-Partiremos juntos-

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Song Lan regresó a la sala, Xiao XingChen no había tocado su cena. El corazón de Song Lan se ablandó, pero guardaba una fina capa de incertidumbre. ¿Los había escuchado? Lo cierto era que Xiao XingChen no escuchó más que el golpe en la puerta, el puñetazo y el grito de Song Lan "¡No quiero saber!"

—¿No tienes hambre? — preguntó Song Lan.

Casi imperceptible, Xiao XingChen sacudió la cabeza en negación. Percibió el olor a sangre proveniente de Song Lan.

Song Lan suspiró y se sentó a su lado, probó la comida, ¡estaba deliciosa!, ¡¿las manos de Xue Yang cocinaron esto?! Aturdido por el sabor, devolvió el plato a la mesa y aclaró la garganta.

—ZiChen...Xue Yang...Sé que es tu casa, pero...no tenía nada de malo mostrar cortesía, él cuidó muy bien de mí hoy.

—...Él en verdad no podía quedarse, tiene que trabajar.

Xiao XingChen casi se asusta.

—Me atrevo a decir que trabaja para una marca de automóviles, vi el logo en el llavero de su maletín. Sólo los trabajadores de esa fábrica tienen esos llaveros.

Xiao XingChen se pasmó. Song Lan no comprendió su reacción.

—De cualquier manera, ¿qué te ha parecido la casa?

Xiao XingChen tomó su tiempo y cabeceó para responder luego:

—...Está bien...Aunque...no pienso quedarme para siempre.

—¿Y a dónde piensas ir?

—...Hay otra casa que me gustaría visitar, en estos días, si es posible...Quiero tener las opciones abiertas.

A medida que Xiao XingChen hablaba, el gesto de Song Lan se descomponía. Estremecido en escalofríos, las palabras de Xue Yang resonaron desde adentro de su cabeza.

"Lo llevaré a casa conmigo".

—XingChen... ¿piensas ir con ese degenerado?

Xiao XingChen era una piedra; sin embargo, dos líneas de lágrimas se desprendieron de sus ojos cerrados y su tono de voz se quebró.

—Odio esto...Desearía que nada de esto hubiera pasado...Me detesto a mí mismo, desearía poder ver e irme muy lejos, pero ahora no soy más que un inútil...Detesto depender de otros...Lo último que quería era causarte problemas...

Song Lan se debatía entre el enojo y la tristeza, aturró la cara y presionó su puño contra su entrecejo. Ver a Xiao XingChen tan vulnerable dolía, como el último pétalo de una flor aferrado a su tallo durante una feroz tormenta de nieve. Le recordaba como un cultivador respetable, con la cabeza en alto, de voluntad fuerte y con gran sentido de la justicia, admirado por todos, era el hombre que protegía a los más débiles. Su estilo de pelea elegante, lleno de gracia, uno podía olvidarse del peligro y quedarse a admirar...De ese Xiao XingChen ya no quedaba ni su sombra. Sus noches de cacería oscilaban entre la frontera del recuerdo y la fantasía. El rostro del culpable aparecía en su mente y no aborrecerlo era descabellado. Empapado de este odio, en consecuencia, sus palabras no suavizaron el pesar de su querido amigo.

Dejar ir también es amor. | XueXiao | - 16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora