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Una casa, una familia, un hogar.
Esas eran las tres cosas que Ekko perdió siendo tan solo un niño, pero que recuperó al volverse un hombre.
Cuándo pensó que nada podría mejorar al mudarse a su nueva casa le diste la noticia: estabas embarazada, otra vez.
Elmert, Enoch y Ernest ya no eran tus tres bebes de tes oscura y cabello blanco, ahora eran niños a los cuáles les sobraba energía. No por nada se cambiaron a una casa más grande.
Uno de los sueños más profundos de Ekko siempre fue tener una familia grande (ya que el jamás tuvo una propia).
Sentarse a comer todos juntos en el almuerzo, un "no corran dentro de la casa" o el simple echó de contar cuentos antes de dormír eran por mucho su cosa favorita en el mundo desde que te tiene, y a los niños.
Casi se desmaya cuándo revelaron que el 4to miembro de su familia sería un "ella"
Eliette terminó por completar su enorme familia de, ahora, seis integrantes.
Era ahijada de Violet, a decisión (te lo imploro por una semana) de Ekko; parecía que había sido ayer cuándo el estaba junto a Vi en la sala de espera, ambos llorando a causa de que el parto resultó ser más complicado de lo que parecía, siquiera pensar en perder a alguna de las dos era el peor castigo que pudieran darle. Al final del día todo salió bién, y cuándo cargo a su hija por primera vez... fue como si (otra vez) su vida tomará sentido.
Tu en cambió te decepcionante de tu ADN por segunda vez, vómitos, mareos, dolor de espalda, migrañas y todo para que al final, se parezca a el... de nuevo.
8 meses exactos habían pasado desde eso, los trillizos estaban felizmente pasando el fin de semana con sus tías Caitlyn y Vi, mientras que ustedes dos cuidaban a su bebé.
──¡Oh no, no vomites sobre papá otra... ── muy tarde. Eliette regurgito toda su merienda sobre la camiseta nueva de Ekko.
──Espera ahí, voy por una toalla.
Te levantaste del sofá y volviste a la sala, pero te detuviste en silencio a escuchar la conversación que estaba teniendo tu pareja con ella.
──Sabés, no me importa que vomites todas mis prendas de ropa, aún así te seguiré queriendo. ── la menor solo miraba fijamente a su padre, como si entendiera perfectamente lo que acababa de decir ── Puede que no sea el mejor papá del mundo, pero prometo jamás lastimarte, te enseñaré buenas costumbres, dejaré que tomes tus propias decisiones, y lo más importante ── dijo antes de colocar en beso en la frente de su única hija ── Yo jamás, jamás te voy a abandonar.
Su hermoso discurso hubiese seguido, de no ser porque te escucho llorando.
──¡Vas a ser el mejor papá del mundo!
El dejo a Eli en su pequeño carrito de bebé y se acercó a ti.
──Tu también vas a ser la mejor mamá del mundo.
Dijo abrazandote y secando tus lágrimas
──Oye... todavia tienes la camisa vomitada.
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