanos se retirará de sala así como algunos otros vampiros que no tenían tanto poder dentro de la corona. No era una visita de cortesía el presentarse ante los reyes por lo que comprendía que tendría que presenciar una reunión privada con los altos mandos después de lo todo lo ocurrido. Sería imposible que lo dejarán libre tan fácil apesar del peso que tenía dentro de la nobleza, sus años de lealtad y trabajo no fueron en vano.

— No es la primera vez que esto sucede, ¿Acaso quiere morir joven? — su mirada seguía siendo firme a cada rostro frente a él, no les temía, apesar de que les guardaba respeto no temblaba de miedo ante sus palabras.

Conde Min -Yoontae -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora