1. No es la primera vez

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Rius estaba cansado de tanto esperar, la actitud de Timba lo confundía demaciado. No tenía idea de si le interesaba al menos un poco o le odiaba tanto como a levantarse en la mañana.

Se puso a caminar por el parque totalmente solo, Timba acababa de mandarle un mensaje para cancelar la salida que habían acordado días antes, porque "tenía que trabajar". ¿Timba, trabajar? ¿Eso era posible? Es decir, claro que tenía un trabajo, por poco que le gustase, pues tenía que comer... Pero no era de los que aceptaban hacer horas ni, mucho menos, días extras, y ese día era domingo. Rius podía imaginar cualquier cosa excepto a Timba trabajando en domingo.

"Bueno, no es la primera vez..." pensó el albino, soltó un suspiró pesado y siguió caminando, pues no quería volver a casa sin más. Ya que estaba allá, aprovecharía para, cuando menos, despejarse un rato.

Cuando caminas mirando el suelo y no hacia enfrente, siempre corres el riesgo de chocar con alguna persona igualmente distraída. Y cuando ocurrió, Rius continúo con la cabeza agachada y se sobó mientras se disculpaba —¡Discúlpeme! No le ví—. Dijo sin mirar.

—¡Hombre, Rius! —le saludó la persona con quién había chocado, entonces subió la mirada.

—Víctor, Acenix —dijo, ambos le estaban sonriendo, Acenix parado al lado de Víctor, quien estaba justo frente a Rius.

—¿Qué haces por aquí, pollo? —preguntó el chico mitad gato, que ocultaba sus orejas con el gorro de la sudadera verde que traía puesta.

—Pues, creo que me plantaron —sonrió con cierta nostalgia, a pesar de intentar disimularla para no montar algún drama ahí mismo.

—¿Saldrías con Timba? —le preguntó Víctor, algo serio. No era difícil predecir quien había plantado a Rius, después de todo a aquel chico solo le había interesado Timba desde que lo conoció.

—Bueno, se suponía que pasearíamos un rato por aquí, pero al parecer "está trabajando" —comenzó a contar y, por supuesto, sus amigos le escucharon con atención.

—¿Timba, trabajando? —habló Victor, y Acenix le siguió: —¿En domingo?

—Sí, eso fue lo que dijo —habló Rius con el mismo tono y sonrisa nostálgicos de antes.

Acenix y Víctor se miraron el uno al otro, probablemente pensando en que hacer, no querían despedirse de Rius y dejarlo sin más. Aunque en Victor había algo más que solo eso, de cierto modo, se identificaba con Rius.

—Nosotros vinimos a dar una vuelta por aquí, ¿por qué no nos acompañas, Rius? —la propuesta de Acenix fue bastante llamativa para el albino, de ese modo podría distraerse un rato.

—No quiero molestarlos, ¿seguros que está bien? —preguntó Rius algo apenado, mientras acomodaba algún mechón de su cabello detrás de su oreja.

"Lindo." Pensó Víctor.

—No nos molestas, vamos pollito —le sonrió el castaño, pasando su brazo sobre sus hombros para acercarlo más a él y a su gato.

—¡Víctor, vamos a por helado! —pidió Acenix, jalando la sudadera de Víctor para llamar su atención.

—Vale, vamos —cedió el mayor de los 3, y comenzaron a caminar juntos.

Acenix era como un niño, cuando Victor salía con él, era increíblemente difícil seguirle el paso, tenía tanta energía como un gato en la madrugada. Pero como costaba hacer que se levantara cuando se trataba de que ayudara con alguna cosa de la casa.

En esta ocasión, llegaron los 3 a la zona del parque donde estaban los juegos para los niños. Acenix no lo dudo ni un segundo y fue de aquí para allá con un grupo de chiquillos a los que seguramente les doblaba la edad. Mientras, Rius y Víctor se sentaron en una banca, comiendo su helado con calma.

El Riumba Is RialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora