Capítulo 11

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—El teatro es mi gran pasión, aunque estoy pensando en dejarlo.

—¿Tan pronto? Pero si mi sobrino ha dicho que apenas comienzas.

Olivia giró su rostro hacia su acompañante. Ambos sentados frente a la mesa, el brazo de Killian estirado sobre el respaldo de su silla forjando una confianza digna de una obra de teatro.

Marisa ocultaba su sonrisa llena de burla cada vez que los oía mentir.

—Suelo cambiar rápidamente de gustos —disertó meciendo la copa de vino.

—Espero que no te estés refiriendo a Killian. Hacen ustedes una hermosa pareja. Los dos son bellísimos —halagó encantada soltando un suspiró ilusionado admirándolos.

Olivia tiró su cuerpo hacia el respaldo sintiendo aquel brazo rodearla. Demás estaba decir que iba a aprovecharse de la situación y no le importaba que él no quisiera muestras de afecto. Fue precisamente él quien los metió en ello.

Killian dio un pequeño brinco al sentir aquella delicada mano sobre su rodilla. Carraspeó peinando su cabello en busca de tranquilidad, odiando profundamente el impulso que lo llevó a meter a Olivia en esa gran mentira. Es que, si ella no hubiese aparecido de sorpresa, su tía no buscaría conocerla, demasiadas mentiras le dijo. Mentiras que se tornaron una pelota y golpearon contra su rostro.

Presentía que iba a costarle caro estar tan pegados, abrazados y fingir ser pareja por casi una semana. La mirada firme y provocadora de aquella rubia se lo gritaba. Le había dado un poder que terminaría jugándole en su contra.

—Jamás me referiría de esa manera a Kill —comentó melosa. Su mano fue subiendo por su pierna. Olivia mordió su labio ante la cara de espanto y nerviosismo de ese hombre —. ¿Cómo podría dejar de gustarme un hombre que me cocina y me atiende como una reina? Aunque seré sincera, solo lo ha hecho una vez desde que estoy en este pueblo ¿No cree usted que debería invitarme todas las noches a cenar? Como pareja debemos aprovechar cada minuto juntos antes de regresar al teatro —parloteó alternando su mirada entre esa buena señora y su pareja.

Killian tragó en seco y la miró severo, desafiándola. ¿Cómo se atrevía a usar todo a su favor?

Olivia arqueó una ceja, de esa manera retadora, austera. Su mano apretó su pierna llamando su atención. Mostró una mejor cara a su tía, una que esperaba gritara amor.

Su tía jadeó incrédula acusándolo.

—Estoy totalmente de acuerdo. Si no aprovechan los pocos días de vacaciones que tienes tú Olivia, cuando llegue Navidad mi sobrino terminará arrepintiéndose ¿Después cuándo podrán verse?

Uff, probablemente en tres meses —chistó Olivia metiéndose en el papel. Sentía los ojos de Killian puestos sobre ella, temeroso a cada cosa que dijera y pudiera hundirlo —. Por eso quiero estar todos los días con él —sonrió enternecida pegando su cuerpo al torso de ese hombre. Casi ríe por la expresión de diversión en el rostro de Marisa que a duras penas contenía la risa. Lo sintió tensarse —. Aunque debo confesar que me tiene preocupada una situación —resopló apenada acomodando su cabeza sobre el hombro de Killian.

—¿Preocupada? —preguntó entre dientes Killian contra su cabello rubio que emanaba la más exquisita fragancia que haya conocido.

Su tía los miró desconcertada, pero bien sabía aquel hombre que fuera lo que dijera Olivia, ella iba a apoyarla. No era necesario descifrarlo mucho para detectar que su tía ya adoraba a esa mujer.

"—Me encanta su cabello. Parece una mujer sacada del cine. No entiendo cómo se fijó en ti cuando pasas todo el tiempo en la carpintería" Había sido su comentario en un susurro cuando Olivia y Marisa entraron a la casa.

Navidad sin señal © (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora