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— Aquí tiene— Roier comentó, entregando una bolsa plástica con un libro dentro a una mujer.

— Muchas gracias—

— Por nada, vuelva pronto— Roier sonrió, viendo a la mujer salir del local.

El chico suspiró mientras volvía su atención a la computadora frente a él, empezando a teclear un poco.

Tras todo lo que ha vivido, necesitaba un trabajo tranquilo y el empleo como bibliotecario en la biblioteca de su ciudad era la mejor opción. Todo era silencio con el ocasional sonido de música suave, gente amable entrando y saliendo, todo era una calma total.

Aunque en ese momento, Roier no estaba calmado. Tenía un dolor de cabeza insoportable para esa hora tan temprana del día.

Estaba tan concentrado en su propio dolor que no notó a la persona frente al mostrador y se asustó cuando una bolsa de papel cayó frente a él.

— Perdón—

Roier suspiró, viendo a su novio.

— Hola, Spreen— Dijo el castaño, frotándose los ojos— Me agarraste distraído, ¿Qué te trae por aquí?—

— Te estuve llamando hace media hora, como no respondiste, vine— Spreen explicó— Te traje algo de almorzar, supuse que lo olvidarías. Es milanesa—

Roier sonrió, tomando la bolsa de papel.

— ¿Qué haría yo sin ti?— Comentó Roier.

— No almorzar, obvio— Spreen sonrió, pero esa sonrisa se fue borrando— ¿Cuándo fue la última vez que comiste?—

— Comí unos ricos y deliciosos corn flakes a las 7 de la mañana— Respondió.

— Wacho, son casi las tres, ¿No has comido nada en 8 horas, boludo?— Spreen dijo en tono de regaño.

— No es para tanto— Hizo una mueca al responder.

— Roier, sos un despreocupado total y fijate que soy yo quien te lo dice— El argentino abrió la mochila que colgaba de su hombro y sacó un frasco de pastillas para la migraña dejándolo en el escritorio— Hay una Coca Cola en la bolsa—

— ¡Mi coquita!— Felizmente, Roier abrió la bolsa y sacó una botella con el refresco.

— Roier, ya hemos hablado esto banda de veces. Vos necesitás mejorar tu cuidado propio— El rizado empezó a hablar mientras Roier tomaba una pastilla y la tragaba con el refresco— Sos descuidado...—

— Estoy bien, Spreen, lo juro— Roier le relajó y sacó el resto del almuerzo, dedicándole una vista a su novio— No viniste solo a darme la comida, ¿Verdad?—

— Rivers llamo, vos noble contestas los mensajes desde ayer—

Roier suspiró, mirando su teléfono en el escritorio junto al teclado de la computadora, él sabía que Rivers había llenado su bandeja de mensajes, quizás también habría un par de mensajes de Robleis.

— ¿No querés verlos, verdad?—

Roier no respondió, en su lugar, miró a la nada. Uno creería que sobrevivir a una masacre haría que los tres fueran cercanos, pero era todo lo contrario.

Después del trauma inicial y la terapia profunda, Roier se alejó todo lo que pudo de Rivers y Robleis. Quería dejar atrás cualquier cosa que le recordara a aquella fatídica noche. Y esa táctica le sirvió por dos años, pero al entrar a la universidad, para sorpresa de nadie, terminó acudiendo a la misma escuela que los otros dos y el reencuentro fue inevitable.

Survivor (Sproier AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora