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Porchay volvió a despertarse una vez más, en el feo sótano y en aquel frío colchón, desnudo y adolorido, aunque ya no era solo un dolor físico pues su alma también dolía.

Habían pasado varios días desde que su celo se había terminado, aunque no sabía cuantos, su lucidez había vuelto pero lo recordaba todo perfectamente, por lo que se sentía sucio y muy mal consigo mismo.

Se odiaba y sentía asco por haber deseado al alfa y por haberle implorando que lo follase una y otra vez hasta apaciguar su deseo.

Odiaba haber sido tan débil, no haberse aguantado y le mataba saber que no había retorno, por lo que  prefería morirse a seguir así.

Ya todo le daba igual, sospechaba que aquel monstruo llamado Kim no lo dejaría irse nunca y por la marca de su cuello ya tenía su vida desahuciada.

Tan solo le quedaba resignarse y esperar a la muerte o hallar el valor y terminar con su sufrimiento de una vez por todas.

Permanecía aún tumbado, cuando de repente sintió unas enormes ganas de vomitar, entonces rápidamente se levantó, corrió al baño y se puso de rodillas vaciando su estomago hasta el punto que empezó a dolerle, luego de eso se dio una ducha.

Al regresar a la cama minutos después, este se dio cuenta que el alfa le había dejado una bandeja con comida en las escaleras, entonces la cogió pero la fruta le daba asco, la leche ya fría le daban arcadas y aunque también había tostadas, no le apetecía, así que la dejó de nuevo y sólo se tomó el zumo.

Como no quería tumbarse de nuevo, se puso a inspeccionar el lugar y horrorizado comprobó que no se había dado cuenta de que a un lado de la pared había unas enormes y fuertes cadenas y también un armario con ropa limpia; varias camisetas básicas y pantalones holgados largos y cortos.

Después de pensárselo mucho, este se puso una camiseta y un pantalón largo, los cuales apestaban al alfa pero le dio igual, ya que se estaba acostumbrado a su olor.

De repente, oyó unos ruidos procedentes de la puerta y acto seguido corrió a tumbarse de nuevo, entonces vio que Kim bajaba las escaleras con otra bandeja, por lo que chasqueó la lengua con fastidio.

...-¿Por qué no has comido nada?-preguntó el alfa mirándole.

Porchay le sostuvo la mirada pero no le habló pues pensaba que daba igual lo que dijese, total seguramente recibiría un castigo igualmente.

-Te estoy hablando, ¿Por qué no te comiste lo que te traje?-gruñó el alfa preocupado-¿Acaso quieres enfermarte?

El moreno omega le sonrió de oreja a oreja pero siguió sin pronunciar palabra, lo que enfureció al alfa, el cual dejó la bandeja en el suelo junto a la otra y se acercó a este  rápidamente.

-¿Te has puesto mi ropa?

El omega siguió sin decir nada, tan solo lo miró sonriendo como si hubiese perdido el Norte.

Intentando tranquilizarse, Kim recordó entonces las palabras de Joong pero el omega lo estaba desafiando y parecía ya no temerle, era como si le diera igual vivir que no.

El alfa sintió que era como si lo quisiese provocar, tras volviese loco y así terminar con su miserable vida, por lo que sintió un hilo de lástima.

-¿Me escuchaste?, ¿Por qué ya no me gritas como al principio?, ¿por qué no me suplicas?, Maldiceme, resistete, dime algo- le ordenó el alfa desesperadamente, mientras lo sacudía de los hombros para que este reaccionase

Porchay tan sólo agitó sus pestañas y se mordió el labio eróticamente, sin dejar de mirarlo, a continuación soltó una leve risita, por lo que el alfa lo soltó bruscamente echándolo sobre el colchón.

—¡Maldita sea!

El alfa intentó controlarse pero el omega había vuelto a encender su deseo con sus provocaciones y sin previo aviso su celo volvió, entonces su ropa se rasgó por el agrandamiento de sus notables músculos y sus ojos se volvieron negros completamente.

Nublado por el deseo, este se abalanzó una vez más sobre el omega, arrancandole la camiseta y los pantalones que se había puesto y a continuación le separó las piernas y se introdujo en él.

El alfa besó y lamió con desespero el delgado y terso cuerpo del lindo omega, mientras que este miró al techo con sus mejillas sonrojadas y su corazón lleno de incertidumbre.

Cuando el alfa anudó, este volvió a moder y entonces Porchay gritó de dolor, mientras la semilla de Kim lo llenó una vez más.

Luego de unos minutos, el alfa recuperó el aliento y entonces volvió su lucidez, viendo que el omega permanecía inmóvil, por lo que se levantó y se vistió una nueva ropa del armario, lanzándole otra.

-Toma puedes ponertelas, siento haberte roto las otras.

El omega no dijo nada, solo se incorporó, limpió los restos de semen de su entrepierna y a continuación comenzó a vestirse.

-Ahora come algo, debes alimentarte bien o te enfermarás, te dejaré solo.

Cuando el alfa se fue, Porchay miró la nueva bandeja y vio que en ella había una rica ensalada y una jugosa hamburguesa, así que poco a poco se lo comió todo, a pesar del mal estar que sentía.

Odiaba los repentinos cambios del alfa, estaba harto de su fiereza y de su amabilidad bipolar, los cuales solo hacían confundirlo.

Sentía que era como estar con dos alfas diferentes a la vez y realmente no sabía cuál de ellos le repugnaba más o si en realidad, la repulsión era hacia su omega interior, el cual lo hacía mostrarse dócil ante ambos.

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9. KimPorchay: El gruñido del alfa - Omegaverse Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora