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« Aiden, fuiste como una estrella fugaz »

* ੈ✩‧₊˚




—Varios jóvenes ya se están preparando para la ansiada PAES, el proceso de selección universitaria que nos mantiene expectantes...

Tragué saliva al escuchar aquellas palabras, observando de reojo el noticiero, sin que mi papá, quién se encontraba tirado en el sillón negro de la sala se percatara de lo pendiente que estaba. Después de todo ya sabía su respuesta respecto a mis estudios.

Una discusión más no me favorecería para nada.

La periodista desapareció abruptamente, dejando ver una pantalla completamente negra, sorprendiéndome de golpe.

—¡Qué estupidez!— Escupió mi papá luego de apagar la televisión, tirando la lata de cerveza que se estaba bebiendo sobre la montaña de latas acumuladas a su lado que aún no había tirado a la basura. Suspiré exasperada, la imbécil iba a tener que limpiar la cagá que había—. Óyeme tú, Alessia— Me ordenó.

Posé la vista en él, sin expresión alguna.

—Las personas como nosotros no estamos hechos para eso, así que vete olvidando de querer estudiar, porque aparte de que no tenís ni uno para costearte la carrerita, mucho menos mate pa la cuestión— Se largó a reír luego de terminar su motivador mensaje, humillándome como ya se le había hecho costumbre luego de que mi mamá nos abandonara.

De eso ya varios años.

No dije nada, como siempre.

No me convenía rebelarme, no salía nada bueno de eso.

Siempre perdía y las cosas terminaban de peor manera.

Bajé la mirada, tampoco me importaba del todo, tenía cosas más importantes en las cuales pensar.

Además, dedicarme a lo que realmente me gustaba había dejado de ser hace mucho tiempo una opción.

Caminé en dirección a la cocina, en busca de una bolsa de basura, limpiaría la mierda que había en la sala, podría distraerme y él también terminaría por dejarme tranquila respecto al tema.

¿Con qué una estúpida?

Lo habría heredado de él, de eso no cabía duda si es que fuera cierto.

Después de todo mi mamá había sido lo suficientemente inteligente como para dejarlo.

Levanté las latas una por una, dejándolas dentro de la bolsa mientras oía como silbaba y se reía solo de quién sabe qué.

—No me guardes rencor, Alessia— Habló abriendo su décima lata. Asentí sin nada más que añadir— . En eso eres igual a tu madre, no reaccionas con nada, como si estuvieras vacía. ¡Qué estrés!

Lanzó la lata a la pared del frente con la suficiente ira para que todo se mojara.

Empuñé mis manos sobre la bolsa, ¿cómo diablos quería que reaccionase si ya estaba acostumbrada a este infierno de vida que tenía?

Parecía la empleada más que su hija.

Sabia de sobra la razón por la cual su ira había aumentado, y basurearme se había vuelto su pasatiempo favorito.

Me veía reflejada en mi mamá.

En la misma mujer que lo había dejado solo y lo había cambiado por otro.

Pasarela de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora