Capitulo 3

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Eliljah

El agua envolvía mi cuerpo, mis músculos anteriormente tensos, parecían relajarse con el roce de los fluidos sobre ellos. 

Traté de relajarme y concentrarme en mi objetivo. Despejé la mente, respire hondo y dejé que mi Pecado tomara las riendas de la situación. 

No me hizo falta abrir los ojos como para saber que unas líneas negras comenzaban a ascender por mi cuerpo llegando hasta mis manos. Mi cuerpo comenzaba a calentarse mientras mis sentidos de agudizaban. 

Las voces de los pensamientos que hasta ahora siempre me encargaba de callar, comenzaron a escucharse fuertes y claras, no había pensamiento capaz de pasar desapercibido por mí dado el estado en el que me encontraba. 

Sonreí en cuanto conseguí enfocarme en el único pensamiento que me interesaba. 

<<Te tengo.>> 

Abrí los ojos y me levanté de la bañera despacio. 

Caminé lento y seguro hasta la puerta del baño y antes de salir, eché un vistazo a mi cuerpo tumbado e inmóvil que yacía en la bañera.

Toda mi anatomía se veía envuelta en un humo negro mientras mi cuerpo flotaba sobre el agua. Mis manos, brazos y cuello estaban marcados por líneas negras, mientras que mis ojos continuaban cerrados. 

Caminé hasta salir del departamento y seguí el rastro de pensamientos negativos que dejaba la voz. 

—Me he dejado la piel durante tres años en la compañía.

Giré a la derecha

—He cumplido todas y cada una de las normas que han puesto. 

Continué de frente, se escuchaba mucho más cerca.

—No he estado envuelto en ninguna polémica. 

De mis labios salió una sonrisa oscura, sentí la punta de mis colmillos chocar contra mi lengua mientras mi Pecado gritaba por ponerle la mano encima a esa pobre alma.

—Y todo para que el hijo de perra de Elijah se lleve la nominación a modelo masculino del año en tan solo meses. 

Volví a sonreír mientras pasaba la lengua por mis filosos dientes. 

<<Me alegra saber que tu estado sea debido a mí, pedazo de mierda.>>

Giré el pomo de la puerta mientras sentía como mi anatomía crecía. 

Había extrañado aquella sensación en mi cuerpo. 

Caminé por la amplitud de aquel departamento ajeno al mío mientras continuaba escuchando como me maldecía desde sus adentros. 

Se veía frente al espejo con el ceño fruncido; su mandíbula se mantenía apretada mientras ambos puños se aferraban al lavadero con fuerza, provocando que las venas de sus extremidades comenzaran a notarse. 

Caminé hacia él despacio, lentamente y con cuidado. 

Me sentía exactamente igual que un depredador; me acercaba a mi presa con sutileza y esperando pacientemente a para saltar sobre ella y acabar con su vida. 

<<¡Devóralo, termina con él! ¡Llévate su alma al Infierno!>>

Mi pecho subía y bajaba, mi respiración se volvió errática y mis manos ya comenzaban a picar por hacer lo que quería desde que lo escuché por primera vez. 

<<¡Hazlo Elijah, hazlo!>>

Puse una mano en su cabeza, y en cuanto hice contacto con él, sus ojos se voltearon tornándose blancos. 

Giró sobre sí mismo hasta quedar frente a mí, sus boca estaba abierta y boqueaba igual que un pez fuera del agua. 

Sus manos temblaban mientras que su piel comenzaba a adquirir un tono blanquecino fuera de lo normal. 

Acerqué mi cara a la suya y dejé que mis ya muy probables ojos negros lo envolvieran en la oscuridad. 

Vi a través de él, de su triste y patética alma. Toda su vida corrió por mis ojos: recuerdos con su  familia, amigos, momentos felices y memorables. 

Tuve que ahondar un poco más en él para poder llegar hasta mi nueva fuente de alimentación. 

 —Aquí estás.

Resentimiento, impotencia, rencor y... Envidia.

Separé mis labios levemente para poder absorber hasta la última gota de su ser. 

Comenzó a temblar bajo mis manos mientras parte de su alma viajaba de su cuerpo al mío.

Tenía que admitirlo, sabía que tenía que controlarme, pero siendo honestos. 

¿Lo haría? 

Sonreí internamente. 

<<Por supuesto que no.>>

Pensaba alimentar mi poder por todo el tiempo que me había estado conteniendo. 

Comenzaba a notar como su peso comenzaba a disminuir, sus manos dejaban de temblar por cada segundo que pasaba alimentándome de él. 

<<Lo vamos a matar.>>

Ya lo sabía.

<<Leviatán dijo sin rastros.>>

Maldije para mis adentros y corté con la conexión. 

Su cuerpo se desplomó en el suelo y yo cerré los ojos para luego ver mis manos. Un aura oscura cubría estas mientras que las venas negras palpitaban a su alrededor. 

—Delicioso. —Dije con voz grave y ya complacido. 

Me agache para poder escuchar bien los latidos de su corazón. 

Eran lentos, pero constantes. Había parado justo a tiempo. 

Sujeté su cabeza con mis manos aún cubiertas por el aura negra y miré sus ojos; sus orbes castaños viajaban hacia todos lados de la habitación, las ojeras comenzaron a notarse bajo sus ojos y su boca estaba seca. 

Sonreí. Y hablé. 

—Me temo que ya no me sirves,—hice una mueca y me levanté—ha sido un placer hacer negocios contigo. 

Me posicioné frente al espejo y cerré los ojos. Al abrirlos, desperté en la bañera. 

Me levanté provocando que el agua desbordara de la bañera e hice que mis huesos tronaran. Primero giré mi cuello, luego hice tronar los dedos y por último mi espalda. 

<<Añoraba esta sensación de poder.>>

Me sentía eufórico y con ganas de más, mucho más poder. Pero tenía que ser paciente y no adelantarme a los hechos. 

Esta vez no dejaría que mis deseos e impulsos me llevaran a tomar malas decisiones, no de nuevo. 

De las imprudencias podía encargarse Nicklaus.

Envidia [#2 Pecados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora