Capítulo IV: ¿Vida normal?

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Elías se quedó mirando la entrada del campus universitario, al tiempo que muchos alumnos entraban debido a las primeras clases de la mañana.

El primer pensamiento del día había sido que era ilógico ir a clases con esa apariencia, o solamente estaba evitando la realidad. Él no tendría problema para entrar, el código de la credencial universitaria le daría la libertad para ello.

El tema era el salón de clases, aunque con mucha fe se decidió por "No hay manera que el profesor se fije en los alumnos"

Tomando aire, el "chico" se dispuso a comenzar con la fachada de vida normal, aparte de Laia no le había dicho a nadie lo que le sucedía, ni a su familia.

Con la cabeza a agachas y una pequeña mochila a la espalda, Elías caminó y de vez en cuando miraba hacia los lados, ya llegando a una zona común, llena de árboles y mesas al aire libre justo en medio del campus, y rodeada por edificios, echando una ojeada rápida, los ánimos del joven se dispararon y con una sonrisa se acercó a una de las mesas.

Allí había un grupo de cuatro chicos conversando de manera energética.

-Hola ¿Cómo están? -De forma casual y con una sonrisa de oreja a oreja por ver a sus amigos Elías saludó.

Uno de los universitarios del grupo, pelinegro, miró a la "chica" confundido y luego volvió a ver a sus compañeros como si buscará una explicación a lo que el resto del grupo negó con la cabeza.

- ¿Quién eres? -Tratando de sonar suave, el pelinegro preguntó mientras se encogía de hombros.

Elías dio un paso hacia atrás y bajó la cabeza, de inercia este observó su propio cuerpo cayendo en la cuenta de su extraña situación.

-Lo siento... me confundí.

Los demás chicos asintieron con extrañeza y volvieron a hablar entre ellos mientras lentamente Elías se alejaba apenado(a).

Sentándose en una de las mesas vacías, el "chico" miraba de vez en cuando a donde estaban sus amigos, cuestionando porque simplemente no les dijo la verdad.

Laia se lo había creído ¿Por qué ellos no?

Tras ese pensamiento fugaz, se encogió de hombros, era la misma razón por la confío más en su exnovia que en otra persona.

Una respuesta seca que solo trago mensajes por privado de que si se encontraba bien.

Apoyando la cabeza en la mesa y con la mirada fija hacia abajo

- No estoy bien.

Estaba bien el haber intentado ignorarlo, él mismo pese a haberse visto esta mañana trato de hacer la vista gorda, pero era claro que cambiar de la nada no se puede hacer como si no sucedería nada.

Ya con una fuerte presión en el pecho, mientras su garganta ardía y sus ojos se humedecían, intentando aun ocultar su rostro usando sus manos como almohada y apoyado en la mesa, Elías comenzó a sollozar.

¿Por qué?

No me gusta

¿Qué hice?

No quiero estar solo

Quizás el chico haya perdido la noción de cuánto tiempo estuvo así, o que inclusive se quedó dormido

- Elías~

Al escuchar su nombre como un susurro en su oído, Elías levantó la cabeza de golpe y miro hacia todos lados hasta que finalmente a su lado se había sentado una conocida.

- Laia...

Laia mostró un poco de sorpresa, los ojos del "chico " estaba hinchados y las mejillas sonrojadas, tenía la expresión de alguien que lloro hasta dormirse.

Por un momento ayer Laia pensó que él estaba demasiado tranquilo con todo, y que era normal en el después de todo bajarles el perfil a las cosas.

- Nunca te vi llorar

Elías dio un sobresalto y se limpió los ojos - Los hombres no lloran

Laia sonrió de manera burlona - Que horrible dicho.

El chico se encogió de hombros y asintió - Lo es...pero ahora no soy un hombre....

De manera rebuscada, él se arrepintió y dijo "si llore"

Ambos guardaron silencio, era extraño hablar de sentimientos y más como si ellos actuarán como si no tuvieran el derecho de hablarlos entre ellos.

- ¿Tuviste clases?

- Si

- ¿Por qué viniste hasta acá?

- Porque vi a alguien triste.

El chico miró a Laia y aun así se sentía raro y estúpido

¿Por qué termino conmigo?

Era algo que aún rondaba su mente, no tenía sentido que ella lo siguiera persiguiendo, después de verla como ella se quedó a su lado mirando hacia el cielo en silencio.

Porque así es ...tan amable que duele

- No pude ver a los chicos

- Creo que era obvió...

- No lo había pensado hasta entonces...ni cuando compramos ropa.

Laia se quedó callada, tenía sentido, un golpe emocional fue más impactante que algo físico o incluso lo económico de ir a buscar guardarropa.

Entre la gente del campus, ambos habían fijado su visión al mismo sitio, una mesa con cuatro chicos universitarios, alguno comiendo y otros riendo.

- ¿No les dijiste que terminamos?

Con un poco de esperanza, Laia preguntó, si hubieran terminado ninguno de los dos tendría porque involucrarse con el grupo de amistades del otro.

- No...esa noche fue...un poco - Elías en voz baja habló mientras desviaba la mirada.

Por un momento la chica se sorprendió de que el sociable de Elías no haya hablado de ello con lo que era su grupo predilecto de amigos.

Laia se levantó y tomó a Elías por la muñeca y lo llevó al grupo de universitarios, los mismos chicos que él intentó saludar en la mañana por ser buenos amigos.

- Hola chicos, ella es.... Lía - Tras una pequeña pausa para pensar, finalmente Laia por cuenta propia decidió llamarle así. Elías se sorprendió al escuchar ese apodo y luego movió la mano de un lado a otro como un saludo.

- La de la mañana.

Uno de los universitarios de cabello negro liso y ojos pistacho no dudo en hablar tratando se sonar calmado.

Laia tomó un poco de aire y sonrió - Los escucho hablando y se preguntaba si podía unirse.

- Joan.

El pelinegro sonrió y se levantó de la mesa para ponerse frente a las chicas.

Elías mostró un poco de sorpresa, de verdad no se había fijado que su mejor amigo también era alguien alto o es que de verdad él ahora era más bajo que la media.

- Son, Charlie, Daniel y Fred.

Uno por uno los chicos levantaron la mano un poco al dar nombrados y se acomodaron para dejar un espacio.

Si bien se veían amables ante la "desconocida" estaban un poco dudosos por la petición y cómo congeniar con ella.

Pensándolo un poco, Elías se acercó a ellos y sonrió mientras se sentaba con ellos como si fuera un día normal.

- Soy ... Lía

Lía tiene un secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora