XII

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La preocupación incrementa en su cuerpo ante la carta que ha recibido esa misma tarde y que aún sostiene entre sus manos sin poder creer el contenido que en ella se lee.

Frustrándole el hecho de que ya no cuenta con más tiempo para prolongar las cosas, no tiene oportunidad de aplazar o de eliminar ese requisito indispensable para el matrimonio que se forzó a realizar con el humano. 

No debía suceder de esa forma ni de ninguna otra existente, ¿Por qué obligarlo si ya estaba registrado su matrimonio? Todos dentro y fuera del reino estaban al tanto de la boda y de la forma en que se limpió y restauro el apellido del baroneto Kim y la castidad del joven humano, quien es en parte el culpable de lo que estaba sucediendo. 

Le enfurece pensar que está siendo forzado nuevamente a hacer algo que no quiere, algo que va contra sus propios intereses y los planes que están a punto de realizarse, un matrimonio que llego a poner en desorden su tan tranquila y calmada vida Conde y de vampiro respetado.

Sostiene el papel fuertemente entre sus manos tratando de controlar la furia que va creciendo en su interior.

La orden es clara y no tiene opción para apelar a ella, no después de recordar que es parte de las tradiciones y de sus obligaciones; que él mismo en su tiempo y juventud propuso y fue parte de su creación, aunque la sola idea le hace sentirse nauseabundo. Enfermo por lo preso y controlado que pueden llegar a ser las mismas leyes que rigen y protegen al mundo. 

Tensa la mandíbula con amargura, no tiene tiempo para lamentarse o de pensarlo con más claridad así que simplemente se rinde ante sus obligaciones de Conde. Se recuerda que las consecuencias pueden ser graves si se niega a ello, lo siente por el humano porque es el que mas va a sufrir con la decisión y en su condición puede ser mas que producente para su salud. 

Quién a pesar de tener ya un sirviente humano atendiéndolo se sigue mostrando renuente a comer o beber agua, férreo a la idea de no querer ver a nadie, ni siquiera a otro humano como el, terco a seguir jugando con su vida, misma que ya no le pertenece. 

La vida de ningún humano es tan importante como la suya, tonto aquel se piensa que lo es, incluso en la mínima oportunidad que tenga esa vida pisara los confines del infierno, dejara de respirar para convertirse en cenizas. La amargura es parte de su existencia, la misma que lo hace consiente de que ese humano esta al borde de llegar a su fin, una barbarie para los humanos y un fin para los vampiros. 

Sabe que lo va a odiar el resto de su miserable vida pero poco le puede importar si lo mantiene controlado y bajo su dominio, hasta el final de los tiempos es suyo aunque se revele y pelee por su vida. 

Una sonrisa amarga adorna su rostro ante los mismos pensamientos que sabe llego a tener su difunta esposa cuando lo conoció. Lo comprende perfectamente pero sabe que esto es diferente, hay una enorme diferencia entre lo sucedido con el humano Kim y lo que sucedió entre el y la madre de JungKook.  La hay y sabe que no será igual, incluso es difícil predecir si el humano llegase a sobrevivir después de esta noche, aunque debe ser sobrevivir.

Ante sus ojos la tarde se convirtió en una intensa oscuridad abrazada al frio y la tranquila brizna que se apodero del pueblo, cada suave gota golpeando la ventana, los arboles del jardín moviéndose al son del viento que se alza en compañía de la lluvia y la noche misma. 

— Ya es hora, mi señor— asiente con un ligero y casi imperceptible movimiento de cabeza observando a través de la ventana las gotas de lluvia convirtiéndose en un crudo aguacero que puede durar toda la noche. 

Una tormenta que compone el escenario perfecto de lo que va acontecer en esa tétrica noche, en un recuerdo que quedara en la memoria del humano.  

—¿Duerme ? —pregunta al notar una inusual mirada en el rostro de su mayordomo. 

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⏰ Última actualización: Jun 18 ⏰

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