CAPÍTULO XXXIII

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Barcelona, España

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Barcelona, España.
Presente Día.

—Señor —Habló Cassian mientras tocaba la puerta de la habitación de Dante.

Dante caminaba de un lado a otro dentro de su habitación, habían pasado solo unas horas desde que había hablado con Joshua. Sus hombres ya estaban buscando a Dominic al igual que las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Pero aún no encontraban ni un pequeño indicio de donde podía estar.

—Señor —Volvió a llamar el chico en la puerta del azabache. Este caminó hasta ella y la abrió de forma brusca.

—¡¿Qué demonios quieres Cassian?! —Le gritó—. No quiero que me molesten, estoy muy ocupado —El chico tragó saliva ante los gritos de su jefe.

—Tiene al Griego en el teléfono de su oficina —Dante miró al chico con los ojos muy abiertos, tomó un gran impulso de aire y lo quitó de su paso con un empujón.

Caminó por el pasillo de las habitaciones y se adentró en la escalera hasta el primer piso, corrió hasta su oficina y mucho antes de sentarse en su silla levantó la bocina del teléfono y contestó la llamada.

—¿En dónde está? —Preguntó con firmeza. Con el coraje siendo la principal melodía en su voz.

Mira qué coincidencia, lo mismo te iba a preguntar yo —Respondió el Griego con un tono tranquilo. Dante sintió que el estómago se le revolvía por el enojo.

—No estoy para bromas, maldita sea, ¡dime en dónde lo tienes! —Golpeó la mesa mientras le gritaba al aparato. El chico del otro lado tardó en responder.

—A ver, a ver... tranquilízate un poco que él que debería de estar molesto soy yo —Respondió el pelinegro con firmeza.

—¡Te voy a arrancar la cabeza si no me dices en donde está de una buena vez! —Gritó mientras golpeaba la madera de su escritorio con brutalidad.

Tyler entró en la oficina alterado por el escándalo que el chico tenía dentro. Dante lo miró con los ojos furiosos.

—¿De quién carajos me estás hablando? —Le preguntó confundido. Dante frunció el ceño.

—De Dominic, ¿dónde lo tienes? —El pelinegro rio del otro lado de la línea.

¿Perdiste a tu putita? —Preguntó entre una risa burlona—. Pues estás buscando en el lugar incorrecto, mi estimado —Dante comenzó a respirar con dificultad.

¿Si el Griego no lo tenía, entonces en dónde estaba?

—Si no fue para pedir un rescate por Dominic, ¿para qué llamaste? —Preguntó y escuchó al chico suspirar en respuesta.

Creo que con todo esto se te olvidó que la zorrita de tu empleada también estaba secuestrada, ¿verdad? —Dante apretó sus ojos.

¡Maldita sea, Elaine! Se había olvidado por completo de la chica.

PROFANO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora