9- RITUAL DE LAS SOMBRAS

34 4 0
                                    

Sunghoon siempre fue alguien sumamente atlético.
Desde niño había estado en diversos deportes, incluso era el campeón en patinaje artístico. Había nacido con la habilidad de ser un atleta nato; su especialidad, podría incluso presumir de ello, era el patinaje y la gimnasia.

Campeon nacional de corea al menos unas ocho veces, decenas de torneos regionales, y buenos lugares en el ranking mundial. Presumía de unas increíbles capacidades coordinativas y físicas. Era veloz, ágil, fuerte y con una resistencia envidiable, pero jamás en su vida, ni siquiera en su competencia más importante que había tenido a lo largo de su carrera, había sentido que el aire abandonaba sus pulmones y quemaba el interior de ellos como en ese momento.

Jamás había deseado con todas sus fuerzas que sus piernas fuesen más rápidas de lo que ya eran, ni tampoco había deseado que la descarga de adrenalina le durara mucho más tiempo.

Nunca se había sentido tan impotente y desesperado de que su cuerpo no le diera para más como en ese momento que se encontraba corriendo a través de los terrosos callejones de esa maldita aldea.

Corrió y bajó las escaleras empedradas que se encontraban en la pequeña explanada, frente a la enorme puerta de madera que limitaba los terrenos de la enorme casa Takahashi . Ya ni siquiera le importaba el movimiento frenético de espíritus a su alrededor
sólo tenía en mente una sola cosa:

Llegar a tiempo antes de que el ritual del sacrificio se concretara

Pero los músculos de sus piernas le quemaban y ya no respondían correctamente. Cayó de bruces al suelo golpeándose el rostro.

Se quedó un par de segundos tirada boca abajo.
Sentía unas inmensas ganas de llorar.

-No voy a llegar a tiempo... no voy a lograrlo... -se decía mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. El miedo, la impotencia y la desesperación lo estaban consumiendo, sin contar que el cansancio, las heridas, el desgaste de las visiones y la increíblemente pesada energía del lugar la estaban marchitando a cada minuto que pasaba dentro de ese lugar.

"No puedo hacer esto solo" Pensó en los chicos que le habían tendido la mano en esa horrenda dimensión oscura. Los necesitaba, pero había huido y las había perdido en algún punto de la red de túneles. No sabía dónde estaban, no sabía si se habían topado con el Kusabi, con Los Condenados o algún otro ser de muy baja energía astral que pudiera capturarlos y sumirlos en un sufrimiento eterno.

Intento ponerse de pie, pero se mareó y volvió a caer.

Ya ni siquiera estaba enfocando correctamente.
Era el fin.

Moriría aquí, igual que todos y tendría que esperar, al igual que todas las presencias en el lugar, que llegara otro par de almas gemelas, otro par de personas especiales nacidas bajo esa misma condición y para ello pasarían años, décadas o hasta siglos, tal como esta última vez, que tuvieron que pasar cientos de años para que ellos llegaran a esta aldea.

O tal vez, Jungwon podría hacer que Sunoo se lanzara al abismo y probablemente eso acabaría con la maldición y todos serían liberados, pero, aun así, ambos morirían y El no iba a permitir que Sunoo se lanzara a las puertas del infierno.

Quién sabe cuánto tiempo más tendría que pasar para renacer y buscar a su alma gemela, si es que podría encontrarlo alguna vez.

Sunghoon se levantó como si llevara una tonelada de peso en su espalda cuando observó que una mariposa roja y brillante revoloteó frente a El, llamando su atención. Estiró su brazo y abrió la palma de su mano y ese pequeño ser, con toda la confianza del mundo, se posó suavemente en su maltratada mano.

Mariposa carmesí [ SUNSUN] [ENHYPEN]  //AU ENHYPEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora