Hace poco me mude de mi país natal, los Estados Unidos, para irme con mi madre hacia su pueblo, yo no me quería ir, pero no tenía opción ya que solo era una adolescente la cual no la escucharían su opinión. Mis padres se acababan de divorciar y según el juez lo mejor era estar con mamá ya que papá era un poco agresivo, pero yo lo quería y me dolía ya no estar con él, era bueno conmigo y me consentía, el único que me comprendía, mamá no era a si era todo lo contrario y eso lo odiaba, a veces pensaba que no me quería. La casa de campo de la familia de mamá era grande, de dos niveles color celeste, para mi gusto esa casa era muy antigua y a juzgar por sus paredes puedo decir que ya tenía mucho tiempo, subí las escaleras de madera y rechinaban mucho, ese sonido me irritaba mucho caminé por el pasillo del segundo nivel hasta topar con la última habitación que ahora era mía, la puerta de madrea era enorme y tenía un grabado de un animal y la cerradura ya estaba oxidado, pero no perdía su color oro apreté la cerradura la puerta se abrió y pude ver por fin mi habitación, era color piel junto a un tono rosado, puse un pie dentro de la habitación y cerré los ojos porque tenía miedo a que rechinara, pero no fue así, camine dentro de esta con maleta en mano. Me dirigí a la ventana y al ver detrás de esta tire la maleta, no creía lo que estaba reflejando esta, atrás de mi había un chico como de unos quince años al igual que yo, trate de gritar, pero no podía, como si alguien me estaba tapando mi boca, corrí al otro extremo del cuarto y me senté ahí un buen rato, pero estaba tan cansada que me dormí.
Al despertar ya era de noche y estaba lloviendo, me levanté apresuradamente y corrí escaleras abajo en busca de mamá, pero no estaba lo único que había dejado era un papel amarillo con una nota.
- Adara, Sali de casa para ir con amigas a comer, regresare tarde, no me esperes despierta, en el horno te deje la comida.
Besos
Mamá
-Otra vez lo hizo.
Estaba enojada con mamá era típico de ella hacer eso seguido pero ya no podía hacer nada, subí las escaleras con fuerza que hacía sonar toda la casa, hasta llegar a mi habitación, me senté en la cama y empecé a llorar, me sentía tan sola, pero alguien me abrasaba, era el chico de antes y no me opuse ya que quería alguien a mi lado, me seguía abrazando y yo cerré mis ojos y me dispuse a soñar.
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El fantasma que me amo
RomanceSer valiente significa no esconder lo que uno siente. Adara lo hizo a pesar de las adversidades que la separaban de su amor no correspondido. Ella acaba de llegar a su nuevo hogar en donde no es realmente feliz, donde desde el primer día empezara...