Influencia

1.7K 213 42
                                    

Harry estaba en sus aposentos preparándose, termino de poner el pequeño traje de Mustafá era de un color rojo intenso, muy parecido al que alguna vez le vio al sultán, cuando el pequeño estuvo listo, tomo el vestido que el sultán le había dejado, lo aprecio por un momento combinaba perfectamente con sus rizos largos color chocolate, con sus ojos color verdes, el sultán había pensado en todo, pero tenía una joya en particular que combinaba perfectamente con la del cachorro.

Unos toques suavemente en la puerta lo sacaron de sus pensamientos, fue abrir la puerta, se encontró con el sultán, sonrió un poco coqueto pues aún estaba en bata podía notarse su entrepierna por lo transparente que era.

—Alfa— dijo el omega abriendo por completo la puerta, mostrando totalmente su figura, era perfecta curvas bien marcadas, muslos gorditos.

—Omegas— dijo el alfa evitando ver al omega, sabía que tenía que ganarse el derecho de poder tocarlo— Quiero pedirte que en la presentación de hoy hagas una reverencia

El omega soltó una suave risita— Sabes perfectamente que no lo hare— dijo el omega buscando algunas joyas, y revisando que Mustafá esté bien.

—No debes olvidar con quien estás hablando— dijo el alfa en el oído del omega, tomando fuertemente la cintura de Harry, este solo rio, sabia con quién estaba hablando, aquí viene su actuación de omega sumiso.

—Lose alfa— El omega se dio la vuelta para terminar cara a cara con el sultán, sin esperar nada lo beso, fuerte un beso demandante, un beso lleno de lujuria— Pero no quiero hacerlo, no estoy completamente adaptado a tu cultura— hizo un puchero que sabía que era capaz de convencer al alfa de hacer cualquier cosa.

El alfa suspiro, era verdad Harry fue traído en contra de su voluntad no podía exigirle muchos—Esta bien— el alfa beso los labios del omega— Vendré dentro de un rato— el alfa estaba a punto de salir cuando la pequeña mano del omega lo sostuvo.

—Quiero que Dayra vea todo— dijo el omega acariciando la mano del omega— Y luego quiero que lo mandes lejos, no quiero que moleste a mi cachorro—

—Lo que tu pidas mi omega— el alfa salió de ahí con una sonrisa, dejando al omega solo pues se llevó al cachorro para que el omega pueda arreglarse con tranquilidad.

—Y luego me desharé   de todos esos omegas— sonrió mirándose al espejo, estaba enamorado del alfa pero tenía que ser inteligente si quería sobrevivir en este lugar lleno de víboras.

Se arregló, le sorprendía que el vestido le quedare de manera perfecta se ajustaba perfectamente a su cuerpo, tomo el anillo que le regalo el alfa, y se lo puso, quedaba perfecto con su piel blanca.

El vestido era largo, era un poco descubierto en la parta del pecho, dejando sus perfectas clavículas, las mangas larga con unas aberturas en el codo, dejando un largo de tela. Unas zapatillas abiertas, cuando estuvo listo salió de aquella habitación, uno de los guardias que estaba afuera lo acompaño por los grandes pasillos

—Veo que atrapaste al sultán— era una de las hermanas del sultán, solo giro sus ojos y sonrió

—Majestad— lo dijo con una actitud altanera— No debería faltarle el respeto a la madre de su sobrino—

—Dayra es la verdadera madre— dijo con una sonrisa autosuficiente, se acercó hasta Harry para intimidarlo pero el omega no se dejó— no te atrevas a ponerte a la misma altura que yo, tengo sangre real—

—Y yo soy la madre del heredero— dijo el omega pasando por alado de aquella omega— y muy pronto algo mucho más poderoso— se encargaría de que esa omega derrame muchas lágrimas por aquellas humillaciones.

El sultánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora