Capítulo 1

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Taeyong suspiró sin atreverse a abrir los ojos... Se sentía igual a cuando se pasaba de tragos en su época de escuela secundaria. Su cabeza tenía un cierto pálpito que advertía que al primer movimiento el dolor iba a despertar en toda su cruel insistencia.

Una molestia alrededor de su cuello le avisó que algo andaba realmente mal.

—¡Qué mierda! —Fue la frase célebre del día —¡Ésta no es mi cama! —Chilló sentándose, estaba desnudo bajo las finas sábanas de seda negra. Los rizos sueltos caían acariciando su nuca y los hombros en ondas desordenadas.

No solo estaba en un lugar desconocido, sino que estaba vestido en piel, su propia piel, por cierto. Sin esperar a quien quiera que se hubiera tomado tantas molestias, jaló la sábana, que debía de ser tan cara como su sueldo de todo un mes, o quizás más, y se cubrió la cadera. El corazón latía tan rápido que Taeyong casi estaba seguro de que se le saldría del pecho. Tenía un maldito collar de cuero en el cuello con un aro de oro, como si fuera un perro fino.

Observando la habitación notó que ésta debía ser parte de una mansión. La iluminación era exquisita, con lámparas estratégicamente colocadas que le daban un ambiente sofisticado al lugar. Los techos eran altos, los muebles pesados de madera oscura, parecían antiguos, de otra época, con más estilo y clase que la actual. La alfombra bajo sus pies era gruesa, suave al tacto, Taeyong estuvo tentado a echarse sobre ella. Prestándole una morbosa atención a la cama, vio que además de blanda tenía aspecto de esas de cuento: alta y con gruesos cortinajes que hacían juego con los de los ventanales, ideal para dormir con un amante. Al menos había sido secuestrado por un tipo rico, por lo menos iba a morir con estilo.

Riéndose de sí mismo comenzó a creer seriamente que estaba tan loco como comentaban sus amigos. Alegrarse porque no iba a morir en un nido de ratas rayaba en lo cómico. No solía ser muy cuerdo cuando se asustaba o bebía de más, y ahora estaba realmente asustado. Respiró profundo, entrar en pánico no era la opción más acertada para el caso. Tenía que pensar con cierto orden, poner las prioridades en perspectiva.

—¡La ropa! —Susurró para sí mismo —¿Dónde está la maldita ropa? —Luego se preocuparía por quitarse el extraño accesorio del cuello. Una cosa a la vez. 

Soltando la sábana la pateó lejos de sus pies, no sin cierta saña. Era mejor que quien quiera que lo hubiera secuestrado, se diera por enterado de que no se tomaba a bien algunas cosas, entre ellas el ser retenido contra su voluntad. Buscó debajo de la cama, nada. Buscó sobre los muebles, nada. Empezando a perder la poca paciencia que le quedaba, abrió una puerta de madera bellamente labrada que daba a un baño decorado en dorado y champán, pero de la ropa, nada.Salió tirando la maldita puerta, ojalá se partiera en dos aquella cosa que parecía ser una pieza de arte.

Como última opción, comenzó a registrar en las gavetas del vestidor; el desgraciado que lo había secuestrado podía no tener educación, pero él no era de los que irrespetaban la privacidad de otras personas. Dando un puntapié a la última, no había más que toallas y cosas para el aseo personal.

—¡Mierda!... ¡Mierda! —Se quejó mientras pateaba el piso con su pie desnudo. Bufando de enfado llegó a la conclusión de que su ropa no estaba en ese lugar. En cueros saldría de allí, ¡y pobre del que se interpusiera! Podía ser bajo de estatura y de contextura de nadador, pero era toda una amenaza cuando se lo proponía.

Fue junto a la gran cama, allí encontró la sábana que había tirado. Cubriéndose la cadera se decidió a salir. Fue hacia la puerta para abrirla, pero por más que lo intentó no obtuvo ningún resultado. Estaba encerrado bajo llave. Respirando profundo fue hacia uno de los tres ventanales que daban a un balcón. Las puertas de cristal estaban aseguradas y no hubo manera de abrirlas.

Slave | JaeYong #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora