-Podrás decir lo que quieras, pero se veían bien juntos –dijo Evelyn sonriendo de oreja a oreja y suspirando.Edmund puso los ojos en blanco.
-Solo trataba de entablar una conversacion decente con ella. Estaba harto de que me tratara como si tuviera la culpa de todo.
-¿Y no la tienes, hermanito? –Evelyn le sonrió con malicia.
-¿Tú también estás encantada de que esté a punto de caer en desgracia teniendo que casarme con la mujer más estirada de todo Londres?
-Gabrielle no es estirada…
Edmund la miró con escepticismo.
-…solo es un poquito seria. Pero a mí me agrada. Parece muy confiable. Es de esas personas que podría guardarte un secreto y ni siquiera sentiría la necesidad de contárselo a nadie.
-Como sea. Me moriría del aburrimiento viviendo bajo el mismo techo que ella.
-Ay, no exageres. Seguro que encuentran algo que hacer para no aburrirse tanto. Además, no parecían muy aburridos esta tarde. Los vi riéndose mucho.
Evelyn le sonrió enarcando una ceja.
-Solo quería romper la tensión entre nosotros.
Evelyn siguió haciendo bromas al respecto hasta que se cansó y decidió bajar junto a su madre. Luego él y Frederick se reunieron con Daniel en el bar. Recordó que en esos momentos Gabrielle debía de estar con Dimitri y su abuela en el teatro. Esperaba que ellos dos pronto anunciaran su compromiso, así ya no tendría que seguir con eso. Tal vez era cierto que la madre de Josephine no había abierto la boca, porque no se había armado ningún escándalo que los involucrara a ellos dos. Así que al menos se habían salvado de eso.
La noche del viernes, como se lo había dicho a Gabrielle, fue hasta el bar donde se realizaba la mascarada. Antes de bajar del carruaje se puso su antifaz negro que le cubría hasta la mitad del puente de la nariz. Estaba vestido completamente de negro. Hizo un asentimiento a modo de saludo al guardia del local y atravesó las puertas. Allí dentro la música sonaba fuerte y las luces que, ubicadas solo en puntos estratégicos, no ofrecía una muy buena iluminación. Eso favorecía al objetivo de todos los allí presentes, en todo caso. Él esperaba no tener que encontrarse con lady Stevenson. Ella podría llegar a ser muy persuasiva si se lo proponía. Últimamente había reducido bastante sus encuentros con ella. De hecho, cada vez tenía menos ganas de verla. Estaba pensando seriamente ponerle fin a su… relación clandestina. Pero como casi nunca sucedía nada de lo que él quería, apenas se hubo sentado en uno de los sillones vacíos cuando la vio acercarse arrastrando un vestido negro. Ella llevaba puesto un antifaz a juego.
-Hola, querido –dijo ella sentándose en su regazo sin mas- parece que hoy vinimos combinados –ella rio.
-Eso parece –dijo Edmund tratando de disimular su incomodidad.
-Pareces cansado, querido –ella se inclinó hacia él y trató de besarlo pero Edmund se apartó.
-No estoy de humor, Agnes –dijo tratando de no parecer muy fastidiado- iré por algo de beber. ¿quieres algo?A ella no pareció gustarle nada su rechazo. Aún así, decidió sonreír.
-Lo que tú tomes estará bien. Te espero aquí –dijo antes de levantarse y permitirle a Edmund que se fuera a buscar la bebida. En realidad esa había sido solo una excusa para no tener que seguir rechazándola.
Edmund se sentó en la barra y saludó al cantinero, con el que se llevaba bien.
-Hola, charles –le dijo- dame un whisky, por favor.
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¿Y si fueras tú?
Romance2DA. ENTREGA DE LA BILOGÍA: "SERENDIPIA" Desde que Edmund Campbell, conde de Somerset, la vio en aquella mascarada, decidió que descubriría quién era la dama del antifaz rojo. Y como si se tratara de alguna jugada del destino, desde aquel momento c...