VII

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A la mañana del siguiente día la Señora Lightwood y sus hijas se encontraban en el comedor desayunando cuando llegó un sirviente.

– Carta para el joven Jace

Anunció entregando el sobre al rubio. Todos se emocionaron de inmediato. Jace lo abrió y comenzó a leer.

– "Joven Jace, regresamos a Londres. No sabemos cuándo volvemos. El señor Bane está impaciente por ver a su hermana y mi hermana anhela reunirse con sus amigos de infancia en las más íntimas condiciones. Hasta pronto: Jonathan Morgenstern"

Todos se quedaron en silencio. Alexander culpaba a su madre, ella había tenido mucho que ver, su boca floja quizá había arruinado la oportunidad de su hermano.

– No entiendo ¿Porqué no sabe cuándo vuelven?

Preguntó Isabel

– Es obvio que sabe que su hermana está enamorada de tí y quiere separarlos

Dijo Alexander apuñalando su huevo frito con el tenedor.

– No importa, si la señorita Fairchild me ama, ésto no intervendrá

Dijo Jace tratando de darse ánimos a si mismo. Sus hermanos lo compadecían, él en verdad había caído perdido por la chica.

La puerta se abrió y el pastor Morales llegó, se inclinó al lado de la señora Lightwood y le habló al oído.

Todos esperaron.

– Niños... El Señor Morales solicita una audiencia privada con su hermano así que salgamos todos.

Isabel y Max rompieron en carcajadas por la cara del doncel mientras se ponían de pie.

– ¡No te muevas!

Lo regañó su madre viendo que el doncel planeaba escapar. Los hermanos y la madre salieron dejándolo a solas en el comedor con el hombre.
Alexander se puso de pie pero su camino fué cerrado por el pastor.

– Señorito Lightwood, déjeme expresarle que desde que llegué a ésta casa fuí víctima de su belleza y la elegí cómo el hombre perfecto para pasar el resto de mi vida...

Alexander sabía que era mentira

– Debo aclarar que usted tendrá que dejar sus aptitudes guerreras cómo parte de la obligación conyugal y dedicarse al hogar y la crianza de los niños que tengamos...

Sobre su cadáver

– Habiendo dicho esto, quiero declarar la violencia de mis afectos que consumen mi alma y encienden la llama de mi amor. Señorito Lightwood, usted puede tener el honor de convertirse en mi consorte... ¿Cuál es su respuesta?

Esa declaración había sido tan... Horrenda.

– Señor Morales, me alaga. Pero debo declinar la oferta

Lo rechazó el doncel.

– ¡Alexander, insisto en que te cases con el Pastor Morales!

Su madre entró gritando mientras sus hermanos se sostenían a la puerta entre tantas risas por las estupideces que había dicho el señor Morales.

– ¡De ninguna manera! ¡Me niego a aceptarlo!

Gritó el doncel corriendo fuera del comedor.

– ¡Yo haré que entre en razón! — dijo la señora al pastor corriendo detrás de su hijo — ¡Alexander!

El pastor se quedó cómo idiota a mitad del comedor.

– Señor Morales, ¿Ya conoció a la señorita Camille Bellcourt? Es una belleza, venga con nosotros, iremos a visitarla.

El pastor siguió a los hermanos que se encargaron todo el camino hasta la casa de Sir William Bellcourt de convencerlo de que una mujer era la ideal para lo que el Clérigo buscaba y siempre podía tener aventuras con los hombres de la iglesia para saciar sus deseos mientras mantenía la fachada de un matrimonio tradicional.

Del otro lado de la propiedad la señora Lightwood le gritaba al doncel.

– ¡Serás un doncel soltero y pobre una vez que tu padre muera y el señor Morales te corra de la propiedad!

El Sr. Lightwood salió a encontrarlos.

– ¡Lo que sea se ha de preferir antes de aceptar un matrimonio sin amor!

Devolvió el doncel elevando el tono al mismo nivel que su madre.

– ¡Sr. Lightwood dígale algo! ¡Oh no quiero volver a verlo si rechaza al señor Morales!

Robert vió a su bello doncel que tenía lágrimas de frustración.

– Tienes un camino difícil, Alexander. Tu madre no quiere volver a verte si no aceptas al señor Morales y yo no quiero volver a verte si lo haces.

El doncel soltó un suspiro y abrazó a su padre

– Gracias papá

Dijo antes de salir corriendo.

– ¡Espera! ¡Alexander no vayas sólo al bosque!

Pero el doncel ya se había marchado.
El señor Lightwood maldijo en voz alta.




Orgullo, Prejuicio y Vampiros #malecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora