Capítulo 1

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—¿Acaso estás llorando?

—¡No!—la menor recita, tratando de sonar alto y firme, tal y como a ese hombre le gusta, pero su voz infantil solo se desmorona. Sus brazos arden cuando aquel palo impacta contra su piel dañada.

La palabra "campamento" se escuchaba divertida, y lo comprobó al ver la televisión, un lindo día para estar al aire libre. Se lo imaginó como un descanso, o un milagro. Era la primera vez que su padre no le dirigía la palabra de forma brusca.

La primera vez que tomaba su mano al caminar. Fue encantador, pensó que sus días cambiarían, qué ilusa fue. Ver como dejaban la ciudad, y seguir por una carretera larga, hasta que los carros dejaron de pasar por completo, pensó que era el perfecto lugar para acampar.

Nunca fue a acampar. Prefirió pensar que sí, era lo mejor. 

Una arma se posó en sus manos, y frente a ella latas fueron dejadas. Entrenamiento. No lo comprendió, miro el objeto entre sus manos con incomodidad, mirando a su padre incontables veces para pedir instrucciones. "Dispara". Simple y sencillo.

Falló, todos los intentos, falló. Su padre comenzó a desesperarse, y el primer jalón se dio. La mano de su progenitor paso por su cuero cabelludo, sosteniéndolo con fuerza para hacerla mirar hacia sus ojos, esos orbes vacíos que le generaban temor. Su cabeza ardió, y las palabras desagradable volvieron a retumbar en sus oídos.

Siguió fallando, y los golpes se volvieron cada vez más fuertes. Dejó de sentir sus orejas, sus manos, y su rostro. Ni siquiera sabía si lágrimas brotaban de sus ojos, no podía sentir la humedad del camino que dejaban. Sentía una brisa, y fue el sonido del impacto que la terminó alarmando.

Había derribado una lata. Él debía estar contento, ¿no? 

"Papá".

Recuerda haber volteado, sin mirarlo a los ojos, a ese gran vacío que la sofocaba y generó que orinara en ese mismo lugar. Sus piernas temblaban, pero una sonrisa apareció en su rostro, solo que otro golpe la borró. No había por qué celebrar, aún faltaban más latas. 

Más cosas por derribar, mientras se destrozaba a sí misma.

Vomitó cuando llegó a casa, expulsó todos esos sentimientos que su estómago experimentaba, y los vio irse jalando de esa palanca. No se bañó, sentía ardor por todo su cuerpo, y no lo soportaría otra vez. Se durmió así, recostada en el suelo, abrazándose a sí misma mientras volvía a pedir por su madre.

Se volvió una rutina, ir de campamento, una y otra vez. Ser golpeada cada vez que fallaba, tener miedo a ese hombre, y sonreír pensando que recibiría un elogio cada vez que lograba algo. Sentirse enferma en casa, después de esas clases de vida, llegar a casa demacrada, sabiendo que, posiblemente, el día siguiente sea peor.

Comprendió que ese hombre, él odiaba su sonrisa, la odiaba a ella. Comprendió, que ese hombre, nunca había sido su padre, a pesar de llamarlo, inconscientemente, de esa forma. Comprendió que no importaba que hiciera, su padre siempre encontraría una razón para mostrarle su desagrado. 

Comprendió que ella era un ser imposible de amar.

Comprendió que ella era un ser imposible de amar

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All of Us Are Dead | [OC x Lee Su-Hyeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora