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Otra vez ese sonido.

Una cremallera esta vez abriéndose.

Podía asegurarlo porque todavía recordaba aquel día donde sus amigos abusaron de esa pobre omega.

Recordaba aquel sonido, y unas ganas inmensas de vomitar se asomaron, podría jurar haber sudado frío por un instante, no fue hasta que se percató que el sonido venía del lugar donde trabajaba Perú.

Oh, Perú...

Podía escuchar claramente un forcejeó y luego un silencio pleno, ¿se había rendido como ella?...

Usa rió triste.
Usa estaba enojado.
Usa podría matar a alguien hoy...

Y era lo que se imaginaba, porque apesar de pensarlo, sus pies se movieron solos, de pronto sin siquiera ser consciente ya se encontraba sobre aquel viejo de la última vez, pegando una y otra vez con sus puños el rostro del señor.

Había tocado a Perú.
Había querido abusar de Perú.
Usa no descansaría hasta que esa sangre cubriera por completo su rostro.

Y así lo hizo, no tardó mucho en dejarlo inconsciente, estaba tan lleno de ira. Tan lleno de odio. Tan lleno de rabia.

Tan lleno de sangre ensuciando sus manos, todavía sentía ese nudo en su garganta y fue aún peor cuando vio el rostro del peruano.

Sin vida.

Estaba completamente envuelto en si mismo, pero no lloraba, ni se movía, solo había mirado la escena sin titubear o apartarse.

— déjame vestirte... no te haré daño.

Murmuró Usa sin recibir respuesta.

El bicolor no reprochó en ningún momento cuando al ser cambiado su ropa fue manchada de sangre. Tampoco reprochó cuando fue llevado sin preguntar al departamento de Usa.

Y no reprochó cuando fue bañado.

Cuando fue cambiado.

Ni mucho menos cuando fue brindado de una cómoda cama.

Pero en algún momento tomó consciencia y se disculpó.

Perú se había disculpado.
Y eso estrujó aún más el pecho de Usa.


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Un alfa | UsperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora