Renata podía conectar algo durante estos cinco años de terapia.
El amor consigo misma era más importante que cualquier otra cosa.
Pero debido a las elecciones del club de sus amores una vez más se vió enredada en la duda por la aparición de cierto fantasma en su vida, que hizo que se le desacomodaran los jugadores en fila y que sus gambetas no fueran suficientes para poder esquivar al rey de los trucos y la magia eterna.
Verlo de nuevo ahí parado desde otro lugar fue la sensación de vértigo y de mareo más horrible que tuvo.
Sus ataques de ansiedad fueron bastante visibles que hasta pidió ayuda de su psicoterapeuta para que le ayudara a cambiar la medicación que venía tomando durante ese periodo de cinco años largos debido a la gran depresión que le había dejado el astro de la historia boquense pero nunca obtuvo respuesta de la misma ya que ella decía que debía enfrentarlo y ponerse dura ante la situación y recordar que ella estaba primero que cualquier comentario y movimiento del contrario, cosa que a la chica de veinticuatro años no le convencía.
El hecho de que iba a ganar las elecciones por goleada debido a su presencia y el hecho de convivir con él era una simple tortura, más el hecho del proyecto que habían tenido juntos.
Absolutamente todo la atormentaba constantemente como una ida y vuelta en bucle, como cuando ya creía haber ganado el partido de antemano sin saber el final sorpresa que le esperaba.
El día que ganó las elecciones (porque sabía que resultaría vencedor) no fue. Simplemente porque no quería verlo a la cara, simplemente porque sabía que sería presentado ante el club junto ameal y cía.
O simplemente porque sentía que el cuerpo no le respondería al ver su semejante figura acercarse a ella.
Si bien hace algunos dos años creyó haberlo superado, era totalmente mentira.
Seguía produciendo esos pequeños chispazos de seducción a la distancia sin siquiera tocarla, ni mirarla.
Lo que más aborrecía de aquella situación era ese hecho que le producía el morocho a pesar de no convivir juntos porque su historia había pasado a otra página al igual que él también que parecía haberla olvidado completamente de un día para el otro.
Porque de ese un día para el otro estaba con alguien más, porque durante ese día para el otro ya no estaba más con alguien sino con sus hijos, o porque también se había borrado completamente del mapa luego de su frustrado término de dejar de jugar en primera división.
Pero sin más preámbulos ese orgullo y esas escapadas para no verlo se vieron obsoletos porque su entrenador se dió cuenta de la situación o mejor dicho los amigotes del vicepresidente no pasaron el hecho desapercibido de que ella no se presentara ante sus nuevas autoridades incluidos al flamante vice.—Gastón, ¿En serio tengo que ir?
Su voz se notaba agotada era como si la arrastraran de manera obligatoria a un lugar que dejó de existir para ella hace tiempo, y que soberanamente produciría caos y descontrol frente a su verdugo.
—Y si flaca, no hay de otra...son protocolos necesarios que mantienen el orden.
En ese instante lo único que pensó fue en que si bien el orden se mantenía por la importancia de marcar jerarquías pasaban por alto el hecho de que el orden en su interior iba a ser completamente atacado, pero no había forma alguna de discutir al respecto y eso era lo que más le frustraba.
Caminó por el pasillo que la conducía a la oficina del nuevo 'capo' que se encargaría de mantener en orden el club, mientras que a sus lados pasaban algunos de sus colegas que la saludaban animadamente porque claro ¿quién no estaba feliz de que uno de los ídolos máximos volviera a pisar este suelo? Ella. Pero motivos tenía y sabía que nadie se pondría en su lugar porque asumirían lo sucedido como ‘problemas de pendeja’ pero no, eran problemas de un tipo que no pudo hacerse cargo de lo que sentía y destruyó parte de la alegría y jovialidad que la caracterizaba.
Estaba llegando a la oficina.
Iba a golpear la puerta cuando la misma se abrió de repente y ambos se quedaron en un silencio ensordecedor por unos segundos.—¿Vos sos mi secretaria? ¿La nueva? Suerte que te encuentro porque ando necesitando unas fichas…—
Ni siquiera tenía la osadía de darse cuenta que tenía al frente a quien le había jurado amor eterno en una de esas tantas noches en la que se metían a la cancha intentando esquivar al seguridad y sobre el césped de la épica bombonera se besaban mirando las estrellas.—No, soy Renata ¡Bienvenido a tu nuevo trabajo! Espero sepas distinguir a las personas que trabajan acá, créeme que las cosas cambiaron mucho.
Fingió emoción en ese saludo pero la realidad era que su cara decía todo eso que contuvo durante el tiempo que desapareció, le indignaba el hecho de que la haya podido confundir y él al parecer no iba a decir nada al respecto porque solo sonrió nervioso.
Finalmente detrás de ella apareció la bendita secretaria nueva y se hizo a un lado para pasar a hacerle ese mismo pedido. Se dio vuelta, levantó la mano haciéndola una seña para que lo esperara un minuto ¿perdía algo en hacerlo? Si, la verdad es que ya lo había esperado demasiado en su momento y de igual forma se lo iba a cruzar en sus entrenamientos si es que siquiera recordaba cuál era su pasión.—Renata, espera.
Dejó a la mujer hablando sola y adelantó su paso hasta el final del pasillo, volvió a sonreírle porque estaba nervioso y se denotaba esa emoción en la forma que tenía de rascarse la nuca y recostarse mínimamente contra una de las paredes.
—Estas más grande…más madura.
Qué comentario más idiota, tampoco esperaba algo superior a ello. Asintió con la cabeza a lo que decía, por suerte podía mantenerle la mirada aunque por dentro sentía caerse cada cosa de las estanterías que había acomodado.
—Y si, pasaron años ¿no? De seguro tenes mucho trabajo, así que mejor te dejo.
—¿Seguís entrenando acá?
—No , por eso te vine a saludar.
En ese momento Gastón apareció y ella juró que su cara reflejaban las ganas de matarla que tenía por haber escuchado la forma en la que trataba a la nueva autoridad pero bueno le había advertido sus pocas ganas en saludarlo y la insistencia acabó con una exitosa primera impresión ¿podría decirse siquiera primera impresión?—Buen día Vice ¿Cómo anda? ¿Todo bien? Espero que nuestra jugadora le haya dado una cálida bienvenida—contestó entre dientes mirándola de reojo a la chica de pelos azabache que quería exactamente que en ese momento que la tierra se la tragara entera y no volviera a estar ahí en el mismo pasillo que el pelotudo que ahora tenía de autoridad.
—Buen día Gasti, si todo bien justo estábamos charlando—contestó severamente "tranquilo" sin perder los típicos gestos de alguien ansioso en el intento de charla amistosa.
—sí, sí igual yo ya me iba—alegó la joven muchacha que quiso cruzar el umbral de los pasillos para encontrar simplemente la salida e irse pero parece ser que no se la iban a dejar tan fácil.
—¿Ya te tenés que ir? Si ni siquiera comenzamos con el entrenamiento—amagó Gastón mirando el reloj.
La más chica solo cruzó sus dos brazos mientras apretaba su mandíbula con fuerza buscando una excusa, pero nuevamente no se le ocurría nada y otra vez su entrenador en vez de ayudarla y meter un gol para beneficiar al equipo estaba metiéndola a propósito en contra para ver qué pasaba.
—No pasa nada Gastón si ella no quiere...
El nombrado DT no lo dejó terminar.
—No, no pasa nada quédate tranquilo ella recién viene de una derrota con el equipo por eso está así, si querés estás más que invitado a el entrenamiento de hoy.
—Me encantaría ir, pero tengo un par de papeles que hacer. Seguramente más tarde o más adelante vemos.
Al escuchar lo último la chica sintió cierto alivio porque el hecho de que estuviera ahí observándola en plena preparación para el partido contra river la pondría aún más nerviosa, aunque las cholulas de sus compañeras estarían encantadas en verlo.
—Bueno Romi, cualquier cosa nos avisás que vos sabés que siempre va a ver un lugar para vos.
El ex—mediocampista le sonrió simpático y se despidió de ambos aunque la 'nena' como solía llamarle en un pasado no quería ni mirarlo.
Cuando se retiró, sintió una mirada asesina quemarle la espalda sabiendo las puteadas enormes que se iba a comer de parte de Gastón pero poco le importaba y sobraba ya que ella era firme en sus desiciones en cuanto a su carácter. Quería ser cien por ciento sincera que careta ante algo que no podía tapar ni siquiera con el dedo.
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𝗣𝗘𝗥𝗗𝗢𝗡
Fanfiction❝ 𝘗𝘦𝘳𝘥ó𝘯, 𝘭𝘰 𝘴é 𝘔𝘦 𝘦𝘲𝘶𝘪𝘷𝘰𝘲𝘶é ¿𝘘𝘶𝘪é𝘯 𝘱𝘶𝘥𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰 𝘢𝘵𝘳á𝘴? 𝘛𝘢𝘭 𝘷𝘦𝘻, 𝘲𝘶𝘪𝘻á 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥 ¿𝘘𝘶𝘪é𝘯 𝘱𝘶𝘥𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰 𝘢𝘵𝘳á𝘴? ❞