"Mi querida Francia"

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Capitulo 10

Hace días que no tenía ninguna señal de Alastor, se habían separado con la promesa de volver a verse, de contactarse. Lucifer lo llamo ese día, le dijo que su cliente había retirado la membresía. Aquello le llamo la atención pero después pensó que era porque ya el moreno no lo necesitaba, habían alcanzado otro nivel de conexión y ahora, lo de Husk, ya no le dolía tanto como hace semanas. Aún pensaba en aquella maravillosa noche que habían compartido, dónde se habían preocupado por el placer del contrario. Sonreía bobamente por los rincones de su departamento, mientras hacía sus cosas. Aún no quería tomar otro cliente ¿Y si Alastor volvía? De seguro le molestaría saber que el seguía activo en aquel trabajo, pero si era así, debía explicarle lo de su deuda y su actual situación. No quería que pensarás que se estuviera aprovechando ni mucho menos, el seguiría trabajando en cualquier otra cosa para pagar la deuda, creía poder salir adelante. Con todo aquello seguía preguntándose por el extraño mutismo del de ojos rubí ¿Será que es muy tímido para dar el primer paso? Fue hasta la oficina y le pregunto a Niffty por su jefe, pero ella le dijo que se había ido a Francia por temas de trabajo y que estaría ausente mucho tiempo. Aquello lo dejo perplejo, no sabía nada de aquel viaje, Alastor jamás se lo había mencionado y aquello le empezaba a preocupar ¿Qué es lo que realmente estaba pasando?
Le mando mensajes realmente furioso, incriminando el hecho de que no le comunicó su partida, no recibió respuesta alguna. Pasaron las semanas y la inquietud se había convertido en una verdadera piedra en su corazón, aún no había entrado a trabajar y su dinero se estaba empezando a acabar, necesitaba tomar una decisión ya y no obtenía respuesta alguna de su supuesto amante. Pasaba llorando por los rincones, sintiéndose traicionado. Pero pronto las respuestas salieron a flote. En las noticias se anunciaba el matrimonio del millonario Alastor con una modelo famosa de Francia. Su mente se detuvo y su corazón dejo de latir. Aquello no se lo esperaba ni en un millón de años ¿Se había casado? ¿En qué momento? También anunciaban el flamante regreso al penthouse con su nueva y hermosa novia. Anthony no perdió el tiempo y se dirigió al lugar para intentar hablar con el castaño, estaba lleno de paparazzi y gente curiosa. Se quedó a un costado viendo cómo llegaba la limusina y el moreno se bajaba con su esposa. Alastor y el cruzaron miradas y el castaño se dirigió hacia el rubio. Anthony no sabía dónde meterse, se puso nervioso y sus manos sudaban pero entendía que debían tener aquella conversación. El ejecutivo le indico a sus guardaespaldas que alejaran a todas las personas, necesitaba un poco de privacidad para conversar.

-Anthony—lo había llamado por su nombre real—gracias por todo, me ayudaste más que cualquier persona y te debo el mundo—

-No…yo—estaba perplejo.

-Debo decirte que fue todo más fácil así—
-¿Fácil?—

-El linaje debe continuar y ella, con ella todo es más facil—fue la escueta respuesta.

-¿Y lo del baile?—

-Para molestar a mis padres ¿No fue gracioso? Quedaron de una pieza…—sonrió—por todo eso y más, gracias—le acaricio la mejilla. Sintieron las cámaras detrás de ellos, los camarógrafos no se perdieron detalle de aquella interacción. Los titulares próximos fueron:

“El multimillonario nos jugo una buena broma haciéndonos creer que era gay, mostrando a este joven rubio como su novio. Ahora todos sabemos que mantenía un compromiso con la joven modelo de veintisiete años, llamada Ilanka”.

Angel le había mandado un mensaje a Lucifer diciendo que le encontrará otro cliente, ya nada importaba. Pero en su reflexión entendió que Alastor se había estado preparando para esto, el tenía aquel compromiso pero su fobia a lo sexual lo había estado frenando. “Mas fácil” había dicho, quizás era porque ella era así, mas sencilla de sobrellevar que declararse gay al mundo y dar tantas explicaciones. Pero hay algo que aún no le cuadraba ¿Por qué él? De verdad había sentido una especie de conexión potente entre ellos, quizás solo había sido su imaginación o su ansias de ser correspondido. Se retiró del lugar con una expresión triste temiendo que aquella vez fuera la última que hablarían y se verían al rostro. Había tomado una decisión y el también debía seguir adelante, aunque su corazón se cayera a pedazos.

**

Siguió su vida, los clientes abundaban y el no daba abasto. Trataba de mantenerse neutral, trataba de no pensar en Alastor y su novia, que salían en cada portaba de noticia. Eran el cotilleo del momento e iban a cada fiesta a restregar su relación. Unos de sus clientes le había rogado que fuera a una de éstas y el acepto a regañadientes, solo porque los honorarios eran estratosféricos. Se vistió con un vestido negro, sin tirantes, que dejaba al descubierto sus hombros lleno de pecas delicadas. Se colocó un maquillaje brillante y unos zapatos a juego y estuvo listo. Lastima que en aquella fiesta también iban a ir la pareja del momento, pero trató de no pensar en ellos ni en su espectacular aura de éxito. Tomo un trago tras otro, olvidándose un poco del echo de que estaba en el trabajo, se aisló aunque su acompañante pedía su compañía. No soportaba ver al castaño tan radiante al lado de aquella perra. Se fue hacia otra habitación, una de servicio alejado del bullicio, necesitaba su espacio, su aire, no quería ver a Alastor, bebió y bebió vaso tras vaso de Champagne, estaba a tono, triste y desorientado en aquella fiesta.

