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•Pov pedri
España, Barcelona
tres días después

llegó exhausto a mi casa después del entrenamiento, gracias a dios que Elena no estaba aquí y había ido a visitar a sus papás, ayer habíamos vuelto de Francia, fuimos por un evento de Adidas

Amelia estaba ahí y ni las miradas cruzamos, no sé si habrá sentido que la miraba, ya habían pasado dos semanas, dos semanas sin hablar con Amelia, estaba cabreado, mucho, porque no sabía que hacer a estas alturas, la extrañaba, demasiado y pensar que ella debe de estar pensando cosas horribles de mi hace que se me erice la piel

estaba intentando ver con mi abogado que podíamos hacer sin que nadie se enterara, pero como cada cosa que tenga que ver con trámites era largo.

No me demoro más de 6 minutos en la ducha, me dejo el pelo mojado antes de acostarme en la cama y comenzar a leer el nuevo libro que había comenzado

dejo el libro de lado cuando tocan la puerta ¿quien podía ser? eran las 11 de la noche y Elena no podía ser

abro la puerta y me quedo helado cuando veo a la rubia a tan solo 2 metros míos

no dice nada, solo me mira seria y eso hace que trague saliva

—vine a hablar, tú me vas a escuchar y responder

me dice con voz firma que hasta me llega a sorprender la manera en la que me lo dice,  yo trago saliva antes de asentir y dejarla pasar

Pov Amelia

me siento en completo silencio en el sofá del comedor de la casa de pedri, el solo me mira fijamente y sinceramente no se que estoy haciendo

trataba de estar firme y mostrarme fuerte pero sentía que a la primera palabra me iba a soltar a llorar, a romperme delante de él

—hazme entender —le digo en un susurro tratando de no mirarlo a los ojos o me rompía ahí mismo, trataba de tener la voz firme y dura para aparentar de que no me había dolido lo que había hecho pero eso era imposible

—estoy con ella —me responde en seco mirando para otro lado, es ahí cuando yo lo miro a los ojos pero él no me devuelve la mirada

—no me había dado cuenta —le digo con una sonrisa irónica mirando hacia atrás la maleta de un rosado chillon

—no se que quieres entender Amelia

es que era un gilipollas en toda su palabra, me paro del sofá para quedar enfrente de él y que me mirara a la cara

—entender él porque estás con ella, porque no te creo, no te creo que todo haya sido mentira, no quiero creerlo, porque la persona de la que me enamore no me estaría haciendo el puto daño que estoy sintiendo ahora 

sentía un puto nudo que se me estaba formando en la garganta

ahora si que lo estaba mirando a los ojos pero él muy cobarde no me miraba a los ojos a mi, probablemente ya tenía los ojos llorosos, genial

—tal vez nunca fui la persona de la que te enamoraste

—y porque no te atreves a mirarme a los ojos? tan cobarde eres? venga pedri, mírame a los ojos y dime que me vaya, que no me quieres, te juro que si me lo dices no vuelvo a buscarte nunca más —estaba en frente de él y aún así él no me devolvía la mirada, le tomó de la mejilla con mis dos manos para que me mirara — joder pedri, mírame cuando te hablo

se queda en silencio, en completamente silencio y veo como se aguanta las lágrimas que quieren salir de sus ojos hasta que terminan por salir

—porfavor di algo —le susurro antes de soltarme a llorar

¿Destino o casualidad? - pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora