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Si algo le habían enseñado en terapia era la necesidad de darle tregua a su cabeza haciendo cosas que pudieran distraerla, en realidad más que una estrategia racional era una estrategia física para que el cuerpo gastase todo su potencial concentrado en un solo acto.
Ese día se despertó temprano, bueno despertar es una forma de decir porque en realidad ni siquiera pudo dormir demasiado así que ni bien vió un poco más de claridad del día a través de la ventana, se vestió con un conjunto deportivo, tomó dos mates, medio pan de avena y se fue al club para aprovechar que el gimnasio estaría vacío a esa hora y que podría usar las máquinas a su gusto.
Pasó la tarjeta de identificación, los guardias estaban sorprendidos y alguno que otro tiraba un comentario acerca de que 'se había caído de la cama' pasó por alto todo aquello y cuando se puso los protectores en las muñecas comenzó a calentar haciendo trote en la caminadora. Siendo bastante franca no sé cuánto tiempo estuvo entre las máquinas, estuvo presente cuando ingresó el turno juvenil a entrenar y también cuando salió, continuaba haciendo glúteos con peso hasta que comenzó a sentir un sabor extraño en la boca.
Decidió entonces parar un poco para tomar agua y no sé en qué momento sintió que se le apagó la tele. Así sin más, sin aviso previo se había desmayado en el gimnasio y no se sabía bien cómo fueron los acontecimientos posteriores a su llegada a la enfermería, en donde por la hora que era no había personal ya que quedaba un bache de cambio de guardia que era rellenado después de 40 minutos.
En todo ese caos hiperrealista y de suma tensión seguía acostada, con las piernas levantadas y contra la pared porque decían que así se le iba a estabilizar la presión pero es que no podría soportar más tiempo así si continuaba escuchando gritos y desorden en el pasillo de esa voz.., esa voz que se levantaba sobre todas que jamás podría confundirla y de la sombra que invadió la sala también.
Y sí era Román indignado; ofuscado de que el cuerpo de salud del club tuviese esas imperfecciones y que un deportista estuviese tanto tiempo detenido, sin ningún tipo de cuidado.
Años anteriores se hubiese desarmado en sus brazos pidiéndole que la cuide, que no la deje y que la defienda pero no era el caso debido a la última discusión que tuvieron.
Solo quería bajar las piernas rápido para ponerse de pie y largarse.

—¿No ven como está? ¿Cómo es posible que la dejen cuarenta minutos sola sin alguien? Se podría haber desmayado o algo peor¿Para que yo les pago?

—Román córtala por favor están haciendo de todo por estabilizarme la presión, y vos venís gritando como si fueras un barra brava desaforado, apenas me puedo mantener en pie necesito que te vayas por favor me puedo cuidar sola.

No, en realidad no sabía que ahora esa nueva mujer que tenía al frente en realidad prefería cuidarse sola a que estén al lado de ella, lo cual lo dejaba totalmente descolocado; secundario incluso ajeno a cualquier cosa que le pasase y la verdad es que no le quedaba de otra que obedecer porque las reacciones de los demás fueron alertados por los gritos del ídolo que podía poner en jaque lo sucedido creando divisiones y hacer que se corrieran rumores innecesarios.
Le pidió a la enfermera que no la dejasen ir sin su autorización, no toleraría que se fuese en bicicleta y tampoco soportaría el capricho de no ser llevada por él porque de por sí ahora las cosas no eran opcionales, el era el jefe y esto era una orden.

—Perdón que pase esto sé que no es mí responsabilidad decírselo pero de igual manera quería decirle que no es culpa suya que esto suceda es su trabajo yo sé que el manejo es así y lo comprendo es más les agradezco por el trato dado, no tengo nada que reprocharles.

Renata realmente estaba nerviosa y mal por la situación, no estaba para problemas, ni siquiera para que la gente pensase cualquier cosa sabiendo que lo de ellos terminó hace rato cuando decidió irse sin ni quiera comunicarle un porqué evidente, y tampoco en que se molestara en llevarlo con él sabiendo que eran pareja.

—No pasa nada señorita—comentó la enfermera mientras le colocaba el suero—no se me ponga nerviosa, que se me va enfermar, lamentablemente estamos acostumbrados hace rato a esto y peor aún con la antigua dirigencia.

—La verdad es que no tienen derecho a sobrepasarse y menos con ustedes siento que es culpa mía que les haya pasado esto, si hubiese desayunado bien no me hubiera pasado esto.

La señora de uniforme solo le sonrió de manera cálida, le daba cierta ternura en como la jugadora se preocupaba por la gente de salud como ella.

Luego de un rato la ayudó a levantarse despacio para que no sienta ningún mareo, seguidamente le dió un sobre con vitaminas y hierro para recuperar las fuerzas y le recomendó que se vaya directamente a su casa para evitar ciertos inconvenientes en cuanto a su estado.

—Mil gracias este... ¿Cómo se llama?

—Claudia

—Mil gracias Claudia, que tenga un buen día

—igualmente señorita—le dedicó una última sonrisa y se dedicó momentáneamente a observarla.

Durante su camino, la joven muchacha caminaba los pasillos de manera tranquila pero exasperada ya que no quería cruzarse con el vicepresidente.
Pero lo bueno dura poco y por sí fuera poco Darío la detuvo.
Sí, con Darío se hicieron amigos luego de su exitosa vuelta al club luego de tanto delirio mediático y del revuelo fanático suyo.

—Eu, vos estás bien? Casi todo el predio se enteró que te desmayaste

—¿Qué? Vos me estás jodiendo?—rápidamente se tapó la cara de la vergüenza.

—sí, algunos de los juveniles te vieron desmayarte en el gimnasio y también vieron a Román puteando a medio mundo.

—ay, no, no lo que falta es que todo esto salga en los medios.

—na, no te preocupes los pibes no van a decir nada, menos nosotros tenés suerte que fueron solo los juveniles y no otros—y si sabía a qué se refería.

—perdón, que te joda yo sé que no tiene nada que ver con esto pero ¿No me querés llevar? No quiero que Riquelme me lleve a casa.

Y sí el '9' actual indiscutido de boca sabía la historia completa desde el principio hasta el punto final. ¿Podría decirse punto final? Porque ni siquiera se sabía que pasaba de por medio porque simplemente todo era tan raro.

—sí, no tengo problema si mañana Román me castra o me echa te hacés cargo vos, eh?—le respondió en tono jocoso.

—Dale, Darío—le respondió en modo irónico.

Benedetto sin dejar de hacerse el jodón agarró las llaves del auto, cargó su bicicleta atrás y la llevó a casa.
En esta nuevamente ganaba.
Y más que puntos en contra, las tenía todo a favor, sin saber que del otro lado no iban a rendirse fácilmente.

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