Edmund debía admitir que tratar de hacer que Gabrielle hablara con él era un trabajo mucho más difícil de lo que había creído en principio. Pero él no se rendiría tan fácil. Tenía un objetivo y lo lograría.
-Y dígame –dijo después de haber intentado por enésima vez que ella le respondiera otras preguntas sin ser cortante- ¿Su aversión hacia mí es desde siempre o empezó después de haberla besado? No creo haberlo hecho tan mal, ¿O sí?
Gabrielle soltó un suspiro que podría confundirse con una exhalación de frustración.
-Yo no siento aversión hacia usted –dijo, cuando Edmund ya había perdido la esperanza de que le dijera algo-. Usted...me caía bien –concluyó.
-¿Le caia bien? –quiso saber Edmund- Bueno, es obvio que ahora ya no –se respondió a sí mismo- ¿Pero por qué? No soy mala persona.
-Ya lo sé. Pero da la casualidad de que gracias a que usted tuvo la osadía de besarme, sin mi consentimiento, valga aclararlo, ahora me encuentro en el dilema de que, si Dimitri no pide mi mano, deberé casarme con usted.
Edmund guardó silencio, analizando sus recientes palabras.
-¿Y usted como ve a Dimitri? ¿Cree que hay esperanzas o ya debo ir haciéndome a la idea de que pronto tendré la soga en el cuello? –él trató de sonar divertido pero ella no sonrió.
-Hay bastantes esperanzas, sí –ella sonrió, pero su sonrisa no llegó hasta sus ojos, los cuales seguían pareciendo tristes-. No sé qué es peor, de todas formas. Sea lo que sea que ocurra, tendré que aceptar mi destino, o… -ella guardó silencio, interrumpiéndose. Elevó la cabeza y lo miró-. Ignore lo que le he dicho.-¿Por qué? Es la primera vez que usted está hablando así conmigo, tiene toda mi atención.
-Cmo sea. –ella soltó un suspiro- He visto que su hermana y su esposo han venido. ¿Pasarán la temporada aquí?
-No lo creo. Los dos aman el campo. Volverán a Bath dentro de unos días pero tal vez pronto volverán a visitarnos.
-Se nota que son muy felices juntos –Gabrielle señaló con la cabeza hacia un punto hacia la izquierda de Edmund y él giró la cabeza. Frederick y Evelyn se encontraban junto a unas plantas de esas que a Evelyn le gustaban y Frederick le estaba tratando de colocar unas flores detrás de su oreja mientras reían.
-Sí. Se aman –coincidió Edmund- ¿Usted alguna vez se ha enamorado? –añadió volviendo a mirarla.
La pregunta pareció tomarla por sorpresa y ella se ruborizó por un momento.
-Que me encuentre hablando con usted no significa que pueda hacerme cualquier pregunta, lord Campbell
–dijo ella de manera tajante.-¿Qué tiene de malo? –replicó Edmund- No me diga que… no es posible que se haya enamorado de mi despues de nuestro beso, ¿no? –él la miró con la boca abierta fingiendo estar muy asombrado.
-¡Claro que no! –ella le dio un golpe en el brazo.
Edmund se sorprendió.
-Auch –él se frotó el brazo como si le doliera-. No era necesario recurrir a la violencia…
-Lo siento. Lo… ¿en verdad lo he lastimado?
Edmund la miró aún más sorprendido. ¿Ella acababa de disculparse? Y lo que era más, ¿parecía sentirse apenada?
-¿Quién es y qué ha hecho con lady Gabrielle? –dijo él sintiendo un ligero escalofrío recorrer su columna.
Gabriele cerró los ojos como armándose de paciencia.
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¿Y si fueras tú?
Romans2DA. ENTREGA DE LA BILOGÍA: "SERENDIPIA" Desde que Edmund Campbell, conde de Somerset, la vio en aquella mascarada, decidió que descubriría quién era la dama del antifaz rojo. Y como si se tratara de alguna jugada del destino, desde aquel momento c...