Cap 열하나

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Narra Felix:

Han estuvo llamándome toda la tarde para convencerme de ir a la fiesta de inicio de curso del colegio. Éste es el segundo año que lo hace. El primero lo logró con la excusa de que no había mejor lugar para cenar esa noche en toda la ciudad. En realidad, tenía razón: la fiesta se organiza en la explanada del patio, y se colocan, calculo yo, no menos de cuarenta foodtrucks alrededor, con todo tipo de comida; ella sabe que la comida es mi debilidad.

No puedo decir que no me divertí el año pasado. Aparte de los foodtrucks, que tenían todo tipo de comida habida y por haber, la fiesta de inicio de curso es una especie de fiesta popular. Hay todo tipo de juegos mecánicos: la rueda de la fortuna, los carritos chocones, el tiro al blanco, las tazas locas, etcétera. Los alumnos que la organizan se la pasan vendiendo boletos, tombolas, y todo lo que se puedan imaginar para juntar el dinero; la finalidad es que la festa pueda pagarse sin que ellos pongan de su bolsillo, y ahí es cuando muchos ponen en práctica lo que saben de sus propios negocios familiares. También recaudan de lo que se vende ese día en el evento, más lo que le cobran a los foodtrucks por estacionarse allí.

Ese día yo no me sentía con ganas de salir, por eso ya le había dicho a Han desde la mañana que no me estuviera insistiendo. Pero el no conoce la palabra "no". Al igual que el año pasado, terminó convenciéndome con el estómago.

-Sólo voy a cenar y me voy-le dije.

-Prometido.

Esa

promesa me sonó a lo más falso del mundo.

Para cuando llegamos, la fiesta ya estaba ambientada. Había una banda tocando covers noventeros en el escenario y gente bailando en la tarima debajo de ellos. Ya había filas en la mayoría de los foodtrucks, al menos en los que valian la pena.

-Mira, allí está Jeongin. -Han señaló hacia la fila de las tazas locas.

Jeognin es una amigo de Han. También se puede decir que es mi amigo, aunque en realidad somos más bien conocidos. Han me lo presentó cuando comenzamos el primer año en el colegio, y desde entonces entra y sale de nuestras vidas.

-Esta justo al frente de la fila, vamos a aprovecharla-

-Yo no me quiero subir a las tazas-le dije

La pregunta me tomó por sorpresa. Y es que no pude pensar en una buena razón para no hacerlo.

-Lix, desde los diez años no me subo a un juego de éstos anda, vamos -Me lo dijo con tanta emoción que no pude decirle que no.

-Pero cómo te quieres meter a la fila? La gente se va a poner como loca

-Claro que no, tú sigueme.

Han me tomó de la mano y me llevó hasta el inicio de la fila, donde estaba Jeongin. Cuando llegó, se hizo la desen sendida y la saludó como si el la estuviera esperando,

-Gracias por apartarnos el lugar, amigo.

Y asi, como si nada, nos metimos. A mi me dio tanta pena que mantuve la mirada siempre hacia el frente. No sé si fue porque era la primera vez que me subía a las tazas locas, pero después de que terminó la vuelta, me quedé con ganas de más. Yo creo que tanto giro hizo que se me oxigenara el cerebro y se me quitara la apatia

-Vamos a formarnos en la fila de los carritos chocones -me dijo Han-

-Está bien, pero primero vamos a comer. Tengo tanta hambre que me puedo comer una vaca entera. El foodtruck con menos fila era uno que servía hamburguesas al carbón. Nunca me negaría a una buena hamburguesa al carbón, a menos que justo al lado haya un puesto de sushi. El foodtruck del sushi tenía el doble de fila, pero la foto del menú hacía que uno pensara que valia la pena la espera. Y sí, vaya que la valió, es el mejor rollo de queso crema y atún que he probado en mi vida. Después de la cena, ya mucho más emocionadas con los juegos, fuimos a ver cómo estaba la fila en los carritos chocones. Como continuaba muy larga decidimos irnos a perder el tiempo a otro lado. En el camino llegamos al puesto de tiro al blanco. Siempre me ha llamado la atención saber si es cierto lo que dicen: que las miras de las escopetas están alteradas para que no puedas dar en el blanco. Varios intentos después, me encontré disparando hacia unos caballitos de metal de no más de cuatro centímetros de altura, que contrastaban con una cortina roja de terciopelo.

세 가지 약속 "Hyunlix"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora