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Alexander pasó una mala noche producto de los ronquidos de Camille, cuando se levantó ya era de mañana y la chica no estaba a su lado.

Se vistió con colores azules y bajó al primer piso. Se habían quedado en una cabaña al lado del palacio.

– ¿Camille?

Llamó pero nadie respondió su llamado, quizá habían salido a misa temprano por la mañana. El doncel aún se sentía cansado por lo que fué a sentarse a un diván esperando poder dormir otro poco. Pero las campanas anunciaron la llegada de alguien y la puerta fue abierta rápidamente.

– Señor Bane

Saludó el doncel poniéndose de pie.

– Señorito Lightwood. Es excelente que ya se haya levantado. Yo... Tengo unas palabras que quiero compartirle

El doncel quedó impactado, el Coronel le hablaba de forma civilizada.

– Claro, por favor, tome asiento.

Pero el Coronel no lo hizo, avanzó hasta llegar a la ventana del lugar y dió la vuelta.

– Señorito Lightwood, aunque muchas personas lo consideran decididamente inferior debido a su familia, sus circunstancias y su estatus cómo doncel, no reprimiré mis sentimientos. En vano he luchado, he llegado a sentir por usted la más ardiente admiración y aprecio, tanto que han rebasado mi sensatez y buen juicio. – El coronel se puso de rodillas — Así que le pido que acabe con mi agonía y acceda a ser mi esposo.

El doncel estaba azúl del coraje. Podía ser el hombre de sus sueños pero ni de cerca era la declaración perfecta.

– Si pudiera sentir gratitud hacia usted, lo haría, pero no puedo. Yo no desee su aprobación y usted me la confirmó muy a su pesar.

Le respondió al hombre que se puso de pie y lo observó un poco antes de preguntar.

– ¿puedo saber porqué con tan poca civilidad me rechaza?

Alexander recordó a su hermano, leyendo la carta de Jonathan informando que se iban. El doncel estaba convencido que el Coronel tuvo mucho que ver en ello.

– Usted arruinó la felicidad de mi más querido hermano. ¿O lo niega?

– No, no me interesa negarlo. Hice cuánto pude para separar a mi amiga de su hermano.

Hubo un momento de silencio antes de que el doncel lo pateara en las costillas y el Coronel chocara con la mesa detrás suyo.

– ¡¿Cómo pudo?!

Le gritó tomando cosas de la mesita al lado de la puerta y arrojandolas una por una al coronel que las esquivaba.

– Porqué percibí que su interés era menor al de ella, llegué a la conclusión que Clary le era indiferente.

Alexander le arrojó un candelabro.

– ¡¿Indiferente?! ¡Él es tímido!

El doncel tomó un respiro y luego fué por el atizador en la chimenea. Magnus le dió la vuelta a la mesa para que hubiera un espacio entre él y el chico peligroso.

– ¿Usted sugirió que la fortuna tenía algo que ver?

Preguntó y el coronel negó.

– No le haría a su hermano tal deshonor... Aunque sí fue sugerido.

El Coronel esquivó los golpes que lanzó Alexander, le dió la vuelta a la mesa

– ¿Por quién? ¿Jonathan Morgenstern?

Orgullo, Prejuicio y Vampiros #malecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora