2

211 19 0
                                    

Durante el tiempo inconexo que duró esa primer fallido encuentro Renata no dudó ningún segundo en llamar a Palermo.
Estaba simplemente con otro ataque de pánico de esos que se forjaban a la sorpresa de tener de nuevo enfrente a alguien que ya había dado como caso perdido y creyó haberlo cortado de raíz con tijera.
Le contó absolutamente todo, desde el principio en como el tipo tuvo el descaro de venir de manera prepotente y con aires de grandeza por obtener otro puesto mucho más de lo que tenía como cuando era jugador y cabeza de equipo.
Y como el '9' decía no sorprenderle en absoluto su manera de manejarse debido a su entorno más íntimo ignorando la realidad con la ambición que tenía por dentro.

—Igualmente te digo no te dejes agobiar, yo sé que Román es bastante jodido pero vos seguí en la tuya no te me dejes abatatar cualquier cosa vos sabés que las puertas de casa están abiertas y que Jessy y yo te vamos a recibir siempre.

—Gracias martín no sé que haría sin vos, cualquier cosa yo te aviso.

El titán se despidió de ella y ella cortó llamada.

Guardando su celular sintió un sentimiento de nostalgia estando en la bombonera porque le era imposible no pasar por ahí sabiendo la historia de gloria y romance que vivieron esas estructuras durante mucho tiempo.
Esas estructuras que ahora odiaba un poco por los recuerdos que le producía, y porque sabía la cantidad de veces que esa misma cancha fue testigo de ese fuego que alguna vez la mantuvo viva.
Pero qué ingenua fue.
Quién pensaría que el astro del fútbol argentino se iba a enamorar de una pendeja como ella.
Y más sabiendo su historial de jugadas y goles de tiro libre creo que debió darse cuenta desde un principio, pero simplemente sus ganas caprichosas de negarlo eran totalmente enormes.
Ya casi estaba anocheciendo.
La práctica había sido bastante intensa por la tarde tenían que ganar un partido decisivo contra el millonario sino se quedaban afuera del torneo del feVA.
Se sentó en el césped, tratando de calmarse no quería llorar.
Le dolía absolutamente todo. No quería admitir lo que su vuelta le produjo, no lo quería admitir porque solo eso sería elevar el ego que ya tenía como dirigente.

—Te quedás?—La voz de cascini la desconcertó y rápidamente se secó las lágrimas para que por lo menos su colega no se diera cuenta y no le fuera con el chisme a Riquelme.

—No, no Raúl, yo ya me voy me quedé porque sentía que me iba a hacer bien venir acá.

Su respiración era bastante agitada, y sí eso seguía existiendo lamentablemente a pesar de la terapia de cinco años que le llevó luego de la desaparición del morocho en su vida.

—¿Segura? Porque te veo medio mal—le respondió sinceramente preocupado.

—Sí Raúl, te dije que sí no preguntes más las cosas dos veces ¿sí?—y en ese último monosílabo su voz quebró pero sin embargo decidió continuar—es todo por el tema del partido nada más, que no me está haciendo bien, no quiero que me preguntes más nada yo ya me voy.

La chica agarró su bolso sin dar muchas explicaciones y se alejó rápidamente de la cancha dejando a un ex—boca totalmente confundido por lo que acababa de pasar.

Llegando a su departamento, Renata se sacó de manera torpe sus zapatos y los dejó al principio de la entrada, tiró las llaves arriba de la mesada del monoambiente y se avalanzó directamente a su cama. Simplemente no daba más.
Sentía que el cemento de mayor resistencia que había colocado hace ya un buen tiempo, no era tan resistente que digamos. Sentía que las grietas de las estanterías que había arreglado con mucho esfuerzo se estaban haciendo pedazos nuevamente.
Nunca tuvo tiempo para estar con alguien después de Juan nunca. Porque simplemente el hecho de vivir algo tan fuerte como aquello no le habían dado las ganas y el sentimiento absoluto de querer intentarlo con otra persona que no fuera él.

—por qué, por qué?—gritó de dolor y rabia hundiendo su cara en la almohada—¿Por qué carajos tuviste que volver?

Eso es lo que en su mente, su corazón y cuerpo interrogaban con fuerza tanto que sería capaz de irle a cantar las cuarenta para que váyase a la mierda.
Hasta era capaz de ir a pedir al mismísimo presidente del club que le traspase a otro equipo aunque sea de chacarita sabiendo que esa desición en realidad depende de su DT en caso de que ella ya no rinda como jugadora.
Pero en realidad tampoco iba a ser conveniente menos cuando era jugadora de selección. Y tampoco el club la iba a soltar así de fácil sabiendo que uno de sus integrantes estuvo involucrado en su vida.
Y reflexionado lo último dió un grito ahogado de desolación porque sabía que la nueva dirigencia la tenía atada de pies y manos.
Y que su salud psíquica estaba en manos del verdugo que alguna vez creyó que sería su amante de por vida.
Sabía que en los próximos cuatro años que durase esta dirigencia o más debía escaparse de los pasillos para poder evitar cruzarlo a él y algunos de sus amigotes del consejo de fútbol.
Para no decir absolutamente nada contra ellos porque no podía ni siquiera decir ninguna letra del abecedario del tiempo que expire su contrato porque ya sabía que el que no corre vuela y se entera hasta el empleado del club y después las cosas se disipan afuera, porque cosa eso en boca no era un secreto.

Y sí no iba a esconder su descontento, o desencanto de las cosas es que últimamente las ganas de aborrecer y odiar eran impresionantes, pero las mismas ganas de ir y encararlo de frente diciéndole que no era nadie para definir si era más madura que ayer también le ganaban.
Porque si algo la caracterizaba a pesar de su sensibilidad era su voluntad en ser directa.

𝗣𝗘𝗥𝗗𝗢𝗡 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora