Capitulo 16

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Elijah

Había pasado un mes desde la última vez que había hablado con Leviatán. 

Los días transcurrían con normalidad; sesiones de fotos, desfiles, fotos en las portadas de las revistas más importantes del país...

Todo hubiera parecido seguir igual, de no ser por las pesadillas constantes que me han estado frecuentando desde el momento en el que supe que mi vida corría peligro. 

El mismo escenario se repetía noche tras noche, sin ningún cambio: 

Padre habría un portal para nuestro destierro bajo cada uno de nosotros. Los gritos de mis hermanos se escuchaban fuertes y claros, la desesperación por no ser absorbidos se podía notar por la manera en la que gritaban. 

Cundo había caído en el portal, de mi boca no salía ni un solo sonido, trataba de gritar, pero fue imposible. Era como si mis cuerdas vocales se hubiera hecho un nudo dentro de mí impidiéndome expresar mi frustración y agitación mediante algún tipo de sonido. 

A continuación, caía en la sala de coronación. Demonios, maldiciones, esbirros y condenados estaban allí. Sentía presión en mis tobillos, estaba encadenado. 

Hainess, Ragnak, Nicklaus, Malik y Kade estaban en primera fila junto a sus respectivos mentores. 

No entendía, ¿qué estaba sucediendo y por qué...

Alguien estaba sentado en el trono de padre, su silueta no era nítida, más bien la veía borrosa y sin rostro. Padre entró con Behemoth y se posicionó detrás de su trono. No entendía que estaba pasando, pero mi Pecado estaba ansioso, quería salir y arañaba en mi interior por hacer que mi poder brotara de mi cuerpo. 

Entonces, justo cuando me había resignado a comprender algo de lo que estaba sucediendo, padre puso su corona en la cabeza de quien estaba sentado en su trono. 

Su cuerpo comenzó a ser más visible, sus manos y...su rostro. 

Kenzo sonreía mientras me miraba con superioridad. 

Mi Pecado salió de mí al instante, rompiendo las cadenas y haciéndome gritar del enojo. 

Comencé a correr hacia él, su mirada no abandonaba la mía, su sonrisa tampoco se disipó de su rostro bajo ningún momento. Todos me observaban pero nadie venía a pararme.

Kenzo levantó una de sus manos e hizo que me parara en seco. La cabeza de Leviatán colgaba de su manos. 

Todos se giraron para verme.

—Tú serás el siguiente.—Hablaron todos a la vez. 

Después era lo mismo de siempre; yo despertándome agitado y el mal humor abordando en mí por el resto del día. 

 En eso se resumían todas mis noches. No había nada que pudiera hacer para relajarme o al menos, que me permitiese dos segundos de tranquilidad. Mis sentidos estaban alerta, sentía que me observaban con cada paso que daba. Era jodidamente frustrante. 

Nervioso y paranoico, así es como me describiría en este último tiempo. 

—Bien, nos tomaremos un descanso chicos. 

El fotógrafo guardó la cámara y el equipo comenzó a moverse. Nos entregaron batas tanto a mí como a Dupont. 

—Una sesión más y podremos irnos, lo estáis haciendo genial. 

Monique nos elogió a ambos. 

La historia con Dupont seguía exactamente igual que antes, la diferencia, era que ahora teníamos que aparecer más en público, juntos. Sesiones de fotos, salidas a lugares al aire libre que dieran a entender que pasábamos tiempo a solas... Y acercamientos sutiles pero evidentes al mismo tiempo. 

Envidia [#2 Pecados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora