Avanzada la tarde, con el sol alto en el cielo, Lafanpan permanecía en el interior de la pequeña cueva. A su lado, la niña escuchaba atentamente el cuento que la hada le contaba en ese momento.
Después de despertar, (en un principio asustada al ver que Subaru y Hild las habían dejado solas), Lafanpan le dió algo de comer, cosa que la pequeña devoró hambrienta.
Con la agradable y relajante presencia de Lafanpan, la niña consiguió decir finalmente unas pocas palabras, y así la hada supo al fin el nombre de la pequeña: Ellie. Poco más dijo la infante, aún presa del terror que había vivido en manos de sus captores, pero al menos Lafanpan pudo saber su nombre, cosa que alegró al pequeño ser feérico.
Viendo que estaba algo nerviosa y asustada aún, Lafanpan procedió a contarle cuentos propios de su tierra natal, cosa que logró relajar a la martirizada niña. Si bien aquello no hizo desaparecer el recuerdo de su martirio sufrido, si sirvió para aplacar su angustia un poco y que no pensara en ello, al menos por unas horas.
-Aunque por desgracia, esto no servirá para que olvide lo que ha vivido...nunca podrá hacerlo- Triste era saber que una niña tan pequeña cargara con semejante estigma a tan temprana edad...
Sin embargo, aunque no lo mostraba para no inquietar a la pequeña Ellie, Lafanpan estaba sumamente nerviosa desde hace horas, sobre todo después de percibir, durante unos minutos, aquella energía que no dudaba que provenía de Subaru.
Por suerte, aquella energía nociva y maligna no duró demasiado ni fue demasiado potente para significar que había poseído a Subaru, y se había desvanecido apenas un par de minutos después de aparecer, pero eso no calmó los miedos y la preocupación de Lafanpan por su amigo.
Grande fue su angustia al percibir a ese ente surgiendo de su amigo, y si no fuera por que no podía dejar sola a la pequeña a si cuidado, hubiera ido volando lo más rápido posible con Subaru para cerciorarse de que estaba bien. Pero por ahora, lo único que podía hacer era esperar y rezar por qué su mejor amigo estuviera bien.
Estaba dándole vueltas a ello cuando la hada sintió el Od de varias presencias surcar el límite de su barrera, lo que indicaba que un grupo numeroso de personas entró en el perímetro que bordeaba su refugio.
En un principio el miedo la dominó al creer que había enemigos cerca acercándose a ellas, pero la preocupación dio paso a la alegría y la calma cuando reconoció dos presencias conocidas. La mayoría le eran desconocidas, pero esas dos en específico, sobre todo una de ellas, le era totalmente reconocible.
Feliz, la hada, junto a Ellie, a quien cogió de la mano para llevarla junto a ella, salió hacia el exterior, donde vio como un grupo de unas treinta personas, todas mujeres y niñas vestidas con ropas simples y raídas, aparecían guiadas por Hild, la veterana cazadora que ambos habían conocido el día anterior, y con él, frente a estas, cubierto de sangre y heridas y con algunas piezas de su abollada armadura destrozada, estaba su buen amigo.
-¡Subaru!- Con lágrimas de alegría, Lafanpan voló hasta el joven, abrazando su rostro entre sus menudas manos -¡Has vuelto, menos mal que estás bien, de verdad!- El mercenario no pudo evitar sonreír al recibir esa muestra de cariño por parte de la hada, quién observó a las mujeres y niñas tras ellos -¡Y has conseguido salvarlas, eres el mejor!- Añadió Lafanpan con entusiasmo
-Ya te dije que regresaría, siempre cumplo lo que digo, ¿verdad?- Dijo Subaru, acariciando con un dedo la cabeza de su compañera
-¡Hai, sabía que lo conseguirías!- Asintió feliz Lafanpan, manteniendo su abrazo sobre Subaru.
Hild no pudo evitar sonreír al ver esto, pues se veía que esa hada realmente apreciaba al guerrero. Y tras ella, las antiguas cautivas observaban con curiosidad a la hada, pues era la primera vez que veían a uno de esos seres que reconocieron de los antiguos mitos y leyendas. Sobre todo en las niñas más pequeñas, un tímido brillo de ilusión surgió en sus ojos al ver a Lafanpan, una hada de verdad como las de los cuentos.
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Las Espadas de la Sombra
FantasySubaru es un mercenario errante que ha dedicado toda su vida a luchar en incontables campos de batallas en numerosos reinos y países desde que tenía uso de razón. Con la única compañía de una pequeña hada, Lafanpan, su vida ha estado escrita con san...