Capítulo IX : Normalización y límite

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Joan miró de reojo a la persona que caminaba detrás de él mientras tiraba de su camisa.

— ¿Estás bien?

Con la cabeza baja y aun un par de lágrimas en sus ojos, Lia solo asintió levemente y con una que otra indicación llegaron a un edificio, no muy grande, pero tampoco pequeño, pero si, bastante conocido .

— ¿Por qué todos viven en estos apartamentos?

Fue lo único que pudo comentar el pelinegro, había cierta lógica , ya que era barato y cerca de la universidad.

Pero para él ya conocer a tres personas viviendo allí, es más que coincidencia.

— ¿Estarás bien? ¿Te acompaño hasta la puerta?

— Estoy bien...— Tratando de simular una sonrisa, Lia se apartó de Joan y movió la mano para despedirse.

— Mentirosa.... Esas cosas no deberían pasar.

El joven se quedó viendo aquello y sacó su celular, para comenzar a teclear rápidamente unos mensajes y volver a guardar su móvil.

Joan sin embargo se quedó mirando hacia un cuarto en particular, con la esperanza de que hubiera luz, sin embargo eso no ocurrió, era tarde para indagar.

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"¿Qué tanto conoces a Lia?"

Laia se frotó los ojos y bajó el brillo de su celular y volvió a leer la notificación.

— Olvide ponerlo en silencio.... Pensé que era más tarde ....

Considerando que dormir ya era un elemento sagrado para un universitario, estar acostado a las 9:00 pm era una bendición de pocos días.

Lo extraño del mensaje más allá de eso, era que fuera de Joan, al abrir el chat y leer la cadena de mensajes, la universitaria se levantó rápidamente y tomando sus llaves y colocándose un par de pantuflas corrió dos pisos más arriba hasta llegar a la puerta de la habitación de "ese chico"

Sin pensarlo y de manera brusca, esta comenzó a golpear la puerta de forma consecutiva.

— ¿Elías? ¿Elías? ¡Abre la puerta!

Pocos minutos después, la puerta se abrió ligeramente y una pequeña persona rubia con cabellos desordenados, la ropa arrugada como si hubiera peleado consigo mismo y los ojos como las mejillas rojas .

Laia miró en shock a la persona que le abrió la puerta, que pareciera que hubiera sufrido lo peor de su vida, se veía realmente patético.

De cierta manera, Laia podía entender todas las sensaciones de ser acosada puede desatar, pero no espero que algo así haya afectado tanto.

Su fortaleza mental era baja o ya estaba llegando a un límite.

Laia abrió la puerta de golpe y puso sus manos sobre los hombros de Elías y lo sacudió un poco

Haciendo que este reaccionara de manera rancia y apartara la mirada

— ¡¿Por qué no dijiste nada?! ¿Por qué no viniste? ¿Por qué solo vienes a molestar cuando estás bien y te encierras cuando pasa algo?!

— Au...

Laia al escuchar ese quejido y ver como este cerraba los ojos y apartaba la cabeza, ella se apartó de Elias y vio como este se sobaba del hombro hasta parte del cuello.

— Quítate la ropa — Con total naturalidad y seriedad que se reflejaban en los ojos grises, Laia frunció el ceño.

— ¿Eh?

Dentro de todo lo que había sucedido, esa fue la reacción más rápida que había tenido Elías, este rápidamente dio unos pasos atrás y negó con la cabeza.

— Quítate solo lo de arriba.

— ¿Qué estás diciendo?

Elías tembló ligeramente mientras apoyaba la mano sobre su pecho como si intentará protegerse y a su vez en un vago intento de simular bienestar — No estoy de ánimo para esas cosas....

Laia se sonrojo al percatarse lo mal que sonaba eso y como el idiota de su exnovio lo estaba interpretando.

— ¿Cómo puedes sacar de contexto algo así? Solo quiero ver si te dejo un moretón o algo peor.

Sacándose parte de la polera, y dejando al descubierto el hombro que mas le dolía, este suspiro sin caer en la cuenta que una personas que dijo odiarlo vino enseguida en su ayuda.

— Se está poniendo morado....

Elías asintió solamente mientras sentía un escalofrío al recordar como un hombre extraño le había lastimado.

Aunque no haya pasado nada peor, la sensación de inseguridad y dolor resonaba más en su interior.

— ¿Siempre es así? — Finalmente, él "chico" de forma más calmada preguntó mientras intentaba aguantar el dolor de que le tocaran donde fue lastimado.

— Generalmente nos dicen de niñas que hay que andar con cuidado en la calle, ver a todos lados por si te siguen y eso.

Al escuchar la naturalidad con la que Laia contaba eso, Elías se volteo a verle el rostro solo para sentirse más abrumado, no había expresión alguna.

Para ella era natural y normal lo que estaba diciendo.

— ¿Para todas?

— Comúnmente diría que sí... supongo.

La "chica" rubia volvió a mirar al frente mientras se sentía asqueada, no por lo que pasó, sino de cómo se normaliza aquello.

Elías solo tiene hermanos, así que ese tipo de enseñanza no la poseía, a lo más los típicos dichos para "ser caballero"

Aunque dándole vuelta al asunto caía en lo mismo, una normalización de crianza.

— ¿Tienes bolsas de hielo?

— Si... en la puerta del refrigerador.

Yendo a buscar lo pedido y entregando a la afectada, Laia miró de reojo la habitación, estaba bastante limpia, no como la última vez que entra cuando todo está fantasiosa situación inició, ese día estaba lleno de cerveza en todos lados

— ¿Ya no bebes? — Tratando de pensar porque no había ni en él refrigerador, cuando generalmente siempre tenía para juntas sociales.

— No me dan ganas ... — Respondió Elías sin mucho interés.

—¿Tienes hambre?

Negando con la cabeza, Elías solo suspiro y presionaba el hielo contra su hombro, su estado anímico se había ido en picada y sólo murmuró para sí mismo.

— ...maldecido....

Laia miró con pena a la persona apoyada en la pared y se sentó a su lado mientras ponía discretamente su mano sobre la mollera de la chica y lo acariciaba lentamente.

Elias levantó levemente la mirada y miró a la persona a su lado que tenía la vista en frente, mientras continuaba moviendo su cabello, este miró al frente mientras percibía cómo la opresión de su pecho se aliviaba, pese a seguir allí el desagradable sentir.

La caricia o la palabra de un otro, puede transformar lo insoportable en tolerable. 

Lía tiene un secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora