El avión aterrizó en San Francisco mientras christopher cerraba su maletín. Tenía mil cosas que hacer en la siguiente semana. Médicos que entrevistar, reuniones que atender, terrenos que visitar, arquitectos que coordinar, planes, trámites, conferencias y..., maldita sea..., aquella fotógrafa también. Se preguntó como conseguiría encontrar tiempo para todo. Pero lo haria; siempre lo hacía. Dejaría de dormir, o de comer, o algo. Tomo su chaqueta y siguió a los otros pasajeros hacia la salida. Sintió los ojos de la azafata fijos en el. Siempre le sucedía lo mismo, pero el no les hacía caso. Simplemente no le interesaban. Además, no tenía tiempo para esas cosas.Echo una mirada a su reloj. Sabía que había un coche esperándolo en el aeropuerto. Eran las dos y veinte de la tarde. Había logrado completar todo el trabajo de un día en una mañana en la oficina de nueva York. Al día siguiente, a las siete, tenía una entrevista durante el desayuno. Aquella era la forma en que organizaba su vida. Lo único que le preocupaba era su trabajo. Eso y apenas un puñado de personas, dos de las cuales estaban en aquel momento en mallorca, y la otra en las manos de anahi, en Nueva York. Todos estaban perfectamente atendidos, al igual que el. Tenía que organizar el centro médico, y este asunto iba viento en popa.
- ¿el señor uckermann? - el chófer lo reconoció inmediatamente y él asintió con un gesto-. El coche está por aquí.
Christopher se sentó en el asiento posterior del coche mientras el chófer retiraba su equipaje. Era realmente agradable estar de nuevo en San Francisco. Había partido en medio de un helado dia de nueva York, y en aquel momento se encontraba con una temperatura de diecinueve grados. Chris había olvidado lo agradable que era la primavera.El chófer lo llevó directamente a su hotel, donde algunos de los empleados de la compañía ya se habían encargado de reservar y disponer su suite para que todo estuviera en orden el día de su primera reunión. Christopher había reservado dos suite: una para él y la otra para sus reuniones.
Eran las nueve de la noche y había terminado el trabajo aquel día. Llamó al servicio de habitaciones y pidió un filete. Ya eran las doce de la noche en Nueva York y se sentía agotado.Se echó hacia atrás en el sillón, se aflojo la corbata, coloco los pies sobre la mesita del café y cerró los ojos. Y entonces fue como si oyera la vos de su madre dentro de la habitacion: " ¿has llamado a la muchacha?". Las palabras resonaban claramente en el cuarto silencioso, pero la muchacha... bueno, ¿y porque no? En aquel momento disponía de tiempo, mientras esperaba el filete que había pedido. Busco el número en una carpeta y marco desde donde estaba sentado. El teléfono sonó tres o cuatro veces antes de que ella contestara.
- ¿hola?
- buenas tardes, señorita saviñon. Le habla christopher uckermann.
Miranda sintió que se ahogaba y tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para controlar de nuevo su respiración.
- ¿Esta usted en San Francisco, señor uckermann?
- Así es, señorita saviñon. Y me preguntaba si podríamos vernos. Tenemos algunas cosas que discutir.
- No. No tenemos absolutamente nada que discutir. Creí que eso ya había quedado bien claro con su madre.- todo su cuerpo temblaba mientras apretaba el teléfono desesperadamente.
- entonces quizás olvido dejarme el mensaje.- el tono de chris comenzo a ser tan hostil como el de ella-. Mi madre sufrió un ligero ataque al corazón justo después de la entrevista con usted, pero quizá se deba a eso que no me dijiera de lo que ustedes hablaron. Es comprensible, dadas las circunstancias.
- Sí. Lamento mucho oír lo de su madre. ¿Esta bien ya?
- perfectamente bien. Se caso la semana pasada y en este momento esta en mallorca.-
"Que bien la vieja Bruja. Destroza mi vida y luego se va de luna de miel." Miranda sintió deseos de colgar violentamente el teléfono.
- pero está no es realmente la cuestión. ¿Cuando podemos vernos?
- creí habérselo dicho bien claro: No podemos.
- Esta bien. Cedo, pero por ahora. Estoy hospedado en el fairmont. Si cambia de idea, llámame.
- No lo haré.
- perfecto
- buenas noches, señor uckermann
- buenas noches, señorita saviñon.
Ella estaba sorprendida de lo rápido que había terminado la conversación. Además, no le había parecido en absoluto la vos de chris. ¿Que había cambiado en él en los dos últimos años? Miranda permaneció largo rato pensativa después de cortar la comunicación.
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LA PROMESA Adaptación Vondy
Romancechristopher es un joven arquitecto de 26 años de brillante porvenir. dulce, una bella talentosa pintora de 23 años que ah vivido una infancia desgraciada. están enamorados y han prometido quererse para siempre. el día de su casamiento un acontecimie...