Su nombre era Perú.
El omega de hace dos semanas se llamaba así. Había podido visitarlo todos los días, quedándose sentado en un rincón viendo cómo los clientes entraban y salían. Sin darse cuenta se había vuelto un hábito suyo y Perú ya era muy consciente de él.
Además, ya no le tenía tanto miedo, solo en momentos dónde Usa se quedaba hasta la noche, pero el alfa se encargó de no realizar ninguna acción que podría malinterpretar sus intenciones, cosa que terminó de convencer al omega, aunque siempre estaba preparado para reaccionar a la defensiva.
Hubo cierta noche donde notó a un viejo entrar a la tienda y visualizo como el omega sonrió al instante. Por alguna razón sintió un sabor amargo en su lengua, no eran celos, era sobre cómo miraba ese hombre a Perú.
Usa no dijo nada esa noche, pero si se dio cuenta como el viejo lo miró serio, era aparentemente el gerente del lugar, entonces probablemente Perú podría estar en problemas, pero no tenía una razón, porque Usa siempre compraba algo al llegar, era su razón para volver a ver al omega.
[...]
— ¿sabe usted que Usa va siempre a esa tienda cerca del estacionamiento de la universidad?
— ¿por qué va tan seguido?
— porque le gusta el omega que trabaja allí.
— sí, me gusta él. — confesó sin titubear y continuó comiendo.
— su mamá ríe — Usa, ¿por qué no lo traes a la casa?
— porque él me tiene miedo, tiene miedo de todos los alfas. Además, tampoco salimos.
— quizás después del trabajo puedes llevarle las galletas que hice.
— sí, iré a visitarlo hoy en la noche, porque tengo trabajo pendiente.
Oh no.
...
Fue un milagro para Perú que Usa haya entrado por esa puerta cuando finalmente se iba a rendir.
-—

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Un alfa | Usper
RandomOdiaba ser alfa, lo detestaba con todo su ser. Sin embargo era uno. Y aparentemente, para Perú también lo era, y si ser alfa significaba vivir junto a Perú, entonces se aferraría a esa identidad. / Segunda parte de "Un Omega" /