Atthaphan Phunsawat, frente a la mirada pública, e incluso frente a otros patinadores, era alguien presuntuoso, llamativo y demasiado energético.
A pesar de siempre estar frente a los reflectores, ostentando su corona, muy pocos sabían que era un Om...
El pisar el hielo por primera vez, estar ante la mirada expectante y crítica de cientos de ojos mostrándole la magnitud de estar expuesto, de los estándares, aun siendo un niño que no lo comprendía; ser conscientes de los Alfas que le juzgaban, que podrían juzgarlo sin atisbo de amabilidad, se sintió expuesto, devorado por la presión; un gun de apenas nueve años tembló en los brazos de su madre cuando apenas dejó la pista, y sonrió hermosamente a las cámaras después, como si nada hubiera pasado.
Así aprendió que mantener la cabeza en alto era la forma de que esos ojos no le miraran con lástima.
La escarcha se amontonaba en sus recuerdos, tanto como de su primera medalla en pleno invierno; el día que patinó por primera vez de la mano de sus padres, y la fría tarde que sus ojos cruzaron los imponentes de jumpol, negros, decididos, enfocándose en él.
Y es por eso que le gustaba tanto la escarcha, esperando a veces al ver a las ramas pesadas por ella, ver a aquel Alfa, tal como off anhelaba: querer saber de él; entender al otro. La escarcha le recordaba su hogar también, los largos y magníficos inviernos de Canadá, verla le recordaba su familia.
Ninguno de los dos tenía idea de lo profundo que caló la presencia del otro en sus vidas.
A jumpol también le gustaban los días fríos, la escarcha azulada por la luz del sol, recordándole los dulces ojos miel de un ruidoso chico, el cual, en ese momento, desapareció del punto en el público donde el Alfa lo vió; off bajó la mirada, sonriendo un poco a los ánimos de neo.
Escuchó el eco de los altavoces, y las voces corteses de quienes lo presentaban, iniciar aquellas frases bien ensayadas, Jumpol cerró los ojos para concentrarse, y quizá volver a buscar a gun al otro lado de la pista.
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Gun se alejó de sus padres, deseando estar más cerca de la pista para observar a los competidores restantes de aquel día. El moreno caminaba saludando a algunos de sus fans, como dejando que algún fotógrafo de prensa le tomara fotos, Attp nunca defraudaba a su público.
Llegando cerca del límite de la pista, divisó a la pareja Mew-Gulf, aceleró su paso para saludarles, y desearle suerte a neo. Mew veía la pista con gesto reflexivo, mientras el japonés peinaba algunos cabellos rebeldes del revoltoso rubio, que estaba rojo por lo avergonzado que estaba de las atenciones del mayor.
—¡Ya déjame Kanawut! — se alejó refunfuñando boun, y yendo a sentarse para observar la rutina de su amigo que estaba por iniciar.
El canadiense sonrió ante la escena, acercándose a donde el Alfa de cabellos claros estaba parado, sin fijarse en la pista por ver a boun ser seguido del Omega de cabellos oscuros para ayudarle con otros detalles en su vestuario.
—¡Gun! — saluda alegre Mew, dejando sus cavilaciones.
—He visto las últimas competencias de boun; definitivamente los veré en el Grand Prix Final, ¿verdad? — aseguró el más bajo, haciendo sonreír a mew.