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« Aiden, la palabra hogar cobró sentido cuando te conocí»

* ੈ✩‧₊˚



—¿Me cocinarás?— Pregunté aguantándome las risas que peligraban por salírseme. Abracé el cojín del sillón del apartamento, mientras me sentaba con las piernas cruzadas, risueña.

Hacía una hora que había vuelto de la disquería, eran ya pasadas las ocho, y se había quedado a hacer horas extra, tal cual le había prometido a la Leah.

—Comerás las mejores papas gratinadas de tu vida—Respondió sin dudar, observándome desde la encimera, lavando sus manos para posteriormente secarlas y arremangarse las mangas, dejando ver sus firmes brazos. Me quedé apreciándolo, era muy mino.

Me mordí el labio inferior recordando lo que había pasado en el parque, habíamos sido partícipes de una intimidad tan pura, que incluso mi estómago fue invadido de una rica sensación, que hizo bailar mariposas en mí.

Sonreí para mis adentros.

Por fin me había decidido a ser su modelo, aún me cuestionaba si había sido una buena decisión, sin embargo, sabía lo significativo que era para él participar de aquel evento, además me pagaría, y ahora no me vendría precisamente mal generar lucas sólo por modelarle un par de diseños. Suspiré. No podía ser tan difícil...

Mientras no involucrara mis sentimientos más de la cuenta con él.

—¿Cocinai?

—Tuve que aprender cuando comencé a vivir solo—Tomó un montón de papas y las dejó sobre una tabla para cortar.

—¿Y a qué se debe el honor?—Me reí mientras jugaba con Don gato, quién perseguía la huincha de medir del Aiden de un lado a otro—, de que me cocines—Aclaré bajito.

—Hay que celebrar nuestro trato con una rica cena—Se apoyó en la encimera con los ojos fijos en los míos.

—¿Cenai?

Carcajeó y negó con la cabeza—Con cuea tomo once, pero esta es una ocasión especial, angelito.

—Deja de mal acostumbrarme—Me quejé tomando a Don gato entre mis brazos como un bebé, acercándome a la cocina americana, quedando frente a él.

—¿Lo hago?—Dudó con burla. Tenía una sonrisa tan linda que se me hacía difícil no sonreír junto a él. 

Me quedé viendo la pequeña argolla de su nariz y pensé en lo atractivo que se veía.

—Sí—Susurré—, y mucho.

—Normal—Peló una papa. Arquee mis cejas ante su comentario—, somos una familia, ¿o no?

—¿Familia?—Arrugué mi frente.

—Somos los papás de esa linda criatura—Se refirió a Don gato, apuntándolo con el mentón. Don gato maulló para luego lamer mi mejilla.

Fruncí el ceño.

—¡Aiden!—Lo regañé.

Hizo un puchero—Don gato, te juro que lo he intentado, pero tu mami se empeña en privarte de tener un papá... Es una lástima, porque te llenaría de churu y mimos todo el día—Se lamentó con exageración.

Pasarela de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora