Capítulo 6

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Edmund estuvo durante casi todo el día en el club de caballeros practicando boxeo. Quería distraerse así que después del almuerzo fue al club donde estuvo hasta casi las cinco de la tarde. Al llegar a la casa, se encontró con la sorpresa de que su madre lo estaba esperando en el salón de estar. Ella estaba vestida como para salir. Entonces lo recordó…
Edmund se pasó las manos por el cabello ocasionando que se le desaliñara aún más.

-Lo siento, madre. Se me ha olvidado por completo que hoy era la cena de lady Bradbury. Pero supongo que… ¿no te importaría si no vamos? Realmente estoy muy cans… -él se calló al notar la  mirada de su madre- bien, subiré a bañarme. –concluyó y subió arrastrando los pies.

Unos minutos después se dirigieron a la residencia de los Bradbury. Edmund iba en silencio, mirando por la ventanilla, pensativo.

-¿Qué tanto piensas, eh, cariño?

-Nada, madre –fue su seca respuesta.
-estoy muy cansado. La verdad solo quería dormir.

-Ya nos comprometimos. Y se supone que tú lo sabías.

Llegaron a la mansión y Lady Bradbury los recibió y los hizo pasar. Su madre fue a saludar a sus amigas y él se quedó solo. Fue a por un poco de agua ya que todavía sentía algo de sed. Luego decidió recorrer el lugar. Fue saludando a unos conocidos hasta que, Lady Stevenson se acercó a él, como era costumbre. Ella lo saludó con cortesía pero ese pequeño guiño que le hizo le indicó lo que ella en verdad quería.

-Hoy no, Agnes –dijo él como si le hablara del clima.

La sonrisa de su interlocutora disminuyó hasta convertirse en una mueca.

-¿Por qué no?

-Estoy demasiado cansado. –Edmund miró por encima de su cabeza a un punto más allá- y creo que debería marcharse, su marido nos está observando.

-Buenas noches, Lord Campbell –dijo ella para acto seguido hacer una pequeña reverencia y alejarse de allí.

  Él la conocía lo suficiente como para saber que ella no desistiría así de fácil. Estaba casi seguro de que buscaría otra manera de acercarse a él y lograr su objetivo. Ya le había pasado varias veces. Decidió seguir recorriendo el salón. En momentos así extrañaba a Frederick. Daniel no había asistido y aunque había muchos conocidos, no deseaba conversar con ninguno. Claro que podía formar parte de cualquiera de las rondas de caballeros pero eso implicaría empezar a hablar de negocios o bienes y eso lo tenía hasta la coronilla. Estaba un poco aburrido cuando notó que el ambiente general había cambiado. Se hizo un silencio momentáneo que después fue reemplazado por murmullos. Entonces se dio cuenta de que Dimitri había llegado. Todas las miradas de las mujeres presentes fueron a parar sobre él.  Él tambien lo estudió por unos instantes. Bueno, era bien parecido, a qué negarlo.

La anfitriona anunció que la cena ya estaba servida así que todos pasaron al salón adyacente. Edmund ocupó un lugar junto a su madre y a al otro lado un conocido de la familia con quien entabló conversación de temas aleatorios. Entonces, se dio cuenta de que todo el mundo miraba hacia un punto en específico, así que él también lo hizo. Dimitri se encontraba hablando animadamente con Lady Gabrielle, quien estaba sentada a su izquierda. A él le sorprendió un poco verla a ella hablar con gran entusiasmo. Apartó la vista y se dedicó a servirse los alimentos.

Después de la cena, todos pasaron al salón principal donde el baile tendría lugar. De nuevo, Lady Gabrielle y Dimitri fueron de las primeras parejas en entrar a la pista de baile. Edmund los observó un par de veces con expresión crítica hasta que se percató de que Lady Stevenson se dirigía hacia él con paso decidido. Y como él tenia ganas de todo menos de dejarse atrapar por ella, con toda la naturalidad que pudo reunir, se alejó caminando en sentido contrario. Se refugió en el pasillo que según pudo notar daba al jardín. Se entretuvo un poco observando el cielo nocturno. La luna brillaba en lo alto como una gran esfera de luz y bañaba el césped y las flores del bien cuidado jardín de los anfitriones. La música todavía llegaba hasta allí aunque no lo suficiente como para opacar los sonidos de la noche. El aire se sentía mucho más fresco allí fuera, pero extrañamente aquello le gustaba. Permaneció un tiempo ahí, respirando el aire nocturno, hasta que escuchó el sonido de pasos que se acercaban. Empezó a maldecir por lo bajo pensando que era lady Stevenson, se giró con pocas ganas.

¿Y si fueras tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora