Capítulo VIII : Silencio

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Lía suspiró y miró la bolsa de compras del mini-mercado y luego vio el cielo anocheciendo.

— Ojalá alguien me cocinara.... Como en las películas...¿eso es de pareja casada? Suena bien

Ya divagando, él se dispuso a caminar a su hogar.

Saliendo del mismo mini-mercado, un joven alto y pelo negro se quedó viendo como la chica rubia se alejaba, este la conocía e intento hacer la vista gorda, no tal, no le agradaba ni eran cercanos, pero este frunció el ceño al notar como un hombre encapuchado había comenzado a seguir a la conocida, quizás esa chica no le agradaba pero era imperdonable lo que él creía que pasaba.

El hombre paulatinamente se comenzó a acercar más y más a la pequeña chica rubia, finalmente se había percatado que la muchacha no pensaba ni lo más mínimo de mirar a su espalda, era extraño, generalmente las muchacha cada cierto tiempo miraba sobre su hombro.

En cambio, ella no poseía ni ese instinto de autoprotección obligado por la sociedad.

Joan chasqueo los dientes con asco y aceleró el paso, el perpetrador a estar a segundos de la chica, puso una sonrisa siniestra en su rostro posó sus manos sobre los hombros de la chica y la volteo rápidamente mientras apretaba con fuerza su cuerpo.

Lía soltando un quejido, apretó los dientes y alcanzó a ver por un par de segundos a un desconocido de expresión sombría. Con su corazón latiendo con fuerza y temblando un poco, Elías trató de soltarse y moverse de forma brusca, pero finalmente su físico había caído en un gran problema más allá de lo cómico.

Cuando no pudo aguantar más Elías cerró los ojos y sintió cómo el agarre se le fue soltado y un grito se escuchó a su vez seguido por el sonido de un golpe.

— ¡¿Qué estás haciendo?! ¡¡MALDITO!! — exclamó el sospechoso.

— Esa es mi línea, escoria

Joan con una mirada seria, se acomodo el cabello hacia atrás dejando más visible sus ojos verdes que irradiaban ira.

A su mismo tiempo, este le escupió y pateó cuando el delincuente quiso levantarse con intención de venganza. Finalmente se quedó inmóvil por el dolor.

Elías al procesar lo que acaba de pasar puso una expresión en blanco y dio unos pasos hacia atrás hasta tropezar y quedarse allí sentado producto del shock.

Joan recogió la bolsa de compra que tiró al golpear al acosador y al ver a la persona que había defendido, suspiró y agachándose un poco le ofreció su mano.

— ¿Estás bien?

—Joan...

Lía tiene un secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora