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—¿Y este?.—Chris miró la pantalla de mi teléfono.

—Ese es muy...—intentó encontrar las palabras exactas.—Emmanuel.

—¿Disculpa?

—Chimi parece en hijo de tu hermano.—arrugué la nariz.—Así que estás fantaseando con el bicho de tu sobrino, ay no, que enfermaaa...—chilló escandalizado.

—Cállate.

—Pero el tipo es feo, te dejare de hablar si te metes con Chimi porque a mi me rechazaste y estoy más lindo.

—Pero eres todo tierno.

—Puedo ser malo.

—¿Para chingar conmigo?

—¿Con Miss Puerto Rico?, pues de una mami.—su teléfono comenzó a sonar, en la pantalla de pudo ver a Rauw.—Indica, papi.

—Que bendición...—el tipo comenzó a reírse al escucharme.—Disculpa, Wandell, regálame un ratico tu teléfono.

—No.

—No sea malo.—detrás de Rauw apareció Lyanno, parecía que estaba en otra llamada.—Porfis.

—¡Mámate un bicho!.

—Dame un break.—Chris tragó duro.—Bájele dos.

—Lyanno, ella no necesita que la defiendas porque está loca, en serio me asusta.—en ese momento le mordí el brazo.—¡Puñeta, May!.—me tiró del sofá.

—¡May!.—dijeron al unísono.

—Cabrón, que bestia.—habló Rauw.—¿Tas bien, mami?

Miré mal a Chris antes de sentarme nuevamente, casi no estaba prestando atención a su llamada, necesitaba hacerme la indignada para que ese estupido se sintiera mal.

—May.—ignoré su voz.

—May, mami.—los escuché reír cuando sí que hice caso a la voz de Lyanno.

—¿Si?

—Rauw te estaba hablando.

—Oh, mala mía.—moví mi mano.—Fus fus...—Chris me sacó el dedo del medio.—Que se vaya, voy a hablar con mis novios.

—¿A mi cuando me pediste salir?.—se quejó el peliazul.—No me quejo pues, tas bien linda.—Lyanno carraspeó su garganta.—Pero no eres para nada mi chica ideal, lo sient...—negó con su cabeza.—No, papi , no puedo decirlo.—sonreí.—Tas bien linda y eres absolutamente mi tipo.

—Pendejo.—susurró el señorito Cuevas.—Mejor dile de una buena vez lo que le querías comentar pues, se nos va todo el día acá.

—Hay un show en la noche, quiero que vengas.

—¿Quieres que vaya?

—Eso fue lo que dijo.

—¿Pero nada más tú quieres que yo vaya?.—Lyanno rodó los ojos.—Está bien, papi.

—¿Papi?

—¿Qué con eso, Lyanno?

—No, nada en especial.—Rauw salió de la sala, comencé a ponerme nerviosa por la forma en la que Edgardo me miraba, estaba sentado en una silla giratoria y no despegaba su vista de mi, aún así me fue imposible evitar pensar en lo poderoso que ese tipo se veía, con ese cuerpito de gym, maldita sea, quisiera que me pusiera a ejercitar también.—¿May?

—¿Mmmm?

—¿Chris y tu tuvieron algo?

—No.

—Que bueno.—volvió a quedarse observándome en silencio.

 Mi fanático: Cupido, no otra vez.[LYANNO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora