Capitulo 19

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Elijah

—No.

Alzó una ceja y me desafió con la mirada mientras me sonreía de manera ganadora, después  esparció las especias por encima de los espaguetis haciendo que rodara los ojos molesto. 

—No pienso comerme eso. 

—Bien, entonces no comerás hoy.—Se llevó ambos platos hacia la isla de la cocina y se sentó para comenzar a comer. 

Vi de reojo como llevaba el tenedor hasta su boca y hacia ruidos de satisfacción mientras saboreaba la pasta que anteriormente ella había echo. 

<<Es mi casa, ¿por qué simplemente no voy y me hago mi propia cena?>>

Mordí mis labios tratando de no soltar el décimo gruñido de la noche. Resoplé y me senté frente a ella justo donde había colocado el otro plato. 

Sonrió burlesca cuando vio como cogía el tenedor para llevarme la comida a la boca. 

La miré sin expresión y comencé a apartar todo aquello que le había dicho que no me comería anteriormente. 

—Tienes el paladar de un niño de seis años.—Bufó viendo como dejaba en una esquina del plato el tomate cherry y la cebolla. 

—Te dije que no me lo comería y es lo que hago. 

Se encogió de hombros y volvió a centrarse en su plato. 

Después de un largo tiempo en silencio habló. 

—¿Normalmente comes en silencio?

—Normalmente como en paz, pero como durante las próximas semanas no será posible, tendré que comenzar a acostumbrarme a esto. 

—Estás haciendo esto más grande de lo que es,  Elijah—. Dijo antes de limpiarse con la servilleta. 

La ignoré mientras seguía comiendo de mi plato. 

Después de la pequeña reunión que tuvimos los cuatro hacía ya dos días, finalmente habíamos decidido—más bien Monique y Dupont habían decidido—que en las próximas semanas Noelle se mudara a mi casa durante un plazo de tiempo indefinido. 

Saldríamos y nos dejaríamos ver entrando y abandonando mi apartamento, pasearíamos y haríamos todo tipo de cosas juntos para así alimentar a las cámaras y hacer ver que este falso descanso que teníamos lo aprovechábamos para afianzar nuestro romance ficticio todavía no confirmado. 

La asiática había traído todo lo necesario para ella ya por la mañana, y después de hacer su última sesión de fotos, vino a mi apartamento.

—¿Tengo que comenzar a asumir que pasaré los próximos días aquí en completo silencio?

Suspiré y aparté mi plato ya vacío para cruzarme de brazos frente a ella.

—¿Qué es lo que propones? 

—Una tregua, algo así como ponernos una serie de límites. 

—¿Una tregua?

—Dado el largo tiempo que pasaremos juntos, una tregua es la solución más adulta para poder afrontar todo esto, así que sí. Una tregua junto a una serie de condiciones para poder convivir como los adultos que somos.

Entrecerré los ojos y asentí.

—De acuerdo.

Suspiró. Llevó sus manos hacia su cabeza y se recogió el cabello con una goma. 

—Bien,—me acomodé en mi sitio recostando la espalda hacia atrás, hice un ademán indicándole que comenzara a hablar—puedes comenzar.

Dio un trago a su vaso de vino tinto y se aclaró la garganta. 

Envidia [#2 Pecados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora