XI

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El silencio frío del interior del castillo era agradable para su gusto avisando de la proximidad del invierno.

Cada vez más cerca que lo podía sentir; los pinos del exterior se movían al son del viento, haciendo más fuerte el sonido de las ramas y hojas moverse a su par.

Cada sirviente del castillo era sigiloso en su andar por los pasillos y habitaciones por las que avanzaban, era difícil percatarse de la presencia de alguno de ellos sino fuera un gran vampiro y su desarrollada habilidad para detectar el movimiento aún en la distancia.

Ese maravilloso silencio le recordó que su primogénito no se encontraba por los alrededores, no sabía nada de él apesar de que mando a vigilarlo, a rastrear sus movimientos para evitar cualquier problema que pudiera causar.

Se preocupa por su seguridad que apesar de que se sentía tranquilo de no tenerlo ahí se preocupa por el. Era su único hijo después de todo. Su primogénito y el único familiar que tiene.

No podía quedarse tranquilo sin saber de él, apesar de que era mejor que esté lejos, de esa forma evita represalias por su huida ante sus obligaciones y la responsabilidad que dejó a medias, de esa forma tiene menos presión.

Si tan sólo se hubiese hecho responsable de sus actos ahora mismo no tendría que estar lidiando con la responsabilidad de tener un humano como esposo.

Un simple humano que seguía siendo un niño comparado con las décadas que el tenía, más aún con las rabietas que mantenía cada día.

Sí seguía de esa forma podría llegar a morir y eso sí le terminaría causando problemas serios.

Los reyes estarían furiosos si le llegaba a pasar algo al humano bajo su cuidado, más aún al ostentar el título de conde a su lado.

— ¿Sigue sin comer? — interroga al ver a la sirvienta bajar los escalones con la bandeja de comida en sus manos.

— No amo.— responde la mujer al bajar las escaleras con la charola de comida y las medicinas del humano, el temor en sus facciones demuestra el miedo que tiene al estar frente a él.

— ¿La medicina que trajo el medico tampoco la tomo? — la vampira frente a él negó haciendo que la tranquilidad y paz que sentía en su interior momentos atrás terminara.

La frustración creciendo en su cuerpo al ver qué las cosas estaban mal con el humano, no iba a tolerar la actitud rebelde con la que el humano se mostraba, ni los problemas que pudiera generar.

Tomó los medicamentos con sus propias manos yendo a la habitación del humano, no dejaría que siguiera con su negativa de comer, llevaba ya varias días sin probar alimento alguno y los humanos eran demasiado frágiles para aguantar demasiado tiempo sin comer ni beber agua.

No lograría sobrevivir más tiempo. No más de un par horas sabiendo que ya llevaba varios días sin comer.

Ese humano no podía morir estando en sus manos, no permitiría que manchara el honor y la estabilidad que representaba a los reyes, más aún cuando era su esposo y de alguna forma tenía una reputación que cuidar.

Ni en sus más lúgubres sueños se llegó a imaginar casándose con un humano, más aún en sus planes no estaba el volver a casarse.

No existía nadie más que ocupara el lugar de su difunta esposa y madre de su primogénito y no es por qué la siguiera amando. Varios años ya de su partida que ese amor se vio reducido a cariño y familiaridad, varias décadas desde que sintió algo más por alguien.

Ya no podía diferenciar sentimiento alguno en su pecho, no desde que fue convertido a vampiro y torturado hasta el límite, cada vez más matando sus sentimientos.

Podría jurar que jamás volvería a amar hasta que llegará el día de su muerte.

Se adentro sin preámbulos a la habitación del humano siendo consciente del gran terror y miedo que emana el humano así como lo demacrado que esta, quizás a punto de la agonía.

Sus ojos hundidos y con ojeras notables dejaban ver el terror que no podía expresar con palabras, su delgado y escuálido cuerpo no era más que un costal de huesos siendo sostenido por la piel pálida y reseca que lo mantenía unido y le daba forma.

Las sábanas blancas de la cama eran fácilmente comparables con el color del humano, el cabello le daba el aspecto de abandono y descuido que generaba la falta de vida y amor propio.

La mirada asustadiza del humano siguió sus pasos apenas se adentro a su alcoba, el temblor era evidente apesar de estar recostado contra la pared cerca de la ventana.

No tenía una imagen clara de vitalidad en el humano, jamás lo vio antes de lo sucedido por lo que no habría algo con que compararlo, además del demacrado estado físico y psicológico con el que lo vio aquel día.

— ¿Vas a seguir negandote a comer y a beber agua? — el temblor fue notable en el cuerpo del humano apesar de que mantuvo su tono de voz bajo y lo más calmado que pudo.

Espero impaciente una respuesta que jamás llegó, lo único que hacía el humano frente a él era esconderse y temblar bajo las sábanas, sollozando en voz baja.

— Ignorando tu salud no lograrás nada.— se acercó unos pasos más, tratando de tranquilizarse y de no asustar al joven a sus pies aunque era algo imposible dada su actitud y la forma en que incremento su llanto y pánico.

Percibió el miedo cada vez más fuerte en cada paso, el llanto siendo más fuerte que antes al igual que el terror por su presencia.

— N–no se acerque. — balbuceó el humano entre sollozos entrecortados y la responsabilidad agitada. — V–vayase...váyase.

— ¿Quieres morir dejándote sin alimento ni agua? — trata de no ser brusco pero le es imposible, no puede evitar expresar enojo y frustración por la insolencia del humano frente a él.

Por su estúpida actitud.

— Si eso evita que siga aquí lo haré. — se sorprende por verlo levantarse con las piernas temblorosas y la respiración agitada.

Siente el miedo cada vez más fuerte mezclado con el enojo que de alguna manera deja ver.

— No lo hagas, va hacer peor para ti. — trato de bajar su voz y que no sonará como una amenaza.

— Váyase.. váyase. — repitió incontables veces entre lágrimas y lamentos y que lo debilitaron más de lo que ya estaba.

Cayó al suelo pocos segundos después, se apresuró a levantarlo siendo golpeado y empujado en repetidas ocasiones, el terror en el humano era demasiado grande que incremento aún más la fuerza en su interior.

— ¡Basta! Deja de luchar.— advirtió tratando de no lastimarlo, el frágil cuerpo del humano era fácilmente manipulado por sus manos pero si aplicaba un poco de fuerza podría lastimarlo, peor aún romperle un hueso por lo flaco y débil que se encontraba.

Absorbió el miedo y terror que opacaba el humano dejándolo inerte y sin nada que sentir para poder colocarlo en la cama.

Alcanzo los frascos de medicina abriendo los en el proceso para después colocarlos en la boca del humano, no había otra forma de hacer que se la tome si no era de esa manera.

Lo obligó a pasarse la medicina..

— Tragalo.— ordenó cerrando los frascos. — No voy a dejar que mueras siendo humano o vampiro, vas a vivir y de eso me encargo yo.

Si el humano llegaba a morir tendría cientos de problemas y no estaba dispuesto a pasar por todo eso sabiendo que puede hacer que el humano viva.

Salió de la habitación con prisa llevando los medicamentos con él y la satisfacción de haber hecho que se tomará el medicamento.

— Trae un sirviente humano para que lo atienda y lo asista, lo quiero lo antes posible.

Conde Min -Yoontae -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora