Al día siguiente, Edmund y Gabrielle se encontraron en el parque, como casi todos los días y a él le sorprendió ver que ella lo miraba de manera distinta. Hasta parecía emocionada.
Parecía. Con ella nunca podría estar seguro de nada.
-Hola –él la saludó, pero al ver que ella le hacía un gesto de advertencia él añadió con rapidez- Buenas tardes, lady Gabrielle.
Gabrielle esbozó una pequeña sonrisa dejándolo sorprendido de nuevo a pesar de que anoche la había visto sonreír varias veces. Ella lo saludó y se dispusieron a dar el paseo.
-¿Y Rita? –dijo Edmund, mirando a su alrededor. La vio sentada en un banco no muy lejano muy concentrada cosiendo-. Creo que hoy vino preparada para no aburrirse –volvió a decir Edmund.
-Fue mi idea. –dijo Gabrielle sorprendiéndolo- yo le sugerí que trajera algo para distraerse.
-Conque querías pasar tiempo conmigo a solas, ¿eh? –la molestó Edmund.
-Yo no he dicho eso –dijo Gabrielle, a la defensiva. Edmund solo se rio de ella-. Yo…quería darle las gracias –continuó ella- por haberme escuchado y conversado conmigo anoche. Fue como hablar con un amigo. Hace años que no me sentía así.
Edmund le aseguró que no tenía nada que agradecer.
-Confieso que no me esperaba que volviera a asistir –dijo Edmund- pero fue divertido. Al menos yo la pasé muy bien contigo…con usted.
-Por lo general suelo hablar con Josephine pero ella termina juzgándome sin poder entenderme pero usted no lo ha hecho.
Edmund iba a decir algo hasta que vio a lady Stevenson y su marido dirigiéndose hacia ellos dos. Oh, no. lo que faltaba…
Ellos llegaron hasta ellos y los saludaron.-Así que los rumores son ciertos –dijo lady Stevenson con fingido entusiasmo- ustedes dos anunciarán pronto su compromiso, ¿no es así?
-así es –dijo Edmund con una sonrisa, adelantándose a Gabrielle que ahora lo miró con los ojos abiertos. Él tomó una de sus manos y entrelazó los dedos con los de ella, sujetándola con firmeza. Gabrielle lo miró con asombro pero él solo le sonrió.
La sonrisa de lady Stevenson vaciló unos segundos pero al final logró recomponerla.
-Esa es una noticia maravillosa –ella continuó fingiendo amabilidad- espero que no suceda nada que impida la concreción de sus planes –le dirigió a Edmund una mirada significativa.
Edmund entrecerró los ojos por un instante analizando las intenciones detrás de sus palabras. Después de eso ellos volvieron a alejarse, dejándolos de nuevo solos.
-Confieso que yo también disfruté de nuestra conversación anoche. Debería emborracharse más a menudo –bromeó él.
Gabrielle le dirigió una mirada de advertencia aunque no parecía realmente enojada.
-Lo siento si lo aburrí. Pero necesitaba desahogarme.
-Curiosamente, nunca me aburro con usted. –dijo Edmund y como Gabrielle lo miró con incredulidad, continuó- es verdad. Usted tiene el don de que le preste atención.
Gabrielle no dijo nada, solo dejo pasar su comentario. Continuaron caminando en silencio y ella parecía pensativa. Edmund no quiso incomodarla diciendo nada más. Unos minutos después, ella dijo:
-Mi madre celebrará una cena seguida de un baile pasado mañana. Quiero que usted esté presente –dijo Gabrielle, sin mirarlo. Parecía algo avergonzada.
-¿Ah, sí? –edmund sonrió de inmediato- a ver, déjeme pensarlo… no lo sé… -él fingió estarlo pensando.
-Mi madre no quería invitarlo, así que yo lo estoy haciendo en contra de sus deseos. No haga que me arrepienta –dijo ella, cortante.
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¿Y si fueras tú?
Romance2DA. ENTREGA DE LA BILOGÍA: "SERENDIPIA" Desde que Edmund Campbell, conde de Somerset, la vio en aquella mascarada, decidió que descubriría quién era la dama del antifaz rojo. Y como si se tratara de alguna jugada del destino, desde aquel momento c...