CAPÍTULO III

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Arequipa, Perú

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Arequipa, Perú.
Presente Día.

—Le dije claramente que no intentara escapar Tyler, quiero ser buena persona y hacer esto fácil. ¿Por qué se empeñan en hacerme enojar? —Iban en una Toyota 4Runner, atravesando la base de la cordillera volcánica del Pichu Pichu, en el sur de Perú.

Tres días después del cambio de presidente, Cassian avisó a Dante que el exmandatario había salido del país, con rumbo a Perú. Y ahora estaban en su caza.

—Tú le diste la oportunidad de intentarlo —Regañó Tyler—. Además, lo busca la policía —Se agarraban con fuerza de los asientos traseros, mientras Cassian pisaba el acelerador sin piedad.

Las llantas pegaban con fuerza sobre las rocas que había en el camino, haciendo que el coche brincara y se moviera con brusquedad.

—Pero, ¿venir hasta Perú? —No encontraba lógica en la acción del viejo, pero Tyler veía una, que era la más importante: desesperación.

Frente a ellos, corría una camioneta dorada que aumentaba la velocidad cada que se veían más acorralados. No sabían si Hollister estaba solo, o si estaba acompañado por alguien. Los vidrios polarizados de la camioneta no les permitían ver más allá de su reflejo, y el polvo volcánico que levantaban las llantas de los vehículos empeoraba la situación.

Detrás de ellos y a una corta distancia, venía un Jeep con tres de los hombres de Anson. El azabache tomó el AK47 que estaba frente a su asiento e insertó un cartucho lleno de munición.

—A todos nos va a llegar nuestra hora, y a Arnold ya le llegó la suya —Bajó el vidrio de su ventanilla y sacó la mitad de su cuerpo por la ella, apuntó con el arma hacia la camioneta que corría delante. Era difícil mantener la puntería con el movimiento que ocasionaba el camino. Apretó el gatillo y decenas de balas comenzaron a salir, algunas solo golpeaban el aire y se perdían, otras alcanzaban a golpear los cristales traseros y la cajuela del vehículo.

Comenzó a disparar nuevamente, esta vez impactando en uno de los neumáticos traseros, la velocidad a la que conducía Arnold le hizo perder el control, las llantas derraparon y la camioneta dio vueltas mientras Cassian se detenía. Tyler, Dante, Cassian y los otros tres hombres que los acompañaban bajaron de los autos, acercándose lentamente al vehículo que perseguían, y que ahora estaba varado a las faldas del Pichu Pichu.

Se colocaron en una línea, Dante levantó su arma y en cuenta él lanzó la primera bala, una ráfaga de fuego se dejó caer encima del metal dorado por las otras cinco personas. Los casquillos caían al suelo conforme los hombres iban recargando los cartuchos de balas de 7.62 milímetros de calibre.

Dante ordenó que pararan después de un minuto y alrededor de trescientas balas. Se acercó a la camioneta aun entre el humo y el olor de la pólvora. Se acercó a abrir la puerta del conductor, y su sorpresa al abrirla fue que Hollister seguía vivo. Realmente era una maldita cucaracha.

PROFANO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora