"Un beso mariposa"

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Capitulo 5

Aquella vez, los dos amigos de habían juntado solos. Bebían y reían en el nuevo departamento del rubio. El motivo, celebración por nuevo hogar. Por fin Anthony había huido de su abusivo padre y se estaba independizado. Husk, por ser cercano, conocía un poco más de la historia pero ignoraba la gran deuda que cargaba en sus hombros. Cuando Anthony fue al baño, dejo su celular en la mesa sin darse cuenta. Husk no era mirón, pero al ver el montón de notificaciones que llegaron al celular, le llamo la atención y más aún al leer la palabra trabajo. “Hombre millonario de mediana edad” ¿Qué era todo eso? El rubio al llegar del aseo encontró a su amigo serio con su celular en la mano, titubeando le hablo para que se lo devolviera pero el de ojos ámbar parecía que no escuchaba.

-¿Qué significa esto? No me digas que estás vendiendo tu cuerpo a vejestorios con dinero—su mirada se reflejaba el asco y el dolor.

-Husky, yo…—cerro los ojos, no quería escuchar nada más.

-No puedo creerlo. Anthony tenías metas ¿Recuerdas? ¿No me decías siempre que querías estudiar una carrera y poner tu propio negocio? ¿Qué ocurrió con eso?—lo juzgaba bajo sus estándares y eso hizo enojar al ojiazul ¿Quién se creía si no conocía su vida?

-No sabes nada—le espeto duro—no sabes lo que es vivir con mi padre de mierda—

-¿Y es suficiente justificativo para que un montón de patanes hagan lo que les da la gana contigo?—Anthony se sentía más que dolido por aquellas palabras, jamás pensó que su amigo lo juzgaría de aquella forma.

-Si, porque estaba ahogado en deudas de las apuestas de mi estúpido papá. No tenía otra fuente de ingreso, además Lucifer … –

-¿Lucifer?—

-Si, quien es el dueño de la empresa, él…—

-No quiero escuchar más, me voy—tomo sus bolsos y se dispuso a irse a prisa.

-Pero Husk—trato de detenerlo, no quería que su amistad terminará por esto.

-Te hablaré otro día –se retiro, dejando a un dolido rubio con el corazón en las manos, no sabía que más iba a hacer con aquel asunto, lo único que quería era acurrucarse en su cama y llorar pero sintió su celular y vio que era Alastor que solicitaba sus servicios. Vio la hora, viendo que era muy tarde pero en aquel servicio no habían horarios, solo tenía que acudir cuando lo necesitaran por lo que le comunico la visita a la empresa, se preparó y fue al encuentro. Esta vez sería en el penthouse del castaño.

**
Llegó y vio lujos por todas partes pero decorado de manera sencilla como su oficina con detalles color bermellón y negros. Alastor le dio la bienvenida y le dio un trago a elección. El rubio acepto de buena gana, venía de muy mal humor por el problema con su amigo.
-¿Qué ocurre mi querido Anthony? Veo que estás de mal humor—
-Oh no te preocupes, estoy bien ahora que estoy aquí—sonrió batiendo sus largas pestañas.
-Me encanta lo falso que puedes sonar—sonrió mientras bebía de su trago.
-Eres perspicaz, sonrisas—lo imitó.
-¿Sonrisas?—
-Lo siento, es un apodo que te tengo porque siempre sonríes pero no volverá a ocurrir—
-No, si me gusta—se fue a sentar al sillón que tenía en la sala e hizo que Anthony lo acompañase. Era suave, mullido y de una tela fina. El rubio soñaba imaginándose que aquel departamento era suyo.
-Muy buen gusto—
-Mi secretaria lo adornó, ella es quien se preocupa de aquellos detalles—se miraron—pero no viniste a conversar, buen no hoy por lo menos. Con una de sus manos canelas se acercó al rostro níveo del ojiazul y acaricio lentamente las mejillas, acercándose a su boca entreabierta—eres suave—diga en un susurro.
-Gracias—su corazón se aceleró por aquellas sutiles caricias, sonrojándose en el acto, no le había pasado desde que Husk lo abrazo cuando le anuncio su gran día. Se sentía embobado, quizás solo necesitaba un poco de afecto. El moreno se acercó aún más quedando a escasos centímetros de su boca, aspirando el dulce aroma que desprendía el rubio. Se acercó hasta topar los dulces labios, viviendo el momento lento. Empezó a moverlo, saboreando el beso, que exquisita sensación, que experto eran esos labios de cereza que se entregaban. Angel estaba en el cielo, hace tiempo que no recibía una caricia como aquella, sus clientes solían ir al grano sin importarles el placer de él. Alastor detuvo el beso y le sonrió mirándolo directamente a los ojos.
-Es todo por hoy, pequeño. Es hora de que vayas a tu casa a dormir—otra vez esa extraña actitud ¿Por qué lo llamaba solo para cosas así?
-¿Qué? Pero… —
-Ya será tiempo de acostarnos, aún no, si es eso lo que me querías preguntar—debía admitir que aquello le había dado vergüenza. Jamás se había mostrado impaciente ni deseoso.
-Me iré entonces –se levantó, ante la sonrisa del castaño, tomo sus cosas y se retiró por la puerta indignado. Jamás iba a mostrar sus sentimientos nuevamente, no podía hacerlo con aquel trabajo.
-Cuídate Angel, solo debes ser paciente—cuando quedó solo se tocó los labios aún sintiendo los del rubio encima. Había sido un beso perfecto y cada vez más se convencía de que el era el indicado para aquella tarea. Con un vaso de alcohol se acercó a la ventana de su sala y admiro la ciudad, encontrándose con los seres repugnantes que vivían en ella. Desde pequeño había sentido asco por todos pero eso no significaba que sus deseos e impulsos más profundos no estuvieran bullendo en su interior y había tratado de reprimirlos a toda costa, pero no había podido y ahí entra butterfly en todo esto. Quiso probar, quiso aventurarse y relacionarse con otro humano por primera vez (bueno, segunda si somos estrictos) cuando vio a Angel y lo examinó, supo que iba en buen camino. Limpio, etéreo y por sobre todo, hermoso ¿Hace cuánto no le pasaba, sentir tanta excitación? Creía que nunca le había pasado, no recordaba ningún momento que se había sentido así, por eso lo escogió. Pero aún no era tiempo, no, debía prepararlo todo para que el resultado fuera aún más exquisito. Sonrió mientras cerraba las cortinas, mañana tenía una reunión temprano por lo que se fue a preparar para dormir.
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