Para cuando volvimos a casa Enola ya no estaba. A pesar de que Sherlock había sido bastante claro con el tema de que debía alejarse del peligro, era claro que Enola era un alma libre, como yo. Una simple orden no la iba a retener.
—Se ha ido —susurró mirando la habitación.
—No pensaste que una orden la iba a detener —dije, con un poco de humor en mi voz —, ¿o si?
Se sentó en el sofá en silencio. Dejé mi bolso sobre la mesa. En ese rato no dijo ni una palabra y mantuvo la mirada fija en el suelo. Me quedé de pie hasta que por fin soltó un par de palabras de su boca.
—A veces me preocupa, ¿sabes? —habló, aún con la vista fija en el suelo mientras jugaba con sus dedos.
—Creo que eso es lo que pasa cuando quieres a alguien. En especial si es tu familia —me senté a su lado, a varios centímetros de él. Los suficientes como para que el tema que deseaba evitar se mantuviera como quería, a ralla.
Soltó una pequeña risa. Las luces del apartamento aún estaban apagadas, ya que por suerte el sol seguía tan alto en el cielo como si recién fuera de mañana.
—Es preocupación de hermanos — medité un momento lo que había dicho —. Lo lamento, pero es una de las consecuencias de quererlos. Mi hermano nunca se preocupó de la forma en la que tú lo haces por Enola, pero nosotros... somos un caso especial.
Dejé escapar una risita nerviosa para restarle importancia.
—Debería anotarlo. Algunas veces me parece que va a terminar tras las rejas algún día —susurró riendo también. Al parecer le había contagiado mi humor y, al menos por ahora, no veía la desobediencia y el peligro que corría Enola cómo algo preocupante en el mal sentido.
—Algún día te va a sacar de quicio, eso es seguro —me eché hacia atrás, pegando mi espalda cubierta de tela al respaldo del sofá. Sherlock desvío la mirada del suelo y volvió sus ojos oscuros a mí. Tragó un poco de saliva, aún sin desviar su mirada de la mía. Se le marcó la manzana de Adán mientras su saliva paseaba por su garganta —. Y planeo verlo cuando pase.
El aire se volvió frío, fétido y pesado en tan solo un segundo. A penas la última palabra salió de mi boca el aire que nos rodeó se transformó, y de paso, cambió nuestros semblantes.
Era claro que, aunque quisiera, sabíamos que no estaría presente cuando la hermana menor de Holmes lo sacara de quicio. Cuando termináramos con aquel caso enigmático me iría para siempre y me casaría con Patrick, jamás volvería a ver a Sherlock y no podría verlo volverse loco de preocupación por su hermanita menor.
Ninguno dijo nada por un buen rato. Ambos estábamos pensando lo mismo pero ninguna palabra salió de nuestras bocas hasta varios minutos después.
—Deberías ir a casa ahora —musitó con la garganta seca —. Tengo cosas que hacer ahora y... deberías ir a descansar. Estoy seguro de que tienes cosas que hacer también.
Podría haber reclamado o haber hecho un comentario sarcástico sobre que ya no me necesitaba en el caso y que prefería hacer las cosas solo. Pero preferí quedarme en silencio, había un baile al que debía asistir y no podía desperdiciar más tiempo.
Me despedí de Sherlock y salí del apartamento.
Cuando llegué a mi edificio, subí la escaleras con impaciencia. Siempre que iba apurada esas malditas escaleras parecían hacerse más largas. No sabía de dónde salían tantos escalones, pero ya tenía las piernas entumecidas de tanto correr. Al llegar a mi puerta una caja rectangular color blanco con una cinta lila me recibió. No me había percatado de que la señora Black estaba allí, en su sillita usual, hasta que me habló.
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Un caso de amores libres y misterios indescifrables [Sherlock Holmes]
Fanfiction"We won't forget each other, right?" Eleonor Lockwood siempre ha sabido lo que quiere. Su mayor sueño obtener una plaza en una prestigiosa escuela de arte y convertirse en una artista reconocida, mostrar sus obras al mundo. Cuando aparece un hombre...