**

Alastor veía a todos los vejestorios que tanto odiaba. Veía a su esposa trofeo y era hermosa como todo el mundo decía. Suspiro, agarrando un vaso de champagne para darse valor. Había cumplido con su obligación, había cumplido con el propósito de su vida y ahora se sentía vacío. Su esposa era fácil de entender, sus conversaciones eran vacías, no tenía la misma chispa y simpatía que Angel, ni si quiera su mismo misterio. Cuando fue a la fiesta no esperó ver al rubio entre los invitados. Estaba de infarto con aquel vestido negro y su corazón empezó a latir de nuevo. Lo vio incómodo, bebiendo en demasía, lo siguió con la mirada pero aún concentrado en la conversación que se desarrollaba delante de el. Pronto Angel desapareció y él se excuso un momento para ir a buscarlo, no, el mismo sabía que estaba haciéndolo porque lo buscaba ¿No el mismo había terminado con él? Pero su cuerpo se movía por si solo, buscándolo por toda la estancia hasta que lo encontró en una sala del personal, tomando unos vaso de champagne. Tenía el rostro sonrojado, estaba sentado en el suelo cuál damisela en peligro.

-Anthony—lo llamo inseguro.

-¿Tu que haces aquí? ¿No deberías estar con tu esposa?—arrastraba las palabras, sonaba cortante y cruel.

-Yo…—no tenía excusas—tienes razón—suspiró sonriendo—quería verte—

-Hijo de puta—mascullo.

-Anthony...—

-¿Cómo quieres que reaccione? Te fuiste sin decirme nada, pensé que había algo..—lo último lo susurro.

-Si hay, yo igual lo sentí –se sentó al lado de él – ¿Pero que quieres que haga? Es difícil estar contigo—ahí estaba de nuevo, aquella sosa explicación que para él, no significaban nada.

-Excusas, tienes todos los recursos del mundo—

-Quisiera—sonrió—todo excepto una familia comprensiva. Pero Anthony no quiero separarme de ti –quizás el alcohol estaba haciendo aún más estragos en su mente.

-Suéltame—la mano de Alastor quería acariciarlo pero el rubio se alejo, no quería sufrir otra vez.

-Vamos—volvió a intentar acercarse y Ángel se dejó, estaba ebrio, indefenso y con los sentimientos a flor de piel. Después, sin notarlo se estaban besando en aquel suelo sucio. Se besaban con furia, Anthony quería devolverle de alguna forma lo que le había hecho, mordiendo los labios contrarios con fuerza, haciéndolos sangrar. Alastor solo se excito más por aquella acción, Acercándose más a aquel cuerpo para sentir su piel suave con aroma adictivo. Necesitaba besarla, lamerla , chuparla, era exquisita, se volvió adicto desde la primera probada. Angel gemía sin control, su cuerpo estaba sensible a las caricias dadas, sentía temblar todo su ser, sentía como una corriente eléctrica lo envolvía, como no podía pensar en nada más que en su amado.

-Sigue así –le ordenaba con aquella voz lasciva y el castaño obedecía, amaba ver aquellas expresiones de placer máximo. Tocaba allí y acá y hacia retorcer aquel hermoso cuerpo. Lo beso por todas partes, lo preparo con su lengua, sus dedos exploraban todos los recovecos, era él quien quería darle todo de su ser, que experimentará todas las sensaciones posibles.

-Eres tan exquisito—seguía engullendo aquel perfecto miembro, sentía como se agrandaba y se mojaba para si. No podía esperar más, se sacó la ropa interior, dejando al descubierto su pene ya erecto, lo introdujo poco a poco en la cavidad cálida y húmeda, lo apretaba, lo rozaba y el no podía evitar mover las caderas dentro y fuera, llegando más y más al fondo, a aquel punto exacto dónde Anthony perdía el control y se aferraba a su cuello y gemía en su oído pidiendo por más, más fuerte y más rápido.

-Me voy a venir –le avisaba, apretando más su entrada, contrayéndose por el potente orgasmo que azotó su cuerpo sin piedad, sentía como se relajaba. Alastor no había terminado, quería seguir dándole a ese menudo cuerpo. Lo volteó y siguieron las embestidas, podía sentir como Anthony reaccionaba a sus estocadas, excitándose otra vez.

-Anthony—pronunciaba su nombre con aquella voz ronca y eso hacia que el rubio tuviera una erección nuevamente. Se sentó encima de su amante y el tomo las riendas, moviéndose de arriba y abajo, metiéndole al fondo. El moreno lo miraba encantado, con aquella escena tan erótica como de aquellos labios salían palabras tan excitantes. Lo tomo de la cadera y se hundió aún más al fondo, ya podía sentir el orgasmo cerca. Lo tomo del cuello, lo atrajo hacia sí besándolo. Termino en el interior manchándolo, sintiéndose libre, maravilloso y siguió abrazándolo un rato. Se vistieron y salieron de la habitación, cada uno por caminos distintos, los dos tenían compromisos que cumplir pero ahora cada uno tenía una sonrisa en su rostro recordando todo lo que habían hecho.

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