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Durante los meses de verano, no había mucho que hacer con respecto a tu trabajo, tus planes de estudio no te llevaron tanto tiempo ya que estabas tan apasionada con esto, por lo que trataste de distribuirlo durante las semanas previas al primero de septiembre.
Ser maestra en Hogwarts, eso era lo que siempre habías querido.
Caitlyn sabía que detestabas estar sola en casa todo el día, y a veces incluso hasta bien entrada la noche, hasta que ella regresaba de su exigente pero soñado trabajo.
Estar a cargo tenía sus ventajas, las cuales Caitlyn no tenía miedo de aprovechar, por lo que a menudo te llevaba a su oficina, para que ustedes dos no estuvieran separadas todo el día durante semanas seguidas.
Cuando estabas allí, ella no se sentía tan agobiada, ni tan importante.
Ella era la ministra de magia, pero para ti, ella era Caitlyn Kiramman, la prefecta de Ravenclaw que conociste en tercer año, con su bufanda atada siempre de forma correcta en su cuello.
La misma Caitlyn Kiramman que pasó sus años de escuela con la nariz en un libro, solo para ser convencida de comer o dormir por su mejor amiga.
Entonces supo que eras más que un mejor amiga, pero le preocupaba que eso cambiara las cosas, cuando tantas cosas ya estaban cambiando.
──¿Quieres el sándwich de atún o la pasta? ── Preguntaste, cerrando la puerta detrás de ti.
Caitlyn levantó la vista de su extenso papeleo con una pequeña sonrisa: tu eras la única que nunca tocaba la puerta de su oficina.
──Pasta, porfavor.
Asentiste, dejandola en su escritorio.
──¿Bayas o manzana y plátano?
── ¿Por qué no te quedas con la manzana, yo con el plátano y compartiremos las bayas?
──Eso es perfecto, no puedo creer que no pensé en eso. Ahora, tengo agua y un café para que ambas compartamos.
Caitlyn rió.
──En serio _____________, creó que eh bebido lo suficiente ── se volteo hacia la mesita junto a su escritorio dónde se encontraban varias tazas vacías de café.
──De todos modos ── te reíste, acercando una silla al otro extremo de su escritorio. ──Continua.
Por mucho que intentara continuar con su trabajo importante en lo que le quedaba de tiempo, contigo a solo unos centímetros de ella, con la cabeza enterrada en un libro que sabía que estabas leyendo para planificar tu próxima lección, no podía concentrarse, eras tan difícil de admirar, una distracción tan fácil y, sin embargo, no se atrevía a dejarte en casa. No, ella tendría que soportar la distracción, la forma en que pasabas las páginas de tu libro, la forma en que tus ojos parpadeaban sobre las palabras importantes e informativas, la forma en que tu boca se abría ligeramente cuanto más te concentrabas.
Caitlyn sabía que si hubieras sido consciente de la gran distracción que eras, habrías insistido en quedarte en casa, así que hizo todo lo posible por ser lo más discreta posible cuando te observababa; ella robó miradas sobre la parte superior de sus papeles y fingió que estaba pensando profundamente, cuando en realidad simplemente te estaba asimilando.
Como último recurso, agachó la cabeza y se quedó mirando su trabajo, una mirada lo suficientemente fuerte como para quemar a través del pergamino, tratando de recordar su último hilo de pensamiento antes de que regresaras con el almuerzo, pero no pudo.
No había nada en su cabeza excepto tú y esa pasta.
──No has escrito nada en los últimos quince minutos ── dijiste, sin levantar la vista de su libro.
──¿A sí? ── preguntó inocentemente. ──Debe ser solo porque tengo hambre ── mintió.
──Bueno, ¿te gustaría almorzar temprano? ── preguntaste, doblando la página de tu libro para marcar donde lo dejaste.
──Podríamos ir a Londres, si quieres, ¿quizás a Hyde Park? ──
Caitlyn sonrió apreciativamente, asintiendo con la cabeza. Tal vez la comida ayudaría, y el largo descanso para almorzar que tendría contigo. Tal vez entonces no estaría tan distraída, pero lo fuera o no, no importaba, no cambiaría estos días por nada del mundo.
──Vamos ── ella tomó tu mano sobre el escritorio y te dio un apretón.
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