XIII

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Cuando Alexander abrió los ojos, Jace y su hermana estaban jugando cartas en la esquina de la habitación.

– ¡Hiciste trampa!

Le siseó el rubio a la chica entre susurros.

– ¡Yo no hago trampa!

Le dijo Isabel bajito pero molesta.

– Si lo haces

Habló Alexander con voz ronca. Los hermanos soltaron las cartas y corrieron a los lados de su cama.

– ¡Alexander!

– ¡Al fin despiertas!

El chico arrugó el gesto por los gritos.

– Lo siento, lo siento, debe doler mucho tu cabeza

Se disculpó Jace.

– Iré por el médico

Anunció su hermana antes de salir corriendo.

– Dame un poco de agua

Pidió el doncel a su hermano que se apresuró a hacerlo de inmediato. El rubio lo ayudó poniéndole unas almohadas y sentandolo correctamente, luego le dió una taza de la que el chico bebió.

– Cuéntame qué sucedió, Jace.

Alexander no recordaba nada más después de haber chocado con el muro.
El rubio se sentó en la orilla de su cama

– El Coronel se volvió loco, casi mata al doctor cuando te revisó en busca de mordidas, dijo, y cito: "¡No importa si fue mordido! ¡Revisa sus heridas! ¡Hazlo volver!". Fué espeluznante. Luego nos hizo cabalgar sin descanso mientras tú dormirás plácidamente en un carruaje hasta que llegamos a Rosings y has dormido en sus aposentos desde entonces. Te rompiste el hombro y te dieron cinco puntadas en la frente pero ya retiraron los puntos.

Alexander casi no podía creerlo.

– ¿Estás seguro que dijo eso? ¿No te confundes? El Coronel casi le corta la cabeza a Clary en el baile en Neterfield cuando creyó que había sido mordida.

El rubio lo sabía, la misma Clary aún se lo echaba en cara a Magnus cada que lo veía.

– Estoy seguro, él estaba dispuesto a cuidarte aún si hubieses estado infectado. Es más, no se había despegado de tu lado hasta ayer por la noche que tuvo que ir al canal a supervisar que todo estuviera en orden.

Alexander no podía creerlo.

Cuando el médico lo revisó y le dió el visto bueno, lo primero que pidió el doncel fué darse un baño. Después comió todo lo que no había podido en mucho tiempo.

Su brazo fué liberado de las tablas pero aún lo llevaba colgado al cuello por unas telas para que no se moviera tanto.

Su familia, la hermana de Magnus, Sir Ragnor y su hijo habían acompañado al doncel a comer en la salita donde hace mucho habían recibido al ahora difunto Rafael Santiago.
Todos reían por las ocurrencias de Catarina mientras contaba su experiencia siendo secuestrada cuando el mayordomo se abrió paso.

– La señorita Fairchild

Anunció a los presentes. De inmediato la pelirroja entró al lugar, ella había acompañado al Coronel a supervisar la fosa.

– Señores Lightwood, ésto es vergonzoso pero debo solicitar una audiencia privada con el joven Jace

Todos rieron pues la dama era la que estaba pidiendo permiso para hablar y seguramente pedir matrimonio al hombre.

– Vamos, todos

Dijo Sir Ragnor poniéndose de pie, de inmediato todos siguieron su ejemplo y salieron del saloncito para dejarlos sólos.

– Suerte

Dijo Alexander palmeando el hombro del rubio y saliendo al último cerrando la puerta tras él.

Cuando volteó sin embargo se detuvo.

– C-Coronel

Habló pues el hombre estaba parado a medio pasillo

– Señorito Lightwood, es un alivio verlo despierto

Alexander trató de que sus nervios no se notaran, alcanzó al coronel pues no planeaba quedarse escuchando la declaración de la señorita Fairchild.

– Estoy consciente de lo que hizo por mí para traerme de regreso, le agradezco mucho.

Magnus negó caminando a su lado.

– Usted casi muere por salvar a mi hermana. Debo agregar que estuve bastante molesto por eso pero... Su prueba de amor fue debidamente entregada.

El doncel se detuvo pues recordaba haberle dicho una estupidez a la hermana del hombre antes de bajarse del caballo.

– ¿Ella se lo dijo?

Preguntó ya sabiendo la respuesta pero sólo para hacer tiempo.

– Lo hizo, y eso me dió esperanza.

Ambos tenían su atención el uno en el otro.

– ¿De qué?

Preguntó el doncel

– De que sus sentimientos por mí hubieran cambiado. Pero basta una palabra suya para que no vuelva a tocar el tema. — Magnus dió un paso más cerca, — Eres el amor de mi vida, Alexander Lightwood. Así que te pregunto, en parte con angustia y en parte con esperanza... ¿Me harías el gran, gran honor de aceptarme cómo tu esposo?

Ésta vez no se puso se rodillas pero no importó, Alexander supo que había sido la declaración perfecta y la mejor manera en que pudo imaginarlo.

– Sí, si lo acepto

Dijo ya con lágrimas en los ojos sin creer aún que lo había logrado. Después de enfrentar la muerte y salir vencedor, había conseguido al hombre de sus sueños.

Magnus lo atrajo de la cintura para besarlo con todo el anhelo que había tenido por esos bellos labios desde el primer instante en que lo vió en el baile en Meryton.

Alexander le correspondió con entusiasmo hasta se quedó sin aire y tuvo que separarse momentáneamente para respirar.

Ambos se sonrieron con inmensa felicidad.

Las familias de los chicos los veían desde la esquina con la emoción al máximo.
La señora Lightwood se puso de rodillas y agradeció al cielo. Sus dos hijos estaban comprometidos con las personas más ricas después de Sir Ragnor.

– Hagamos los preparativos de la boda doble cuanto antes.

Dijo ella siendo llevada a otro lugar por sushijos menores para no interrumpir el momento

Orgullo, Prejuicio y Vampiros #malecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora